Punto de Encuentro

“Todos podemos ser Juan”

Eran las 6 p.m. de un día cualquiera en la vida de Juan. A poco de salir trabajo, wasapeaba con su esposa, ella ya había llegado a casa del trabajo y aprovechaba para conversar con su hija, el plan era esperarlo hasta las 7 p.m. que llegaba a casa para cenar algo en familia.

Una hora aplastado en la típica congestión vehicular que abarca ya toda la ciudad de Lima, con insultos entre choferes, amagues de peleas, gritos y bocinas endemoniadas. La sociedad está cada vez más violenta, a cualquiera le puede tocar, reflexiona Juan.

A pocos minutos de llegar, wasapea a su esposa, ella no le contesta. Wasapea a su hija y esta tampoco le contesta. Seguro están conversando, piensa en silencio, mientras guarda el celular para que no se lo roben.

Llega a casa, abre la puerta y no ve a nadie, tampoco escucha ruidos. Pregunta en voz alta por su esposa, por su hija, pero no hay respuesta.  De pronto escucha leves quejidos, murmullos. Entra a la habitación principal y, en el suelo, al lado de su cama, encuentra ensangrentadas a su esposa y a su hija, ambas con la ropa rasgada, mudas de pánicos solo murmuran entre ellas, las habían violado.

Juan no lo entiende, no lo puede creer, hace una hora todo estaba normal, los planes eran cenar en familia, es imposible que les haya sucedido eso.

Lamentablemente la historia de Juan no es imposible, es un día normal en el Perú, que es un infierno normalizado para las mujeres, porque se violan a 2 mujeres cada hora. Y sí, es cierto que la violencia está a flor de piel en la actualidad, pero no a todos los afecta por igual, porque nuestra sociedad es mucho más violenta con las mujeres que con los hombres y pruebas hay por montones.

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