Punto de Encuentro

Para construir la Democracia Social

19 Septiembre, 2018

José Bulnes

¿Cuál es nuestro punto de mira? Y ¿cuáles serán las herramientas teóricas con las que labremos una interpretación de la historia de la política peruana que permita influir sobre ella y conducir su narrativa? Pero quien se adentra en el estudio de la historia para, desde la política (ejercicio para la tenencia del poder), sustentar una interpretación de la realidad política no podría obviar dos requerimientos: el primero remite al punto de mira, es decir, desde dónde miramos la política. El pensamiento científico superó la abstracción de los sistemas explicativos, porque recurrió a la empiria, la dinámica de la Realidad se estudió a partir del comportamiento de los cuerpos, asimismo se concibe el ejercicio de la política por la experiencia del gobernante, si éste mantuvo o no su poder y cómo agenció dicha empresa. El segundo requerimiento alude a las herramientas conceptuales con las que analizamos esa realidad, cómo contrastamos, para indagar en el tipo de relación, las diversas formas de organización, participación y representación en aquella realidad.

Es así que la construcción de una línea de interpretación demócrata social desde el presente y que procure una influencia política y electoral posterior, indagará en la historia para definir (su) posición frente a la historiografía de los hechos que originaron la República en 1821, si es que la construcción de una interpretación demócrata social busca ser ideológica (doctrina-acción) antes que metafísica (doctrina-especulación). Asimismo, deberá optar de entre una serie variada y potente de formas de conceptualización de la realidad política-social: desde una interpretación en la que el poder se concentra en las élites, dejando poco o relativo margen de acción influyente a las masas; o considerar que el cambio social es precedido por la dinámica de las lucha de clases que orienta y resuelve el conflicto; sin embargo, el conflicto puede morigerarse con instituciones (normas) que regulen y/o normalicen interacciones de las clases demandantes y la clase que posee el medio de producción.

Entonces, distinguido lector, planteamos una idea preliminar:

i) si se busca construir una interpretación demócrata social (o cualquier otra corriente) en su forma ideológica adentrándose en la historia, se tendrá que esclarecer la actitud política frente al nacimiento de la República en 1821.

Pero conviene aclarar que este esclarecimiento del sí mismo frente al origen de la República no tributa un ánimo de mea culpa, sino estrictamente el de responder ¿qué tipo de relación se genera entre mi devenir histórico y el de la historia, en la cual se desea incidir al construir una interpretación de la realidad política? Solo entonces, la construcción del discurso demócrata social puede pretender ser un argumento, una opción, porque habrá nacido de la contrastación con el pasado del suelo político en el que desea arraigar.

Luego, convendrá la investigación en optar por un punto de mira, así como dar cuenta de las herramientas con las que analizará la cosa política, lo cual llevaría a plantear la segunda idea preliminar del método:

ii) posteriormente al esclarecimiento del sí mismo ante el devenir de la historia, la constatación de una forma de nosotros frente al aquello de la historia, toca interpretar lo esclarecido. Entonces, el buen juicio dicta tomar diversos puntos de vista, así como el ensayo teórico de interpretar con diversas herramientas los diversos momentos de la historia, sin embargo, en el presente, si se busca algo semejante a la coherencia doctrinaria, el presente dicta tomar un punto de mira y la herramienta con la que interpretaremos la realidad, a fin de sostener un discurso demócrata social en el tiempo.

Este método constituido en i) y ii) apartados, es el punto de inicio que va acompañado a un análisis de la situación y las herramientas a disposición. Supongamos que la situación está determinada por la urgencia y la perennidad, la urgencia de impactar políticamente en la agenda electoral en el 2021, y la perennidad de construir un discurso político que enraíce sosteniblemente. Asimismo, se dispone de herramientas teórico-prácticos, una maquinaria partidaria y una doctrina.

Luego de esclarecido el método y dispuesto una situación y sus herramientas, podemos dar inicio a los elementos problemáticos en el empeño de constituir un discurso demócrata social. Por ello, en las líneas siguientes desarrollaremos lo que, a nuestro juicio, son tres factores relevantes que surgen de la misma áspera tarea de construir un discurso político revisando la historia y suponiendo reales la situación en la urgencia electoral, enraizar en la sociedad y el de disponer de un partido y una doctrina. Estos factores serían los siguientes: 

a) Si el esclarecimiento de nuestro sí mismo político ante la República colisiona o no con los caros principios de un partido político que ha tenido de entre la clase popular, sus más sacrificados militantes.

b) La gran posibilidad de que sea cual sea individualmente la posición política frente a la República, en el partido siempre habrá una interpretación opuesta.

c) Y el constante replanteamiento de la adherencia política con la doctrina.

a) Puntos a discutir acerca de la relación entre el militante y un proyecto demócrata social

La militancia en un partido político significa la revisión constante y crítica del ideario de este partido. Si el militante es cercano a la alta dirigencia, es decir, existe un mínimo nivel de coordinación con la alta dirigencia en momentos límites de la organización (campaña electoral, elecciones internas, etc.) y opta en el empeño por la construcción de un discurso demócrata social, entonces podría considerar lo siguiente: ¿cómo interpreta un militante de una organización que pondera la tenencia de la tierra para quien la trabaja (Plan de México de 1928, art. n°6), sobre la base de comunidad indígena, su presente con referencia a la Colonia; su principio continentalista frente al debate entre monárquicos e independentistas hacia 1823, poco antes de la instalación del Primer Congreso Constituyente. Podemos sugerir que si la forma como se origina la República no toca al militante, entonces deberá revisarse la forma de relación entre el aprismo y el militante que confirma suscribirlo.

La Democracia Social es una institución, y la organización política ha colisionado con ésta en pasajes muy precisos, 1932 y 1948, ¿la defensa del voto puede permitir toda concesión? Más allá de la respuesta, la auto interpelación es un costo que el militante deberá considerar si su empresa de construir un discurso demócrata social es sostenido. Esto ya genera un ruido en su tarea, pues el que organiza controla el funcionamiento, pero el que crea un discurso, procura la pervivencia de la organización.

b) Coexistencia de interpretaciones en una organización política y la viabilidad de un proyecto demócrata social

La Democracia Social suscribe el voto, la libertad, la institución, el imperio de la ley. Una realidad tal tiene en el origen de la República su esbozo primero. Sin embargo, ¿cuáles han sido las plataformas desde las cuales se han constituido la identificación y la representación como vínculos patrióticos y civiles desde la gestación en 1821 y la actualidad? Esta identificación ha oscilado entre la identificación con los batallones en la Batalla de Junín cuando toda labor en la cosa pública debía estar orientada a mantener y pertrechar esos batallones; también la identificación ha experimentado la Confederación Perú-Boliviana; se volvió doctrina la identificación en la filosofía de Bartolomé Herrera. El Ejército y el Clero, bien su alejamiento o distancia con respecto a las mayorías, son también factores a considerar en la auto interpelación constante del militante, en el proyecto y en su partido.

Pero hay otro aspecto de la identificación de las mayorías y la plataforma con la cual se ha tejido esa identificación. En el año de 1870 inicia su gobierno el civilismo, tendencia social, es decir, una corriente social que ocupa un lugar determinado en la cadena productiva de la sociedad, contraria a la política fiscal con respecto al guano, resultó originando un partido político (civil). Un gobierno no militar se encargaba de la República pero no eran las mayorías, sino las clases sociales. ¿Cómo lidia una visión demócrata social con esta historiografía? La plataforma se amplía en tiempos de Guillermo Billinghurst, un primer chispazo populista, ya en la forma, ya en su electorado. Pero la Aristocracia confronta a un momento populista del Ejército en el año de 1930, con Sánchez Cerro. ¿Cuál es la posición del militante aprista no genético frente al fenómeno populista urrista?

La identificación avanza hasta el año 1968 en la reforma velasquista. Esto lleva a considerar que si la historia de un movimiento político se origina electoral y políticamente desde la década del treinta tiene que habérselas con las otras plataformas políticas que han reivindicado también a las mayorías provincianas y urbanas. Los partidos políticos y el Ejército también son organizaciones y lo militar no ha sido un ejercicio ajeno a los partidos políticos del Perú, y tampoco a sus movimientos sociales. Es decir, si en la misma plataforma de la maquinaria partidaria pueden confluir las tendencias más opuestas, velasquistas, sindicalistas, conservadores, burócratas, apristas de vieja guardia, apristas líquidos, mariateguistas, demócratas ortodoxos, heterodoxos, casistas, es porque la plataforma del apra es la unión, la confluencia primordial del trabajador manual y el trabajador intelectual.  

c) El militante y su doctrina

Si el empeño de construir una interpretación demócrata social es ideológico a fin de concretar una acción, las contradicciones o afinidades con el origen de la República y la forma como ha oscilado la identificación social, deberá incidir en la evaluación de la relación del militante con la doctrina del partido. Lo cual llevará al planteamiento retrospectivo y crítico de por qué los urristas se hicieron con un margen de apoyo popular como el aprismo en su primera hora electoral. La escisión con la corriente mariateguista no era tal como para desde ella explicar este alejamiento de las capas populares del apra, por ello, el replanteamiento de la doctrina no estriba en negarla u omitirla, sino en descubrir cuál es ese espacio no cubierto por la propuesta aprista.

Es esta interrogante acerca del apoyo que tuvieron los urristas en el 30, lo que nos remite a un factor que es resultado de un sinceramiento en parte i)del método, el esclarecimiento de nosotros frente al nacimiento de la República. ¿Qué hacer con la literatura de los ex militantes apristas en la que se fustiga a la Dirigencia y se observa la no coherencia de la acción con la doctrina? ¿Ir contra la dirigencia significa ir contra la doctrina en un partido político, históricamente constituido? Es aquí lo que podríamos definir un momento límite en la construcción del discurso demócrata social por parte de un militante, porque ya no tiene que habérselas con el i) esclarecimiento, ni con el ii) punto de mira, finalmente puede optar teóricamente por una perspectiva poliédrica, sino con la adopción de las herramientas conceptuales y la aceptación de que al optar por unas herramientas conceptuales se estaría, en cierta medida, desplazando las otras. Si se opta por un análisis de la doctrina de la lucha de clases, es porque no es suficiente una explicación de la regulación de los salarios desde la doctrina de la ley de oferta y la demanda.

De momento, para lidiar con esta posible desavenencia en la que pueda incurrir doctrinariamente el militante que busca construir una narrativa política en el apra, puede sugerirse una detallada revisión de documentos básicos en la historia doctrinaria del partido, no obstante, el militante opte las más de las veces por la fuente del testimonio antes que la fuente de la razón.

En primer lugar, la revisión de la doctrina implica contestar a la pregunta: ¿revisamos porque buscamos reafirmar? O ¿revisamos porque buscamos cambiar? Sea cual fuere la respuesta, un agudo análisis de tres obras merecen detenido análisis:

• Plan de México de 1928: (a fin de esclarecer el concepto de propiedad y modelo de desarrollo)

• El Antimperialismo y el Apra, 1936: (¿Qué dijo y no dijo Víctor Raúl Haya de la Torre?

• El Futuro Diferente, 1985: (a fin de esclarecer el posible salto de una interpretación populista del Perú del 80 a una democrática social cuando acepta a los “circuitos financieros” como agente inevitable de las interacciones humanas y que constituyen un componente de la sociedad del futuro)

Una revisión preliminar de estos libros para bordear bien al enemigo del Apra y su futuro electoral. Posteriormente a esta revisión, la construcción del proyecto demócrata social tendría que revisar de forma conjunta y contrastada Treinta Años de Aprismo y la bibliografía de Carlos Miro Quesada, testigo presencial (desde la oposición política).

Finalmente, este sería un primer paso propedéutico para la construcción de un discurso demócrata social.

 

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