Punto de Encuentro

HAMBRE DE GLORIA: JUVENTUD Y POLÍTICA.

Por PERCY VILCHEZ SALVATIERRA.

I.

En el curso de la Historia, la juventud ha impulsado y realizado las más grandes transformaciones, siempre. Mas esta circunstancia nunca se materializó con mayor intensidad que a fines del siglo XVIII e inicios del XIX. De esta manera, el espíritu de los grandes artistas de esa época legatarios plenos del romanticismotuvo su contraparte en el escenario político en la figura de  Napoleón Bonaparte, el general más joven de la Armada francesa, cuyo nombramiento posibilitó el inicio de su meteórico aunque tortuoso ascenso que puso en jaque a todo Occidente. De él, dijo Talleyrand que luego de vencer a Austria solo le quedaban por conquistar Rusia y la China, mas ya sabemos el desenlace de su campaña en las estepas sármatas y su vil declinación ante sí mismo y su ambición desenfrenada pese a la rotunda y épica devoción de su "Vieja Guardia" y la Grande Armée.

Pese a lo expuesto, solo en la adultez plena se consolidan las propuestas de los tiempos imberbes. En este punto, la vida y la historia otorgan a unos la gloria y a otros la tragedia como puede constatarse si se revisa el volumen “La Lucha contra el Demonio” de Stefan Zweig.

El problema de nuestro país es que la juventud no propone nada que sea distinto a la guía de sus predecesores y que la gente que está en la edad adulta solo procura satisfacer los intereses de sus cuentas de banco y nada más.

La tragedia peruana actual es que hay varias generaciones perdidas en la mediocridad y el más ominoso materialismo a lo que se suma el orden irrefrenable de corrupción que dirige las vidas de tanta gente tal cual se ha demostrado a través de los audios propalados en los últimos 40 días.

El apetito de gloria es prácticamente nulo en la ciudadanía en general y, sobre todo, entre la “clase” política. Sin la pretensión de consignar en grandes moldes nuestros nombres respecto de la Historia no hay mucho que hacer para refundar a nuestro país.

II.

Los hombres y mujeres que forjaron la libertad de nuestro continente no esperaron que otros forjaran a la ciudadanía o al “Estado de Derecho” para luego luchar por nuestras libertades, sino que ellos mismos haciendo frente a la abyección imperialista y la opresión colonialista forjaron las armas y las ideas que nos llevaron a liberarnos del yugo español. (Aunque estas aseveraciones son solo parcialmente ciertas desde luego, aún hoy tenemos que luchar por liberarnos de las muchas formas de opresión que afectan a la sociedad contemporánea nos servirán para ejemplificar algunos detalles muy importantes.

Fijémonos, en el sentido propuesto, en la vida y obra de Nariño, Bolívar, Santander, Sánchez Carrión, Sucre y todos los otros héroes y prohombres de aquellas épocas gloriosas:

En 1794, Antonio Nariño tenía 28 años, y ya había traducido, publicado, comentado y difundido subversivamente la «Declaración de los Derechos del Hombre», incendiario documento originado en Francia y cuya circulación había sido prohibida en las colonias españolas por el Tribunal del Santo Oficio. Por este gesto prometeico, Nariño estuvo preso durante casi veinte años. 

En 1805, Simón Bolívar tenía 22 años, y ante la sombra de los grandes tribunos latinos se comprometió en el Monte Sacro de Roma a liberar a su patria del domino español. Su participación fue la más destacada de la emancipación hispanoamericana frente a España a tal punto que el mismo San Martín tuvo que ceder ante él. Por sus acciones e ideas fue considerado “El Hombre de América” y una de las grandes figuras americanas que marcó un espacio propio en el curso de la historia universal.

En 1821, Francisco de Paula Santander, tenía 32 años y ya era vicepresidente y luego presidente de la república de Nueva Granada. Por sus victorias y su denodada resistencia contra el ejército realista jamás debería ser olvidado de la memoria de los héroes. Además, construyó el primer sistema de educación pública de Colombia al impulsar la creación de escuelas y universidades y todo esto antes de tener 36 años.

En 1822, José Faustino Sánchez Carrión, tenía 35 años, y en su calidad de diputado integró el Primer Congreso Constituyente del Perú. Fue miembro de la comisión encargada de redactar la Constitución promulgada en 1823 que tuvo marcada inspiración liberal y logró hacerse de una gran cuota de poder e influencia Posteriormente, por difundir y defender los grandes principios republicanos del sistema de gobierno que propugnaba en momentos en los que el autoritarismo recrudecía entre los caudillos militares fue denominado por sus compatriotas como “El Tribuno de la República”, honor inmenso y muy bien llevado por “El Solitario de Sayán”.

En 1824, Antonio José de Sucre tenía 29 años y ya era mariscal. En esa condición, obtuvo la victoria de la batalla de Ayacucho, que significó la desaparición del último virreinato hispánico en América y el fin del dominio colonial español en Sudamérica, al menos en papeles, es decir, la famosa Capitulación del 9 de diciembre de 1824. Ayacucho, jornada gloriosa si las hubo desde las luchas mitológicas frente a las murallas de la vieja y espléndida Troya, tuvo en el mariscal Sucre un digno émulo de los héroes homéricos.

Esta generación de jóvenes imbuidos por los altos ideales de la Ilustración y del Romanticismo sacudió al mundo y aun sentimos el estrépito de sus vítores y bríos. Sus ideales y acciones lograron la liberación de nuestros pueblos e implementaron sistemas de gobiernos que aun hoy rigen, de alguna manera, nuestras vidas. Y, sin embargo:

¿Qué ha sucedido para que en el curso de dos siglos nuestras "independencias" no se hayan consolidado? ¿Por qué el ejemplo de estos grandes latinoamericanos no fue imitado? ¿Por qué ahora nadie puede reconocer ni siquiera la sombra de sus nombres ni la estela de sus pasos enormes en el horizonte de la Historia? ¿Por qué la política se ha degenerado tanto que ahora solo participan de ella los mediocres, los oportunistas sin talento y los hambrientos de dinero obtenido turbia y fácilmente sin trabajar?

En primer lugar, aquel que cree en el hombre es un maldito según enseña el Antiguo Testamento, versículo 5 del capítulo 17 del libro del profeta Jeremías (“Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová.”).

En esta secuencia de pensamientos, debemos entender que no es el individuo el que permanece en el cambio ni tampoco el que lo hace perdurable, sino que es un ejercicio y un deber de la mayoría el impulsarlo. En el caso contrario, solo quedarán hecatombes y cenizas. Es decir que un hombre se “tuerce” más pronto sino tiene frenos ni contenciones que deberán ser proporcionados por una ciudadanía activa y no solo por masas acostumbradas a ser electores cada cinco años, ya que estos últimos no tienen nada que ofrecer sino su cédula de sufragio entintada y el vacío.

Fijémonos, nuevamente, en los grandes personajes históricos que enumeré. Empecemos con Napoleón, por ejemplo. El “Gran Corso" era, al inicio de su carrera, el adalid de la libertad e iba a expandir la revolución por toda Europa. Sin embargo, se volvió un tirano megalómano que entregó la sangre de dos generaciones de jóvenes tanto a la gloria y a la victoria tras vencer a Austria y tras haber puesto en jaque a los mismos Habsburgo, señores todopoderosos de la Europa mediterránea, así como al más rotundo y amargo de los fracasos y las derrotas tras la invasión de Rusia y todo lo que vino después.

Bolívar fue uno de los grandes libertadores de América, pero luego dividió al Perú, creó un estado a nombre propio, Bolivia, trató de favorecer furiosamente a la Gran Colombia por sobre todas las cosas y hasta se hizo denominar Dictador Vitalicio en el estado peruano.

Sánchez Carrión fue ampliamente celebrado por todos dada su alta calidad moral, pero según la mayoría de reportes de la época estuvo involucrado directamente en el asesinato del preclaro y lúcido Monteagudo.

III.

Es por eso que este pasaje invernal desde el que escribo es luminoso como el brillo de 10 000 antorchas encendidas en las playas de Ilión o más allá de la Puerta de Tannhäuser.

Pese a las parrafadas más o menos líricas de ciertas partes de este texto, mi principal intención es que se llegue a comprender que se requiere de una movilización masiva de ciudadanos dirigentes y no solo el concierto infructuoso de una supuesta “élite” política ni, mucho menos, el surgimiento de un caudillo.

IV.

El futuro está en nuestras manos, no las vendamos ni las entreguemos al mejor postor, antes ofrézcamoslas al pueblo, a sus necesidades y deseos y, también, a sus sueños. Esa es la única forma en la que se posibilitará la añorada utopía de llegar a ser una nación completa. De otra forma, nuestras juventudes y nuestra adultez se habrán perdido en el despeñadero inframundano al que van a parar todas las ilusiones y oportunidades perdidas.

V.

He mencionado en líneas anteriores a nuestras “independencias” y, sin embargo, al inicio, toda Sudamérica era la Patria, la "patria única", la "patria grande". Los separatismos y nacionalismos absurdos nos dividieron y nos hicieron débiles. Compárese a Sudamérica con los grandes estados federados del mundo y se verá claramente uno de los lastres que debimos y, aún ahora, debemos afrontar.

En este punto, entra a tallar el grado de interrelación que tienen los jóvenes peruanos con los jóvenes de otras latitudes. Recuerden que el sentido internacionalista es, también, fundamental para el desarrollo no solo de nuestras economías sino, también, de nuestras inteligencias. Así, recuérdese a Mariátegui y a Haya y, antes, a los miembros de la Logia Lautaro y tantos otros que hicieron del intercambio de ideas, la pauta habitual de sus vidas.

Ahora, hay internet, hay “todo” y, sin embargo, la gente anda más preocupada por escarbarse la suciedad del ombligo y publicitar los resultados en el Facebook antes que marcar una posición respecto de los atentados terroristas en África o en la Franja de Gaza. Trump reconoció a Jerusalén como capital del estado de Israel a fines de 2017 y eso le ha afectado en absolutamente nada a la mayoría. Y, deberíamos darnos cuenta que “todos” somos Palestina, etc.

VI.

Veamos las listas de candidatos de las últimas décadas y no solo consintamos la vergüenza que representan como se ha hecho hasta la fecha, sino que esforcémonos por impedir que sigan proliferando los pobres diablos.

Con un Norte que aún no ha sido reconstruido; con un narcotráfico creciendo cada día a pasos agigantados junto con la delincuencia en todos sus niveles más la corrupción y estupidez que se arrastran en todas partes invadiendo cada parcela limpia de nuestro país con sus infectos y repulsivos modos y presencias; con problemas tan grandes para el futuro del país como la terrible incidencia que la anemia, la falta de comprensión lectora y la nulidad de suficiencia matemática tienen en los niños peruanos, zaheridos, además, por medios televisivos basura y pésimas opciones de lectura, ¿qué podemos hacer?

Ante esta última pregunta, si aún conservamos algo de grandeza en nuestro ser, solo nos queda rebelarnos contra este orden de cosas nefasto e injustificado; en realidad, el más perverso de los desórdenes que no deberemos consentir un minuto más porque corremos el riesgo de ser sepultados y aniquilados por su impronta lesiva respecto de todas las formas que puede asumir la dignidad humana.

VII.

Jóvenes y adultos jóvenes, adultos y ciudadanos peruanos de todas las edades sino derriban las amarras que los atan al puerto de la indolencia y la mediocridad tampoco soltarán sus velas, ni se adentrarán en el mar. Por ello, si existe un mandamiento nuevo que sirva para trastocar esta época tan vacía es: “Vivan, sueñen, experimenten, obren, enriquézcanse si quieren lícita y éticamente pero no se olviden del pueblo ni atenten en contra de él”.

 

Noche del 17 de Agosto de 2018.

 

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