Punto de Encuentro

El eclipse de la democracia y la reacción autoritaria. El desencuentro entre política y las nuevas sensibilidades.

2 Febrero, 2019

Ronald Torres

El despertar de nuevas emociones con  la revoluciones estudiantiles de Mayo de 68, como son hasta ahora el reencuentro con la naturaleza, el sinceramiento de la sexualidad, la lucha de las minorías sociales (feminismo, y movimiento homosexual), el debate sobre la prohibición o no de las drogas, los movimientos sociales y el avance de las muchedumbres como signos de un despertar de los pueblos originarios, significaron una mutación inesperada. La sociedad fabrica neurotizada que habíase levantado de los escombros de la IIGM, y que había confeccionado un pacto de planificación de las fuerzas del capital para solventar las necesidades existenciales de la sociedad destruida, sino lo que seguía era el avance del comunismo autoritario, de pronto implosionó. 

El individuo que había emergido de las profundidades de un sistema de burocratización avanzado, donde sus planes de vida se ajustaban a entregarse a un causa de destrucción masiva, como fueron las guerra imperialistas, evoluciono hacia la búsqueda de su propia autorrealización personal. Hubo lo que se dice un recambio generacional y biológico, donde la vida atrapada en las coordenadas de una producción estandarizada, decidió desembarazarse de un destino funcional, y su grito de desobediencia y de “la imaginación al poder” propuso un derrotero de regreso a la preocupación por la persona humana tal y como es. Toda moral y obligación que conducían a la irracionalidad de solo cumplir órdenes sin sentido se relajaron y se provocó un avance en la conciencia planetaria, que significo una seria amenaza para el control de los poderes facticos que al principio solo descabezaron los propósitos políticos de este movimiento estudiantil, - en verdad de revolución generacional- y luego bajo consejos del politólogo norteamericano Samuel Hungtintong, desinflaron estas expectativas de cambio amplio, con la invención de todo lo que llamamos el sistema de consumo generalizado basado en el crédito y en la redirección de esas necesidades despertadas para convertirlas en mercancía. El Estado social anegado de derechos sociales, en realidad era solo una estrategia de desactivación de una fuerza descomunal de creatividad y su atrofia total completa para darle un matiz de reconstrucción innovadora del capitalismo mundial, basado hoy en la multiplicación de los estímulos y en la producción de estilos de vida ajustados a un sistema económico, donde el vicio y la falta de sentido real es la base de cualquier acumulación sostenible.

El papel de la publicidad y de las técnicas de manipulación audiovisual que los medios de comunicación generalizada desataron fue llevar al extremo tal individualismo, y generaron una desafección cívica y una desconexión de las personas con su entorno inmediato y con las otras personas, que a la larga la democracia representativa que había garantizado el marco legal y territorial para el desarrollo complejo de esta Estado de bienestar se fue deteriorando, y la base de conexión carismática con los liderazgos partidarios se fueron difuminando, creando lo que llamamos en politología “crisis de gobernabilidad de todo el sistema político”. El mismo comportamiento de los actores políticos para  sublimar de modo productivo y realista todo este magma de vitalismo y liberación irracional, desemboco en una real incomprensión de lo ¿qué es la realidad? que el poder político debe canalizar y traducir en ley de regulación social. La sociedad que había tenido por si misma culturas y subculturas populares que otorgaban sostén afectivo al salvaje ritmo de trabajo que la productividad basaba en la esclavitud de los afectos vía inteligencia emocional, se diluyeron en el descontrol pulsional del gasto consumista y en la distorsión de la disipación narcisista, creando una crisis de sentido y de legitimación de la realidad pública que es hoy la razón del  avance de la violencia generalizada, y de todos los problemas de adaptación emocional  a la realidad que se dejan ver en la depresión, el estrés generalizado y la esquizofrenia como señal de un desdibujamiento  nihilista de la época. Lo que empezó siendo una búsqueda inconsciente de espiritualidad y religiosidad mundana se fue agotando en lo que los posmodernos han denominado con acierto, el fenecimiento de la subjetividad, y con ella la descomposición de la misma base de donde emerge el poder y toda forma de autoridad orientadora.

El capitalismo restringido a un pacto  con los Estado democráticos avanzados de redirigir las energías de la inversión privada al desarrollo de las demandas laborales del mundo de la vida, se vio ante el aprieto de reorientar sus creaciones científicas y su tecnología productiva hacia lo que todo liberal estricto considera un desperdicio de mejorar la condición antropológica y psicológica inmodificable del ser humano. El invento de la socialdemocracia de Remercantilizar la mano de obra de la sociedad mediante un sistema de educación productiva, y salud universal generalizada, para que la cultura se ajuste con inventiva y sentido práctico a una vorágine de competitividad asfixiante a la que ponía reglas claras de sociabilidad, genero un desfase anómico con respeto a toda obligación productiva con el mundo objetivo. Toda forma de vida social con sus talentos y personalidad fue considerada según su rendimiento mental y productivo estandarizado, creando un desequilibrio espiritual de todos los sistemas de vida reales con lo que la educación, y las familias pudieran dar sentido , creando lo que llaman los antropólogos como Michael Maffesoli subculturas de trasgresión paralela donde la crisis de sensibilidad no representada por la sociedad dirigida se traduce en criminalidad, desarraigo, apatía y sobre todo el inicio del cinismo de un deseo ingobernable de ejercer violencia y destruir el mundo.

El efecto de desalojar al mundo vital de la esfera pública para evitar una renovación orgánica del mundo del capital, creo el desmantelamiento de toda forma de relación social saludable, y la hegemonía del poder autoritario como norma de vigilancia en contra de una vida individual cada vez más trasgresora y delincuencial que no desea participar de la reproducción de lo real. Las personas se fueron hiendo del mundo compartido, y su única obligación era adaptarse en su soledad incomprensible a un sistema de producción ciego donde la idea del amor y el reencuentro anímico se convierte en variable química y materialista de hallar sustitutivos mercantiles a  sueños de valores infantiles que son muy rentables. Los lazos de desapego y soledad existencial fueron reinsertados con la invención de los medios de comunicación de segunda generación, donde los valores culturales de calidad de vida, y de expresión festiva de sensibilidad fueron canalizados en tiempo real virtual regenerando los vínculos de comunicación y de manifestación de comprensión que el mundo automatizado no podía prodigar.

Esto le dio vigor de retransformación al mundo del capital, orientándose la inventiva de la ciencia real a crear una cibernética, técnicas de conducción más sutiles, la modificación de la  biogenética humana, la nanotecnología, para reposar toda la fuerza de creación de valor en la manipulación de servicios teledirigidos que mantuvieran la voracidad de estímulos acumulados a través del tiempo y procesarlos como medios de intercambio comercial. No fue una respuesta de atrofia maquinal la que organizó el capital para detener la ofensiva de un nuevo descontento generalizado, sino la lectura correcta de hacer de toda necesidad que acontezca una forma de consumo y disfrute masificado. Así el capitalismo cada vez más identificado con la naturaleza real del egoísmo desmesurado, pudo corromper toda forma de productividad enemiga basada en la abstinencia y en la postergación de disfrute individual, celebrando una personalidad que cede a sus impulsos y se esconde delictivamente en las transformaciones de un mundo privado cada vez más insondable que genera sin saberlo nuevos clientes y necesidades a las industrias culturales y a la desmoralización autoconsciente del espíritu humano como forma de negocio.

El liberalismo sostenido en técnicas de conductismo psicológico y en  la exacerbación de los estímulos negativos por obra de la ingeniería social más sofisticada, condiciona y sitia las voluntades que nacen, y convierte toda forma crítica de oposición en retracción autoritaria y puritana que favorece más la resignación  a la voracidad del consumo. De este modo aunque se apoya en legalidades y regímenes democráticos para garantizar la esfera de libertades individuales que hacen posible su economía libidinal de servicios, en realidad su apuesta es por estar todo el tiempo innovando en una tecnología que distorsiona la vida social para evitar cualquier tipo de amenaza global y volverla precaria de sentido y en nuevos caminos para su ideología pragmática de  desmoralización de voluntades.

Su estrategia es exportar a como dé lugar los valores individualistas y de consumo sistemático del capitalismo a través de la democracia vaciada de sentido político,  e ir rindiendo en el vicio y en las formas más nefastas de la acumulación originaria como es la criminalidad más organizada, el poder creativo de las nuevas voluntades hambrientas de significado afectivo,  e ir contaminando de corrupción y anarquía a los tejidos de la cultura popular más ingeniosa y así expresar hacia los niveles superiores de conocimiento organizado como  es la empresa y el Estado la falsificación de un mundo objetivo ordenado  que realmente  vigila y cerca la vida social, y todo el tiempo la desconecta del mundo real de los encuentros naturales de afecto y sociabilidad. La internet y toda forma de vida digital, los accesorios que facilitan la vida en los sistemas de ciudad, y la despersonalización o atomización como incapacidad de crear alegría y lazos sociales más allá de los que ofrece la artificialidad permiten que el ser humano sea devorado por  el ensimismamiento que su propia decisión de miedo y falta de ingenio para amar le producen, capitulando ante una realidad donde las coordenadas del tiempo histórico y la acción humana real se extravían en las simulaciones erotizadas de la internet, cediendo su lugar en la vida de las ciudades a una forma de conducta que lidia entre la autorrepresión y la explosión de violencia irracional como expresión de que el mismo lenguaje practico pierde contenido y capacidad de representación de todo lo que el ser humano no se atreve a decir y a reproducir.

En este escenario que he descrito  a groso modo, la función de la política es rastrear como leer de manera objetiva  e empírica estas nuevas realidad sensoriales que han mutado, definir en base al reconocimiento de esas nuevas sensibilidades y piscologías alternativas una forma de sistema de procesamiento de conocimiento que les de utilidad,  eticidad, y creación productiva a través del sistema educativo en  todos sus niveles. Y de este modo involucrar esos nuevos conocimientos prácticos y cosmovisiones del mundo a una forma de organización social donde las nuevas necesidades de culturales de calidad de vida y reconocimiento cultural se traduzcan en cadenas de mando y subordinación de tareas en la empresa y en todos los niveles del Estado. Si la política de administración de poder, influencia y procesamiento del interés no traduce y hace poder público y privado estas nuevas psicologías individualistas, alegres y afirmativas del mundo difícilmente podrá romper los cuellos de botella estructural como la corrupción pública, la delincuencia, la deserción cívica, la falta de compromiso vocacional de la fuerza laboral, la violencia familiar y abuso sexual, porque todos estos problemas son expresiones indirectas de una mala ordenación de la realidad que no sublima y no hace socius las nuevas expectativas que insurgen  a pesar de lo fuerte que esta sitiada la sociedad para someterla a la producción de poder.

He llegado a este punto para decir que la socialdemocracia mundial, insurgida en Europa, y que tuvo su mayo expresión en el Estado social o de bienestar partió de una premisa de acuerdo y coordinación mutua entre la libertad de lucro y generación de valor y la cultura del trabajo que cada sociedad desarrolla con la naturaleza. Este acuerdo fue hasta cierto punto la ingeniería más hábil para comprometer a las fuerzas laborales y creativas de un pueblo o cultura a que entendieran que el capitalismo puede ser redirigido y se pude negociar con el si un pueblo es unido, intercomunicado y es consciente de sus potencialidades profesionales y recursos socioculturales. Pero el peso de la socialdemocracia como ingeniería política realista y que evoluciona de modo organizado es la que mejor comprende que las fuerzas de la economía no pueden ser detenidas o resquebrajadas so pena de caer en el marasmo o la pobreza social, por lo tanto se preocupa de tener al pueblo organizado y poniéndolo en una perspectiva de cambio social colectivo donde lo más importante es la persona humana y su entorno natural y social.

En Europa la socialdemocracia ha sido la ideología política que ha llevado al curso de su agotamiento al estado de bienestar, porque bajo las banderas de la democracia permitió la penetración del consumismo y la economía de servicios, sin quitarle peso e importancia  al educación especializada y técnica. Pero lo hizo de un modo que al incorporarse las oleadas de migraciones del mundo, sobre todo las del mundo musulmán, la esfera pública se vio desdibujada por los impactos culturales que se produjeron, y los cambios en el sector de demanda laboral. LO que significa que el nivel educativo del europeo y su concepción de soberanía cultural reclamaron mejores condiciones de vida o no perder la prosperidad ganada sin tener que aumentar su capacidad de compromiso y esfuerzo con los cambios espasmódicos de la economía global. Jurgen Habermas es fino en este sentido al decir, que el pacto entre capital y trabajo se fue diluyendo porque la esfera pública fue fragmentada por los nuevos valores socioculturales que vinieron desde Mayo del 68,  provocando una fragmentación de intereses y visiones contrapuestas y heterogéneas que no se comunican ni dialogan para ser representadas por el Estado y sus sistemas de poder. El dialogo pierde efectividad porque es expresión del desprestigio de la política, y porque las transformaciones culturales de occidente acuden al separatismo político y al tribalismo social, como forma de escapar a una modernización racionalista que los ha vaciado de sentido, y les ha hecho perder todo control y gobierno sobre la evolución de sus culturas nacionales. Hay otros como el filósofo francés Jacques Ranciere que argumenta que el disenso es la base de la política democrática y que es tal la fragmentación de los espacios públicos que la intraducibilidad de los intereses en disputa es la norma común y que hay que regresar a las tesis shmittianas de una intervención de una política real comisarial que resuelva lo que se pierde en discursos vacíos de compromiso y vinculancia. En ambas propuestas Europa, heredera del humanismo, y hoy buscando un retorno a bases naturales y panteísta de supervivencia vive el peligro de que su sistemas democráticos caigan en la irrelevancia autoritaria, porque las culturas divididas y la impronta de los valores cada vez más individualistas no son transmitidos en formas simples de resolución de problemas y políticas públicas claras. Su eclipsamiento por otras formas de organización más acopladas a la fuerza de la economía global estaría desplazando como geocultura guardiana de los valores de la ilustración y la razón humanista a la fuerza diplomática de Europa. Hoy el balance que Europa desposee, por la preocupación de reactivar y reinventar su economía en la eurozona crea un escenario unilateral entre EEUU y Los gendarmes de Asia China y Rusia, que amenaza desde factores externos las convicciones políticas para el mantenimiento de la democracia europea. Europa hoy vive el riesgo de caer en el yugo de despotismos etnicistas y su expresión en formas autocráticas y populistas de Estado, porque la fuerza de su cultura aun no es capaz de adaptarse y retransformarse para domesticar y transmutar las energías del mercado desregulado del mundo.

En América Latina La socialdemocracia ha jugado un papel de acuerdo desequilibrado entre las fuerzas de la cultura nacionales y las reglas irrestrictas del mercado. En desventaja política en la región por los extremismos de la ortodoxia del libre mercado, repensados dramáticamente en el consenso neoliberal o ajuste estructural, y las incursiones populistas de los discursos socialistas que sabotean a las fuerzas de inversión privada y la innovación productiva bajo pretexto de defender a la sociedad, la socialdemocracia ha demostrado una posición de querer tender puentes estratégicos y también eclécticos entre una mezcla variopinta de políticas económicas y sociales que permitan la adaptación de las energías populares y profesionales a la evolución autónoma y monopólica de los sistemas productivos. Los restos a los que ha tenido que enfrentar desde la aparición del desarrollismo y las luchas de liberación progresista por darle mayor vigor colectivo a la economía, han sido cómo sentar las bases jurídicas y burocráticas para construir un Estado que imponga reglas claras al mercado, sin perder capacidad de negociación a favor del pueblo de donde emana su poder.

La pobreza focalizada, las enormes desigualdades sociales, las fracturas culturales, la ausencia de una cultura política que sepa transigir e ingeniar acuerdos para incentivar su propio beneficio, la lenta incapacidad de la fuerza laborales para moverse como una estructura de conocimientos bien diseminada por el territorio y consciente de su papel nacional de  crear valor económico a lo propio, y sobre todo esa falta de orientación de sentido común que la idea de soberanía es un derecho a una imagen e historia compartida si es que el pueblo es capaz de razonar y ponerse a la altura de las circunstancias históricas de saber preparase para la penetración indetenible del capitalismo sin perder su deber existencial a evolucionar, han generado problemas para que en la opinión pública y en las redes institucionales que ha desarrollado la sociedad civil se imponga el criterio que toda fuerza vital soberana no está aislada del curso telúrico de la historia mundial, sino que tiene el deber instintivo de saber aprovechar para su propia expansión natural las fuerzas de la tecnología y la ciencia y así recolocarse y hacerse atractivo a la búsqueda insaciable de capitales que desarrollen la vida colectiva y sobre todo a la persona humana y sus sueños imprevisibles.

Con distinciones enormes El Estado ha tenido un rol fundamental de impulsar las condiciones que reformen su propia estructura interna para hacer frente a las diversas formas históricas en que ha penetrado el capitalismo y sus intereses específicos en estas formaciones sociales. Antes de las reformas radicales del mercado  se impusieron desde fuera, luego de décadas de planificación y cierre de las fronteras de la economía para fortificar los mercados internos y lograr el desarrollo endógeno, se produjeron las condiciones políticas frágiles para que los intereses del capitalismo en la región cuestionaran las políticas heterodoxas del viejo Estado populista y se impusieran reajustes económicos radicales para moldear las estructuras sociales atenazadas en el clasismo improductivo. SE paso de un modelo centrado en las colectividades productivas dueñas de la producción y de las decisiones políticas que concentraban y desperdiciaban en programas desincentivadores las energías laborales de la nación, a un modelo ortodoxo de recetas precisas para acomodar las legalidades, las fuerzas decisionistas del Estado burocratizado y las enormes deficiencias del mercado de trabajo a un proceso brusco pero imposible de evitar de acostumbrar a las inteligencias internas y a la mano de obra mal especializada a un poder desmesurado de las grandes corporaciones internacionales.  Que tenían el poder de rupturar las soberanías nacionales e imponer reglas estrictas de competitividad y de afianzamiento de los sectores económicos que más eficacia mostraran a sus intereses y a un mundo donde el mercado desregulado rompía las fronteras nacionales y barría con las viejas tradiciones de economía popular, sometiendo a las culturas a un severo licuamiento de sus patrones de supervivencia social y dejando expuesto al individuo productor, pero sobre todo consumidor al impulso de nuevos productos internacionales, donde la respuesta de la cultura quedaba enajenada a la fría conservación y adaptación frecuente de sus iniciativas de subsistencia y empresariales como sectores iniciadores de futuros despegues macroeconómicos empujados por la reacción de las creatividad y del ingenio empresarial a aprovechar las ventajas  metodológicas y el conocimiento aplicado que su propia expansión y especialización lograran arriesgar. Esta etapa que corre casi pareja en América Latina desde fines de los años 80s del s XX hasta gran parte de nuestra época actual aunque con matices por país,  ha significado aun un duro golpe desmoralizador y psicológico para las culturas nacionales en todas  sus clases, que no han sabido adaptarse con criterio de eficiencia y resiliencia cultural al golpe estructural que ha comportado perder el control de sus propios procesos materiales de vida, afianzando la pobreza estructural, la desigualdad y concentración de la riqueza en pocas manos, el deterioro de los servicios básicos de remercantilización de la clase trabajadora como son el sistema educativo básico y superior, y el sector salud. Y sobre todo la dificultad para derribar la cultura de la pobreza mental que es a mi parecer en su anacronismo político la mejor expresión de resistencia política a generar una geocultura que entienda que en la globalización económica la generación de riqueza material y progreso social va de la mano con elites políticas a diversos niveles que sepan visionar y  preparar  cognoscitivamente y emocionalmente a sus pueblos para crear una identidad de productividad necesaria que lea con acierto las oportunidades internas y externas de acumulación del capital y capture procesos de modernización tecnológica de la mano de obra y de las infraestructuras sociales que expulsen mejor calidad de vida, y desarrollo del capital humano de acuerdo a los parámetros socioculturales de cada pueblo que no deben ser enajenados o puestos entredicho por ningún poder político.

Si hoy en sus diversos matices cada país ha elegido con sesudo conocimiento de sus energías profesionales y culturales los moldes políticos exactos para negociar la entrada apátrida de las inversiones privadas, creando disminución de la pobreza, y reactivación económica, y con ellos modernizar los campos institucionales donde se sofistica talento humano de enorme calidad innovadora como son las clases medias, y la actividad cada vez más pujante de los emprendedores sociales en casi todos los sectores de la economía social es porque cada elite política en consonancia con sus burguesías más o menos alturadas han potenciado y obturado reformas claves pero a la vez tímidas para que los pueblos y sus creatividades interminables sean invitados a crear más valor económico a sus intensidades productivas. E iniciar lentamente circuitos económicos de producción de capital en los sectores económicos que sus culturas o regiones internas hayan podido desarrollar jaloneados por la penetración de la modernización y la llegada de inversiones de gran calado que directamente mueven los fundamentos tradicionales donde esta quieta y atrapada la iniciativa a la invención de nuevos mundos.

Estas reformas iniciales han prosperado en acomodar los imaginarios culturales de los pueblos a aceptar la autosustentabilidad y la madurez a  las consecuencias de prepararse para los vaivenes de la economía mundial, pero sin dar avances significativos para que esta individualidad creativa de los procesos de ingenio productivo logren el acceso a mejores cuotas de especialización de modo descentralizado y democratizadas, mejores condiciones básicas de salud universal, sobre todo aprovechando y sofisticando los mercados de las medicina tradicional  y lograr así una industria más allá de lo artesanal, y sobre todo otorgar con buena lectura de las idiosincrasias naturales espacios de expansión individual y colectiva que protejan a la sociedad a sus niños/as y a sus juventudes de los cambios bruscos de la modernizaciones caóticas, y así empoderar el espíritu de sus pueblos a que las nuevas generaciones desarrollen y complejizen los conocimientos profesionales aplicados y técnicos heredados y se den saltos de invención científica y tecnológica donde el reconocimiento de la vida humana valla en consonancia con la virtud de buscar más prosperidad y generación de riqueza natural y social

Pero esto na ha sido así, aunque muy diferentes en Chile, Brasil y Colombia, donde sus arquitecturas ciudadanas y culturales si han respondido a los desafíos y las lecturas acertadas de los estados y sus empresarios  y se han provocado saltos industriales de enorme resonancia en agroexportación y sectores avanzados de bienes de capital. Pero en la región debido a la incompletud de las reformas sociales estratégicas para evitar los cuellos de botella que producen las mismas disfunciones de la cultura de clases, se han mantenido incólumes visiones retrogradas y sectores con privilegios de enclave que no han permitido la evolución positiva de la cultura del ingenio productivo, porque han sobrevivido como formas soterradas de seguridad y derechos culturales intangibles formaciones políticas y económicas que bloquean la reeducación emprendedora y creativa de los pueblos so pretexto de que la libertad del conocimiento social y antropológico no se cede ni se negocia a los aventureros empresariales que son los responsables de la mala distribución de la riqueza y de la corrupción de los pueblos producto del avance enfermizo del consumismo y la sociedad teledirigida. Aunque la lectura de los representantes sociales es una media verdad manipulada por las circunstancias de la supervivencia y sus desgarros culturales ante las olas modernizadoras, lo cierto es que las elites políticas y sus alianzas con las elites empresariales no han estado a la altura de comprender que la legitimación de sus procederes financieros depende exclusivamente de que tanto se haga para involucrar lealmente a las fuerzas de la cultura en la edificación jerarquizada y a la vez igualitaria de mejores condiciones de vida y de integración sociocultural.

En muchos de los casos la falta de visión de las elites empresariales al no ajustar sus criterios de explotación económica a los parámetros de respeto étnico-cultural de los pueblos que se  vulnerabilizan por sus decisiones sin tolerancia e identificación cultural de lo que ellos consideran secretamente zonas grises indesarrollables de nuestras naciones, conlleva a un resentimiento y a un sobredimensionamiento de la cultura de la pobreza organizada en términos políticos que contrae con sus ideas de justicia social y  derechos sociales infinitos toda manifestación inocente de acoplamiento afirmativo de la vida que viene. Nuestras elites empresariales presionadas por las directrices de las grandes corporaciones y los ánimos cambiantes del mercado de productos miden con demasiada cautela su poder de hegemonía sobre sus pueblos apostando por expansiones mercantilistas que cierran y desmovilizan la construcción integral de una economía donde otros agentes muestran más impulso para redefinir y expandirla. Esto trae una consecuencia arbitraria que fomenta la oposición de los enemigos a las mutaciones del mercado: el completo control particularizado del Estado por una clientela de agentes y operadores serviles a cualquier lobbie empresarial que facilitan y boquean con legalidades y trabas administrativas el derecho natural a que nuevas elites empresariales más preparadas en métodos y conocimientos aplicados transformen las configuraciones del poder económico limeño, y se rompan así las viejas direccionalidades enclavistas y racistas que no permiten la evolución de la economía. Este principal argumento de monopolizar y entregar sectores de mayor calidad al capital trasnacional para generar un crecimiento sin brújula social y sin participación de lo que denominamos la soberanía productiva de los pueblos, es lo que refuerza la desigualdad social, y la concentración disfuncional de la riqueza en pocas manos de agentes económicos y servidumbre de asesores políticos que capturan el Estado, involucionándolo y alejándolo de su función clásica y normativa de impulsar y condicionar la vida y prosperidad de sus pueblos representados   Este es el pretexto perfecto para la aparición del pensamiento negativo de la izquierda menos objetiva y desfiguradora de cualquier parte del mundo planetario.

La miseria tiene un componente de autosabotaje de las culturas a no abandonar viejas rencillas internas de acoplamiento a los cambios modernizadores que el tiempo histórico impone. Este auto-sabotaje aumentado hace de la pobreza  una mentalidad que encubre su poco compromiso y desgarramiento cultural y que no le permite ser una variable dinamizadora de su propia liberación progresista. No han salido de arcaicas y desajustados esquemas de producción de la subsistencia anclados en el tiempo del ritual y de ancestralidades cíclicas de la naturaleza que a la larga confunden y aíslan del bienestar material básico a los pueblos. La batalla por el ecologismo, por una agricultura como único eje de productividad que da sentido de pertenencia a los pueblos, y la ideología marxista que profesa una visión distorsionada e irreal de lo que es la comunidad productiva pues reduce el problema de la necesidad a una comprensión de igualación de las condiciones de vida para superar la pobreza, atrofiando con ello el instinto natural al acrecentamiento natural de nuestros planes de vida, es la base de la cual bebe un discurso que mantiene en la inmadurez y el odio como política de poder a una gran parte de nuestros pueblos latinoamericanos arrasados por su ingenuidad y por negarse a evolucionarse en el concierto del capitalismo cada vez más desregulado.

En este sentido la pobreza debe ser desactivada ahí donde esconde su verdaderas motivaciones existenciales. El desgarro, la melancolía y la tristeza como sentimientos que inundan el mundo de prejuicios de violencia y destrucción exegética son las matrices mentales que programan la vida y la mente hacia su propia aniquilación esquizofrénica. Estar dormido y no alerta ante los peligros del mundo y sus oportunidades inagotables de realización personal y social es estar atrapado por el miedo, lo que destapa un razonamiento y formas organizativas de compensación social y política que asumen como incuestionable la  forma maniquea de que el mundo está lleno de buenos y malos, de explotadores y explotados. Esto hace que la negación de todo lo que nos perturba y no nos deja ser libres y felices vive fuera de nosotros y tiene responsables directos  e indirectos en otras personas y organizaciones más poderosas que como parte del mundo abusan de los vulnerables y su desinformación para atropellar las formas de vida social y ecológica que se mantienen inalterables y que no están dispuestas a garantizar su propia supervivencia o expansión valerosa.

El  socialismo del SXXI basado en una premisa de que el afán de lucro que dirige las fuerzas del capitalismo es un mal que no puede ser detenido o reorientado, o con el cual no se puede negociar, es la justificación perfecta para unificar el orgullo de un pueblo a construir una utopía organizativa que despilfarra las energías financieras del erario público en programas sociales y sistemas de populismo clientelar con los cuales adoctrina a sus fuerzas sociales de que la patria se defiende de los saqueadores mundiales y que todas las taras culturales y económicas que sufre el pueblo son depositarias de una inteligencia maligna que arruina a las naciones y a sus oligarquías para arrebatarnos lo que poseemos por derecho aunque no hayamos hecho ningún esfuerzo creativo para trabajarlo. Este descontento generalizado expulsa de la conciencia interna de las colectividades y sus inteligencias la idea prudente que ningún pueblo es débil si sabe lo que es el mundo y sus peligros, y quien es el mismo como geocultura establecida. Las aventuras tiránicas que sacian con asistencialismo la voracidad natural de los pueblos como síntoma de un divorcio natural con el mundo y una insanidad antropológica que todo el globo esconde con sabiduría o que expresa con locura es el pretexto más nefasto que hace de la búsqueda de una justicia impracticable la acción para hacer arder el mundo con criminalidad y venganza terrorista. La motivación interna es interés soterrado por no perder los bienes y prerrogativas ganadas a la mala pero también es una razón intima de discordia y venganza hacia un mundo en el cual no se quiere navegar por miedo. La misma motivación que hoy guía al capital que es desatar la guerra a la vida para exponerla resignadamente a sus mercancías culturales y vicios solo por envidia hacia la alegría natural, es la misma razón que mueve a los socialistas a negar la realidad en la que no se esfuerzan en incluirse de modo creativo por no poseer esa alegría inocente que distorsionan con momentos pletóricos de arte y bohemia improductiva. Hoy la sensualidad mitológica de América latina esta sitiada por estas dos energías descomunales de rabia fría y apetito voraz de sangre y destrucción.

Para ser directos las nuevas transformaciones que emite las tecnologías de información digital han provocado bajo un sesgo moralista e hipócrita un odio terrible hacia las formas políticas que permiten este desorden de señales y emociones que desnaturalizan la comunicación reflexiva y con sentido humano de cara a cara. Bajo este pretexto una de las causas que contamina al internet y a las redes sociales de un rencor visceral hacia el espíritu evolucionado y risueño de estos tiempos de bifurcación ontológica es la negativa de las fuerzas más reaccionarias del capitalismo a perder el control sobre la energía creativa y seductora de nuestros pueblos latinoamericanos. Lo que se quiere detener es una reformulación renaturalizada de las energías del mercado, como está sucediendo ya con buen ojo en Europa (el biomercado) y que la región en sintonía con las nuevas fuerzas creativas de Asia sea un espacio de redireccionamiento en clave social del capitalismo que se identifica y se guarece en la naturaleza indómita. Hoy en clave de supervivencia América Latina, y el Perú como origen natural de América Latina- lo cual discutiría en otra parte-  vive la encrucijada de persistir en ser un reo de un socialismo empobrecedeor lo que conduce a la desaparición soberana del Perú debido a la riqueza  e ingenio de adaptación que posee, o comprender que nuestra obligación  de despertar y expandirnos como soberanía realista es vital para liberar todas las energías productivas que el peruano encierra.  América Latina es presa de servir a un capitalismo agonizante que desangra los pueblos para no morir como es EEUU, o resolver esa crisis que se cierne sobre Venezuela bajo nuestra propia presión política y nuestra unidad regional y dejar que las fuerzas del capitalismo nuevo que se erige sobre Asia de paso a un desarrollo con otras reglas donde nuestras chances sean otras.

En este sentido, los ideologismos que dominan nuestra intersubjetividad: La idea errada de que la riqueza es mala y que el mundo es un lugar inhóspito del cual hay que temer, y permanecer en el marasmo social y material  es la fuerza nefasta que  no has contraído entre los extremismos de la violencia política y la resignación autodestructiva  de la soledad que justifica el poder de la oligarquía. Hay que pensar y actuar sobre la base de un realismo reencantado con la posibilidad de crear patria,  e ir a una posición de profunda precisión en el punto medio aristotélico. Y esa apuesta la representa aun no muy clara y sin la lucidez acostumbrada la socialdemocracia de América Latina. Propongo según el diagnóstico que he bosquejado ensayando nuevos caminos y arrojando lucidez sobre viejas taras unos ejes de reforma que el pragmatismo de los que ven las cosas claras pueden diseñar:

  1. En el nivel ideológico es preciso enfrentar una lucha académica y comunicacional con los referentes retrógrados que alimentan el legado de los incendiarios y los saqueadores. En consonancia con Basadre hay que superar sus cosmovisiones negativas de la persona humana y la cultura peruana, y así lograr hacer entender al pueblo desmoralizado que sus lecturas y caminos responden a una misma versión trastornada del mundo y sus tesoros que tranquilamente esconden un acuerdo por sojuzgar las energías creativas de nuestra nación.
  2. Hay que no estar a espaldas de las revoluciones tecnológicas de la información y hacer clara la idea que representan una ventana abierta de oportunidades para todos los espíritus inconformes y emprendedores del país. Así como son el agujero de gusano donde la angustia y desesperación de los conectados hallan una libertad irreal o hiperreal más allá del espacio relativizado, es también un espacio de información que el sistema educativo y los sistemas especializados de conocimiento empresarial pueden tranquilamente transmutar en nuevas vetas de conocimiento aplicado y científico acorde con las potencialidades de nuestra cultura, y así cambiar los valores nihilistas y a veces nostálgicos que nos han gobernado.
  3. En la  academia. Hay que construir un nuevo relato orgánico de quienes son los reales actores y sus requerimientos, así como de las realidades territoriales que enfrentan con sus desafíos y fortalezas y así desocultar cuáles son las visiones irresponsables y diletantes que enmascaran las formaciones del conocimiento tanto en el nivel de la formación de ciudadanía  como del saber que interviene en la realidad empírica. Este relato implica arrojar luz sobre la historia, el presente infestado de amenazas autoritarias y el dibujo de escenarios futuros en la medida del reconocimiento de nuestras potencialidades internas y la formación de un sentido práctico del dialogo y del disenso.
  4. En el Estado. Se urge a partir del reconocimiento de las agencias incluidas construir una institucionalidad que para agenciar y dar forma a las increíbles demandas y propuestas del pueblo, reconstruya las identidades populares desagregadas y de este modo generar poder de respaldo y legitimación desde las unidades familiares y los barrios populares, combatiendo la desmoralización y desarraigo del pueblo, en las tres regiones geográficas del país: costa, sierra y selva. Y un movimiento desde arriba, redirigir y  fiscalizar las distorsiones de los poderes regionales y locales, haciendo una crítica severa a la mala gestión de poder subdividido que acaba en corrupción e injusticia social. Esto en un segundo momento entregara las fuerzas de validación suficiente para un recambio generacional de la política, que de espacio a los partidos más organizados y que cuenten con cuadros leales al realismo de saber escuchar y negociar con los poderes que enfrente el Estado ejecutivo. Al haber este consenso se tendrá la fuerza para acordar un manejo responsable de sinergias entre el legislativo y ejecutivo, que se centre en el rescate de la democracia y en la desconcentración de leyes y políticas que no ponen en el centro del debate a la persona humana y sus diversas dimensiones de autorrealización y conexión con las sociedades donde se gesta. El Estado debe en mi opinión reformularse dando agencia y orientación a las nuevas caras y demandas de liberación y felicidad que inundan las calles, pensando los intereses de las clases y estratos diversos como una unidad que incluye al pueblo en su conjunto como una unidad de espíritu y acción… Sin nación no hay Estado. El Estado debe estar preparado para los fracasos y las crisis, y limitarse a crear condiciones suficientes de igualdad de derechos de progreso en consonancia con la otorgación de deberes a algún derecho ganado por méritos propios. Los derechos intrínsecos son de base, pero viralizar el espacio público de derechos suena a disfuerzo y asistencialismo.
  5. Reforma urgente de la educación básica capturada por un poder privado que mantiene en la innación mental a nuestros niños/as y jóvenes. Dos atingencias: una reorientar el enfoque constructivista y búsqueda de resultados que en la educación se estipulan hacia el uso como métodos de construcción del carácter y la personalidad a la historia, la poesía, las leyendas, el arte, el encuentro con la naturaleza, y la música nacional como entes vehiculadores de apego y sensibilidad por nuestra cultura. Y dos: formar una inteligencia emocional de autodominio sobre la base del no miedo al mundo, y de búsqueda positiva de su libertad en un mundo cargado de respeto y secretos maravillosos, que comunique el interés por la investigación, la lectura y la escritura, pero no de forma desjerarquizada sino orientada por la intervención de una pedagogía que rescate y haga uso del legado del conocimiento acumulado de la humanidad y que le permita al educando valorar y seleccionar de forma productiva y con alto valor de calidad. Al final el niño/a reinventa el saber acumulado y lo que descubre de acuerdo a sus talentos y su reconocimiento cultural del lugar donde es su origen natural. Todo esto es importante si se introduce humildad y inteligencia social mediante el servicio de trabajo y oficios de talleres que los centros educativos lleven a la práctica. La importancia del trabajo manual y la actividad física es decisiva para un balance entre la mente y los sentidos coordinados. Todo talento ubicado debe ser inducido a querer su patria e identidad originaria como forma de construcción de una personalidad fuerte y emprendedora.
  6. Poner reglas claras de soberanía económica a los capitales atraídos a invertir aquí, filtrando a las empresas con buenos antecedentes, y responsabilidad social comprobada, a los cuales se les atraerá mejorando significativamente la calificación de la mano de obra nacional y haciendo un filtro de las ONGs que apuesten por el trabajo coordinado y semantizado por el Estado. Se debe hacer una cirugía urgente del tercer sector enfocado a reactivar y desbloquear zonas de pobreza focalizada, y la promoción del emprendimiento como forma de autonomía de las personas en un mundo cada vez más caótico y ligado al rescate de la creatividad y la innovación. De  este modo inicial el acuerdo por regiones entre el capital y las culturas de trabajadores se beneficiaran en propuestas integrales de desarrollo, donde la inversión social de la empresa es garantía de validez social en el camino de que los actores regionales hallen por si mismos para salir de estados críticos de pobreza o limitaciones materiales.
  7. Un marco legal unificado y coherente que de impulso a nuestros sectores económicos de bandera, como es el turismo, la gastronomía, la minería, el petróleo, el gas, la pesquería y la agricultura organizada en cooperativas de intensidad tecnificada.  Dar asistencia  e información sobre mercados a las PYMES para generar saltos y diversificación productiva.

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