Punto de Encuentro

LAS FORMAS SI IMPORTAN

Dicen los entendidos, que todo tiene su fondo como su forma, y que tan importante es lo uno como la otra.

De nada sirven las formas más corteses y educadas para comunicarse y transmitir ideas, si es que ellas carecen de importancia, son irreales e incluso periféricas y sin la debida profundidad.  Igual sucede, cuando pese a ser el contenido absolutamente lúcido y adecuado, se transmite con prepotencia, sin cortesía y hasta innecesariamente pechando.

Lo antes expuesto es para todo tipo de relaciones y comunicaciones, sean ellas en ámbitos eminentemente familiares, sociales, académicos y, porque no decirlo, también en lo político, más aún cuando esto último interesa a toda la ciudadanía.

Tenemos tres Poderes del Estado, como es el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, pero también órganos autónomos de origen constitucional, como son, por ejemplo, el Tribunal Constitucional, el Consejo Nacional de la Magistratura, el Ministerio Público, la Contraloría General de la República, el BCR y la SBS.

Todos los señalados forman parte del Estado, con sus propias facultades y atribuciones, y cada uno siempre tiene algo que decir, aunque no necesariamente coincidir, pero lo que se tenga que decir hay que formularlo con las formas debidas, dentro de las reglas de la urbanidad, cortesía y buenos modales, sobre todo para no lesionar orgullos que generan resentimientos, muchas veces no posibles de acallar.

Recordemos las reglas de la física, aprendidas desde la escuela, como es que toda acción genera su reacción. En las relaciones humanas también sucede lo mismo, por lo que utilizar algunas expresiones o formas que pudieren considerarse descorteses van a tener respuestas descorteses, lo que va distanciando a los actores políticos.

Se supone que todos queremos el mismo norte para el país, en consecuencia hay que dialogar, y para ello entre las más altas autoridades hace años creamos,   en los hechos y sin norma legal, el Consejo de Estado, institución que felizmente el actual Presidente de la República ha rescatado y la  ha vuelto vigente.  Este espacio es lo más útil para buscar consensos, sin necesidad de “pechar”.

Hay muchos ejemplos en semanas recientes de formas inconvenientes generadoras de fastidios en las altas esferas públicas.   El Presidente, en un papel que no le corresponde por su investidura, concurre al Congreso para entregar proyectos de reformas constitucionales, sin haberse puesto previamente en comunicación con el Presidente del Legislativo, que contestó de malas formas, aunque luego limaran asperezas.

El Presidente exhorta al Congreso a apresurar el trámite de acusaciones constitucionales.  Los congresistas saltan más que a garrocha y expresan su indignación, olvidando que una cosa es exhortar o recomendar y una muy diferente es ordenar al Legislativo.

El Presidente de la Nación, más que recomendar, ordena referéndum para ciertas modificaciones constitucionales, no siendo ello su atribución, a lo que el Parlamento vuelve a enojarse por supuesta invasión de incompetencias. ¿No hubiera sido mejor conversarlo?

Nuestras autoridades, ante una ciudadanía enfadada con todos, tiene la obligación patriótica de guardar formas y expresar inteligentemente contenidos, no para la tribuna, sino para la buena conducción del país.

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