Punto de Encuentro

Sobre el referéndum del 09 de diciembre de 2018: una nueva farsa política en el meollo absoluto de la farsa, la política peruana.

Sobre el referéndum del 09 de Diciembre de 2018: una nueva farsa política en el meollo absoluto de la farsa, la política peruana.

No tiene nada de inteligente, ni mucho menos de patriótico, avalar las indicaciones del gobierno vizcarrista de votar “Sí, Sí, Sí, No”. De hecho, creer que este referéndum será el inicio de una victoria contra la corrupción es un despropósito utilizado por meros oportunistas que “olvidan” las implicancias de Vizcarra en el Asunto Chinchero y los diversos procesos en los que se vio involucrado como consecuencia de su gestión como gobernador de Moquegua.

En este sentido, el referéndum no sirve para nada que sea distinto a fortalecer la imagen del presidente de la República y siendo que todas sus propuestas han sido mal construidas, en plena correspondencia con el criterio oportunista y confrontador de su origen, que sirvió, eso sí, para apuntalar el inicial derrumbamiento del fujimorismo, pero para nada más, no corresponde que se les dé un respaldo tal como la aprobación que requirió en su discurso del último 28 de Julio.

Una vez que el fujimorismo está en ruinas y dado que no tiene mayores posibilidades de reorganización por el lado de la principal culpable del desgobierno de PPK, si descontamos la falta de pericia del experimentado lobista, es decir, Keiko Fujimori, no es necesario respaldar propuestas de reforma constitucional originadas más en la revancha y la confrontación que en la reflexión y el bienestar del país. Acaso hayan sido oportunas en su momento como un medio de intimidación, pero convalidar estos elementos de choque como si fueran medidas de mejora para el Perú es una inepcia en la que ningún individuo maduro debería incidir.

Sucintamente, evaluaremos cada una de las propuestas solo para ver sus fallos, que de tan enormes no pueden soslayarse bajo riesgo de ser considerados alcahuetes de un régimen que hasta el momento no muestra nada de positivo para nadie, hecho curioso porque está en absoluta contradicción con el aval popular del que goza el gestor de estos equívocos, el presidente Vizcarra.

Previamente, debo indicar que lo ideal sería votar negativamente en cada segmento propuesto en el referéndum por lo pésimamente elaboradas que han sido estas propuestas y porque las modificaciones dadas por el congreso envilecieron aún más a cada una de las que se vieron afectadas. Sin embargo, atendiendo a la coyuntura y al hecho de que el vacío originado por la disolución del CNM exige un remedio inmediato consideramos que solo en este punto convendría votar positivamente y en los tres restantes lo más saludable sería marcar no tres veces.

Veamos las 4 preguntas que deberán resolverse el día domingo en el referéndum para agregar una breve explicación respecto de la posibilidad década una de ellas respecto de obtener alguna suerte de  bienestar para el país.

1. “¿Aprueba la reforma constitucional sobre la conformación y funciones de la Junta Nacional de Justicia, antes Consejo Nacional de la Magistratura?”

El problema de fondo no es la estructura de la institución si no la baja calidad intelectual y moral de aquellos que en teoría estarían “aptos” para ejercer estos cargos, entendiéndose que esta aptitud se sometía hasta el cierre del CNM tan solo en la vara y los contactos que tuviera cada postulante. Sin embargo, por la necesidad coyuntural que atiende a la elección de nuevos magistrados y a la destitución de varios magistrados actuales que absolutamente impresentables e indefendibles si es necesario votar afirmativamente en este punto. (en este punto se echan de menos 500 adjetivos más)

2. “¿Aprueba la reforma constitucional que regula el financiamiento de organizaciones políticas?”

Nuevamente, en teoría, es impensable como debe ir en un marco constitucional algo que puede aplicarse simplemente al alcance de la ley penal. El exceso de regulación jamás ha hecho desistir a los agentes interesados en transgredir la ley de sus propósitos.

3. “¿Aprueba la reforma constitucional que prohíbe la reelección inmediata de parlamentarios de la República?”

La reelección de congresistas es algo completamente normal en democracias bien constituidas y es, además, un derecho del ciudadano confiar y elegir más de una vez a quien crean que así lo merecen por lo que recortar un derecho de la ciudadanía es algo con lo que ningún demócrata auténtico debería estar de acuerdo. Nuevamente, el problema es que la democracia en la que vivimos es solamente nominal y la ausencia de calidad por parte de los eventuales congresistas. En tanto cualquiera con las posibilidades de pagar una buena campaña obtenga una curul así no tenga ninguna condición para el ejercicio político y el gobierno, se seguirá hundiendo el alicaído prestigio de la política nacional. La no reelección solo posibilitaría que se agreguen más nombres de personajes olvidables y hasta despreciables cada cinco años en lugar de la caterva miserable que puebla las curules para escarnio de los grandes individuos que estuvieron en esos mismos sitios en un pasado no tan lejano.

4. “¿Aprueba la reforma constitucional que establece la bicameralidad en el Congreso de la República?”

No porque no tiene sentido dado que el problema de fondo es la falta de calidad entre los participantes y eventuales individuos que resulten electos. Por lo tanto, exponer a una institución como el Senado a que cualquier pobre diablo acceda a él sería una desgracia.

Todas estas propuestas fueron realizadas al caballazo y no pueden ser objeto de respeto de ningún tipo.

Finalmente, no importa si cambian las constituciones y las leyes si no cambian quienes deben dotar de representatividad a los encargados de formular las leyes y quienes deben velar por hacerlas cumplir. Entre eso y el desierto cada vez más grande que representa la política actual solo queda armarnos hasta los dientes y evitar que los delincuentes que se hacen pasar por políticos en su mayoría en este aciago momento de nuestra historia intenten interferir con nuestros patrimonios personales procurando, por tanto, una transformación social entendida en el marco más clásico, es decir, creando consciencia colectiva de lo que debe ser un patriota y un ciudadano cabal, principalmente, un ser valiente que no se deja robar, mucho menos, por los alfeñiques que se creen los grandes vándalos por gozar de una endeble cuota de poder.

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