Punto de Encuentro

Escenario post cierre del Parlamento: peligro de demagogia populista, desorden político, incremento del desconto social y debilitamiento del brazo armado del gobierno.

Luego del 30 de Setiembre, tras lo que la historia terminará juzgando como un claro golpe de Estado, en donde se disolvió arbitrariamente el parlamento, todo apunta a la concentración rápida y desordenada del poder en favor de un Ejecutivo que no parece tan hábil para saber qué hacer con él. En el proceso se verán obligados a realizar medidas de relevancia en lo económico y social. Fue así en 1968, con Velasco, que llevaba un proyecto socializante y empobrecedor bajo el brazo, ocurrió lo mismo tras el zarpazo de Alberto Fujimori, quién más bien planeaba abrir agresivamente la economía y vender las empresas públicas. No hay golpe de Estado sin un programa detrás, el cual se es incapaz de consensuar en democracia por quienes lo implementan. 

Si esto es así algún cambio de timón en lo económico va a proponer el Vizcarrismo; todo hace indicar lamentablemente que vamos hacia una política de endeudamiento irresponsable del país y uso irracional de las reservas. Dominan la escena las firmas orgullosas de nuevos préstamos con el Banco Mundial, la emisión de bonos, todo presentado con el irresponsable entusiasmo de una poco consistente Ministra de Economía. Es curioso puesto que la ejecución presupuestal del Gabinete está por debajo del 50%. En otras palabras, hay dinero, pero no hay capacidad de gasto, aún así lo que se impulsará serán transferencias mayores a las regiones - cuya expertise en el gasto es aún peor que la del gobierno nacional -, también hacia programas asistencialistas sin enfoque productivo y aún peor a la corrupción de obras públicas adjudicadas sin control ni viabilidad técnica. Esto, sin convicción ni habilidad para convocar capitales al país será en buena cuenta un Velasquismo económico combinado con el protagonismo de inescrupulosos ejecutores del gasto que reeditarán la corrupción fujimorista de los 90s.

La farra presupuestal no garantiza necesariamente beneficio inmediato para las mayorías. Pienso que en lugar de ello lo que primarán serán los negociados en todos los ministerios y en los gobiernos subnacionales y municipales. El aseguramiento universal, dadas las condiciones de la salud pública, no hace sino agravar el problema o al menos abrir alarmantes dudas. Los reclamos en torno al agro, la conflictividad social alrededor de la minería, la inseguridad ciudadana, el decaimiento del empleo en la dimensión formal e informal y las exigencias de los gremios de salud, educación, entre otros se van a agravar. No podemos dejar de mencionar aquí el problema del endeudamiento respecto a las tarjetas de crédito, que es quizás uno de los calvarios centrales de las familias; según indicadores de los bancos, la morosidad se ha incrementado significativamente por la parálisis económica que empieza a sentir el peruano promedio. Hay un tema claro de usura. 

 En buena cuenta podemos afirmar que el panorama social no mejorará, al contrario, las tentaciones de posibles desbordes similares a lo ocurrido en países vecinos estarán a la orden del día. En esto último confluirá la izquierda marxista y querrá buscar la oportunidad para "ganar la calle" y posicionar aún más su proyecto de Asamblea Constituyente, en donde el principal cambio exigido será el del capítulo económico. 

Esto tiene un correlato en la dimensión política en la que se aprecia un proceso electoral desordenado e imprevisible. La salida de Fujimori Higuchi - sin proponérselo ella- abona al Gobierno en su estrategia de identificar a todos sus críticos con el errático comportamiento naranja y evita establecer una nueva frontera para la oposición democrática. En la arena electoral varios partidos actúan como Vizcarristas asolapados, como el Partido Morado, que lleva a los incondicionales de palacio Gino Costa y Alberto De Belaunde ó como Alianza Para el Progreso que lleva en su lista al hermano del fiscal Lava Jato Vela Barba. Entre tanto se intentó obstruir a la príncipal lista de oposición que es la del APRA, intentando dejar fuera de carrera a Mauricio Mulder, quien fuera el opositor al régimen más notorio del pasado Congreso, cuestión afortunadamente superada. Todo ello no permite ver con claridad el panorama parlamentario de los próximos meses, aunque sin duda las probabilidades de una coalición mayoritaria pro Vizcarra son bastante altas. 

Para mantener a raya a la oposición política, marcada en buena medida por los errores de la mayoría Fujimorista en el Parlamento inconstitucionalmente disuelto, se usó al equipo especial Lava Jato de la Fiscalía, quienes fueron a la carga sobre Keiko Fujimori y el fujimorismo - y hasta por su abogado- y también sobre Alan García y el APRA. No se detuvieron allí y pretendieron destruir al fiscal Chavarry cabeza visible de la oposición a sus planes en el Ministerio Público. Sin embargo en estos días han sufrido un claro debilitamiento explicado por 4 duros golpes: la sentencia del Tribunal Constitucional que excarcela a Keiko Fujimori, la decisión de la sala superior de revocar la prisión preventiva a los árbitros a los que les habian privado de la libertad. Además se descubrió que un miembro del equipo especial estaba coordinando con Cesar Villanueva, primer Presidente del Consejo de Ministros de "Chinchero" Vizcarra, posibles favorecimientos en su causa por haber recibido coimas de Odebrecht. Para colmo de males las 2 causas publicitadas contra Chavarry fueron archivadas. Estas 4 enmiendas a la fragilidad jurídica de los fiscales se suman a la percepción que avanza respecto a la incapacidad de Pérez y Barba, graficada en un hecho concretisimo: en más de 3 años de activismo jurídico-mediático no existe en la actualidad un solo acusado por la corrupción brasileña. Menos aún el inicio de algún juicio oral. La población percibe poco a poco que los paladines anticorrupción son poco efectivos, o peor aún, están direccionados por los brasileños. 

Al parecer la lucha por recuperar el Estado de derecho y sobre todo por dar una real solución a la agenda social del país será de largo aliento. Cuánto más tarde la oposición democrática de entender que la unidad de criterios y la convocatoria a otras plataformas sociales y de la sociedad civil para agregar intereses, el calvario al que nos somete la ambición del corrupto e incapaz Vizcarra se consolidará cada vez más. En este escenario la experiencia del APRA como impulsor de la concertacion de los que creen en las libertades será vital, siempre que logremos darle un sentido unitario, renovador y programático a nuestras líneas generales.

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