Punto de Encuentro

El Perú necesita el retorno de la buena política

19 Septiembre, 2018

Enrique Valderrama

No creo en las buenas intenciones del Presidente Vizcarra, rodeado y/o chantajeado por íconos del odio politico, entre ex activistas de las izquierdas extremas y extraviadas así como periodistas reconvertidos al anti Fujimorismo, luego de servir para el gobierno del dictador Alberto. Siento que el mandatario se ha resignado a seguir la agenda de estos personajes y a la vez tratar de evitar el avance de la investigación del tema Chinchero. En el camino da la impresión de que hay cierta impaciencia por capturar la Fiscalía de la Nación propiciando la salida del Fiscal Chavarry para volver al estilo Sánchez, bajo cuya aura nunca habría justicia respecto al "Club de la construcción" y a Toledo, Villaran, Humala y PPK. Este apuro pareciera que ha sido potenciando por la veloz y contundente colaboración de la Fiscalía Brasileña, acuerdo que es claramente incómodo para el nuevo entorno del Presidente. Muy malas señales. 

Pero tampoco creo en las intenciones de la mayoría parlamentaria, del Fujimorismo, el que ha demostrado largamente que no tiene una visión del país que quiere, le ha hecho falta además mucha grandeza para avanzar luego de la derrota de 2016 y pretendió no gobernar desde el Congreso sino hacer insensata demostración de fuerza desde su espacio de dominio. En 26 meses de mayoría absoluta o primera minoría no han impulsado una sola ley de fondo. Falta diagnóstico y nivel y eso los ha ido llevando a la desfiguración ante los ojos de la ciudadanía. 

Ninguno está a la altura de la encargatura que el pueblo les dio hace más de dos años (Vizcarra solo ha resultado la continuación de Kuczynski). Solo el planteamiento de una agenda social concreta y expuesta públicamente, con el aporte de todas las fuerzas politicas, que aborde problemas urgentes de los peruanos podría, en el marco del diálogo, sobrellevar este momento. De lo contrario, de persistir estas actitudes mutuas solo quedará el camino de exigir elecciones adelantadas para renovar los dos poderes, gane quien gane, en lugar de seguir desangrando el Perú. 

El drama de estos últimos años es que el Ejecutivo de turno no ha tenido un plan de gobierno construido desde los intereses de la gente, de los pequeños productores del campo, de los emprendedores urbanos, de los jóvenes, de las mujeres; sino más bien desde el apetito de poder e influencia para lucrar o perseguir expresiones populares organizadas de parte de una pequeña neo oligarquía y sus aliados y/o empleados. Un remanente de la vieja plutocracia que ha sabido convivir muy bien, en franca felicidad, con sus socios brasileños de Odebrecht y demás. Y tampoco ha existido hace más de 7 años un Ejecutivo que haya tenido un Partido de verdad que lo respaldara, sobre el que tome control efectivo del aparato burocrático estatal y oriente su acción. 

En honor a la verdad también las primeras minorías parlamentarias como la del nacionalismo o la del Fujimorismo en estos últimos años han ido de mal en peor, siendo cada vez más miopes, cada vez expresando más no lo mejor de la sociedad sino cierta marginalidad que supo construir fortuna de formas no tan claras, mintiendo en el camino sobre sus actividades económicas, sobre sus estudios, entre otros. Y principalmente perdiendo cada vez más el sentido de la política, de representar, de intermediar, de servir y de sumar y consensuar. Haciendo cada vez más lo contrario. 

Es el momento de que retorne la buena política y no el imperio de las bandas organizadas para asaltar el tesoro público, ya sea nacional como los "Cuellos blancos de Choquehuanca" o regional como "los cuellos blancos del Puerto". 

Naturalmente para esto se requiere de proyectos políticos con marcos conceptuales medianamente claros, con una visión de Perú, con un plan de Gobierno y con cuadros en todo el Perú. 

Un momento de amplia responsabilidad para la Democracia Social del APRA si apuntala su relanzamiento, reconstrucción y unidad. Ojalá que aparezcan también otras expresiones con la que dialogar en estos términos, aunque hoy por hoy no se vislumbre ninguna. 

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