No hemos visto en la historia reciente de República una confrontación entre hermanos como la de Keiko y Kenji, este último auspiciado por el padre. Quizá la pelea entre los hermanos Humala tenga cierta similitud, no obstante por la sucesión de los hechos y la formas en que estas ocurrieron, la pelea entre los Fujimori parece sacada de una vieja película dramática, con traiciones incluidas. En todo caso de alguna u otra manera, las consecuencias de esta confrontación y el futuro de los involucrados debe ser analizado sin las pasiones o anteojeras ideológicas.
Vale recordar y guardando las diferencias, que quizá haya algo de parecido entre Keiko y Marine Le Pen en Francia. Esta última entró en una guerra abierta y expulsó a su padre, Jean-Marie Le Pen fundador y líder histórico del partido Frente Nacional porque era y es una “pesada mochila” en sus aspiraciones presidenciales. Incluso, para acabar con el legado del padre, Marine ha propuesto que el Frente cambie de nombre.
Ahora, si bien es cierto que la cruenta lucha entre Ejecutivo y Legislativo que generó la renuncia de PPK ha dañado y metido en el descrédito a toda clase política, en el mediano y largo plazo, los balances y los análisis serán ajenos a esta coyuntura. En los buenos manuales de la guerra se dice que hay confrontaciones prolongadas cuyos éxitos o fracasos relucen en el mediano y largo plazo, mientras ello ocurre solo queda la guerra de posiciones y casamatas. ¿Por qué decimos lo anterior? Porque todo indica que desde el keikismo se ha asumido que su llegada al gobierno no será fácil y transitará por una guerra de larga duración. De allí la guerra frontal a favor del segundo intento de vacancia.
Luego de la caída del fujimorato autoritarito, el keikismo se propuso como primera empresa construir un partido amparado en el legado de su padre. Algunos analistas indican todavía de manera bastante arriesgada que el partido construido por Keiko depende piedra a piedra por el recuerdo de su padre. No obstante, a pesar de las narrativas construidas por el analista y el sociólogo antikeikista la realidad indica que Fuerza Popular es ahora más partido que aquellas máscaras fugaces inventadas por el albertismo y hoy la agrupación naranja depende cada vez menos de la herencia del padre. ¿Por qué el anterior razonamiento? Un ejemplo. Hasta hace una semana se decía que Alberto, el confabulador, se “jalaría” más Avengers y con ello demostraría que Fuerza Popular dependía de su herencia. ¿Qué pasó? Que solo algunos aventureros se unieron a la causa de la caricatura mientras que los congresistas de Fuerza Popular se galvanizaban alrededor del partido.
Fuerza Popular ha soportado todos lo embates. El antifujimorismo que creció durante y después de la denominada transición paniaguista quiso con todas sus fuerzas excluirlo del juego político pero el proyecto keikista continuó hasta convertirse en la primera mayoría en las elecciones pasadas. Pero como explicábamos, la lucha contra el pepekausismo ha desgastado a Keiko sin embargo tiene todavía amplios espacios para recuperar fuerzas. Total, en política no todo está dicho y solo el tiempo dirá.
Lo que sí se puede decir es que el keikismo y Fuerza Popular ha logrado desactivar todas las estrategias de todos sus adversarios aglutinados en ese grupo sin forma llamado antifujimorismo, federación donde militan tenazmente desde el liberal hayekiano hasta el izquierdista caviar. El keikismo y Fuerza Popular ha logrado a base de pura política de resistencia derrotar la estrategia de la izquierda caviar, un sector de medios y periodistas, el gobierno pepekausa, a Kenji y el mismo Alberto cuyo objetivo era entregar el partido como trofeo al otrora gobierno de PPK.
Sostener que Keiko está dañada mortalmente solo es una opinión supina sin ningún análisis. En todo caso, lo que ahora tenemos es un partido (con debilidades aún) y a una Keiko que tiene la oportunidad para separar definitivamente el legado autoritario de su padre del proyecto Fuerza Popular.
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