Punto de Encuentro

La Constructocracia y sus empleados de pseudo izquierda

Hace varias décadas, el gran Luis Alberto Sánchez señaló con mucha brillantez al grupo que usufructuaba el país sin pensar en las mayorías nacionales y los denominó: la "bancocracia". Naturalmente habían otros grupos y otros intereses que apoyaban el status quo, otros colaboradores o integrantes de la "oligarquía" o de la "plutocracia", como solía llamarlos públicamente Armando Villanueva Del Campo. También otros grupos al servicio de los primeros: una buena parte de la cúpula militar y en muchos episodios la izquierda comunista, quienes denominaron a Manuel Prado: "El Stalin Peruano". Sin embargo LAS acotó muy bien las responsabilidades principales del momento que vivía el país. 

Hoy el Perú atraviesa un momento similar a la primera parte del siglo XX; existe un grupo que opera desde la recuperación de la democracia -cuando menos- en 2000 y que ha ido sometiendo a muchos de los representantes del poder público a cambio de prebendas y coimas; controla además la inmensa mayoría de la prensa escrita y televisiva. Detrás de todo este esquema están los grandes contratos de construcción que ha ganado éste grupo sin parar, en alianza con Odebrecht, OAS, Camargo & Correa y Andrade Gutiérrez, las empresas brasileñas protagonistas de la Mega Corrupción continental denominada "Lava Jato".

Como los brasileños son monstruos mucho más grandes y fuertes, los socios consorciados peruanos se adecuaron a sus formas de trabajo y a sus amigos políticos. Esto es importante pues las constructoras del país de la samba eran parte de un esquema político impulsado por el Partido de los Trabajadores de Brasil, por el Lulismo, cuyo líder hoy está preso. Y fue a través de ésta red que impulsaban, el denominado "Foro de Sao Paolo", desde el cual con una máscara de política integracionista orientada hacia la Justicia social en realidad se tomaba contacto con potenciales ganadores de elecciones para concretar negocios al margen de la ley. 

Como el Gobierno de Lula era popular en los círculos de la izquierda criolla limeña y era visto como un ejemplo a seguir, no fue sorpresivo que los activistas y generadores de corriente de opinión en redes sociales y medios de comunicación de simpatía pseudo izquierdista empezarán a trabajar para los intereses de aquellos que construían grandes obras de infraestructura, para los intereses de Graña y algunas pocas constructoras más. A la par sus aliadas brasileñas otorgaban fondos para premiar periodistas y aportar a ONGs de la misma línea.

La izquierda criolla peruana y su capital político y social, es decir su influencia en la academia nacional, sus ONGs y sus redes empezaron a trabajar bajo la idea de -con el apoyo de buena parte de los medios y el aporte dinerario de la coalición Graña-Brasil- liquidar a sus adversarios políticos, a los que no era posible desaparecerlos en las urnas. Cabe mencionar que estas redes pseudoizquierdistas tienen una inmensa influencia tanto en el Poder Judicial como en el Ministerio Público. Todo ello lo pusieron al servicio de sus nuevos amos, a cambio de consultorías, financiamiento, pero sobre todo de respaldo para llevar a cabo sus pequeñas venganzas. 

Entonces es correcto decir que la nueva "bancocracia" peruana es hoy la "Constructocracia", el gobierno de las grandes Constructoras; representadas icónicamente por Graña y Montero, que aún gana licitaciones con el Estado, y por su socio principal: José Graña, hoy lejos del Perú, rodeado de una aura de impunidad. Ésta sería el corazón de la neo oligarquía peruana y los izquierdistas limeños criollos sus entusiastas empleados. Naturalmente asistimos el día de hoy a la parte inicial de sus exequias. Sobre todo por el triunfo de Bolsonaro en Brasil, quién no protegerá políticamente a los aliados brasileños de la "Constructocracia" peruana.

Hoy, igual que hace 100 años la idea republicana está amenazada por una casta que solo busca impunidad y saquear los recursos del Estado. Sus fines no sólo son distintos a los del Perú popular, son contrarios. En su irresponsabilidad les han dado viada a todas las ideas autoritarias del izquierdismo infantil o a los delirios de poder de aventureros que luego quizás los traicionen. Todo por seguir ganando contratos en condiciones obscenamente vergonzosas como las que consiguieron con Toledo, PPK, Humala y Villarán. 

Los medios de comunicación no son malos per sé, menos las instituciones; las grandes empresas aún menos; son los grandes intereses que persiguen actuar fuera del marco legal los que los orientan a convertirse de un lado en una gran factoría y repetidora de post verdades o de otro en elementos funcionales para el ataque politico ó, finalmente, en organizaciones mercantiles sin freno o escrúpulos. Recuperar su objetividad debe ser tarea de los otros grupos al interior de los medios -que siempre existen- y en lo que corresponde al sistema de justicia, somos los ciudadanos los que debemos exigir una reforma auténtica y con participación popular, no apresurada y en el proceso evitar que ésta debilidad institucional sea usada por los apetitos de Martín Vizcarra y su irresponsable Premier Villanueva. 

Será finalmente responsabilidad de los buenos empresarios zanjar las diferencias con este pequeño sector que tanto daño ha hecho al Perú y a la imagen de su gremio. 

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