Punto de Encuentro

Escenario post

Por: Enrique Valderrama 

El gobierno de Martín Vizcarra no aprovechó el valioso tiempo que el tránsito del COVID-19 tuvo por Asia y por Europa antes de llegar a América Latina; no preparó las condiciones de la batalla y dejó todo irresponsablemente para después. Era evidente que más temprano que tarde el nuevo Coronavirus iba a llegar a nuestro territorio. Por tanto era claro, no podía haber dudas, que íbamos a necesitar, entre otras cosas, camas UCI, ventiladores mecánicos, material de bioseguridad y sobre todo test moleculares para poder desarrollar una adecuada contención de la epidemia. Ya se podía recoger algunas ideas de lo que venían haciendo Alemania, Corea, Taiwán, Singapur, entre otros y de los graves errores de Italia y España. Vizcarra pudo establecer contacto de Presidente a Presidente con los mandatarios de China o Corea del Sur para facilitar compras grandes de lo requerido desde Enero, no tuvo la inteligencia o el liderazgo para hacerlo. Aún más, teníamos el suficiente tiempo para poner a buen recaudo y aislados a buena parte de la población de alto riesgo (tercera edad y pacientes inmunodeficientes) para un mejor control. Nada se hizo.

Reportes oficiales dan cuenta que ya el 24 de Enero habían varios sospechosos, sin embargo desde que ya la amenaza tocaba la puerta hasta el 16 Marzo, 40 días después, cuando declararon el aislamiento social obligatorio, no hubo la más mínima voluntad de encarar el problema con seriedad y celeridad. Es más que evidente que en ese lapso el aeropuerto internacional Jorge Chávez fue una coladera de gente infectada que venían de Europa y de China, a muchos de los cuales sólo se les hacía firmar una declaración jurada. La improvisación entonces tomó agresivamente el control de la escena hasta el día de hoy en todos los sectores del Estado, haciéndose más notoria y nociva, como es obvio en Salud y Economía.

Desde entonces lo que existe no es un plan serio sanitario ni un plan serio económico-social para enfrentar al COVID-19 y a sus efectos en la economía y en la vida social, lo que existe es más bien un plan de "contención mediática", enfocado a crear sentidos comunes que ayuden al Gobierno a transitar con la menor premura esta crisis. Vizcarra se convirtió en las redes y en las columnas de opinión o alocuciones de varios influyentes comunicadores y artistas en un parangón de liderazgo, de fortaleza y de sabiduría. Todo aquel que esbozaba una perspectiva contraria o que pusiera en duda la información oficial era casi un traidor a la patria. La cuarentena y toque de queda decretados pasaron a ser presentadas como decisiones que nos habían salvado de una muerte segura y dolorosa y un acierto que colocaba a Perú como uno de los mejores alumnos del examen mundial; aunque en el fondo no se supiera qué hacer además de encerrar burdamente a todos en sus hogares. El 12% del PBI anunciado por la ministra María Antonieta Alva se resaltó como un plan ejemplar en el continente, lo que no se dijo es que no habían ideas claras de como gastar efectivamente ese dineral: los bonos no llegan a todos, muchos alcaldes no compran las canastas de apoyo social, los préstamos para las empresas excluyen al grueso de las microempresas, etc. Se anunció educación virtual y la distribución de casi un millón de tablets, aunque no se diga que para una inmensa mayoría de los educandos que vivan en área rural no funcionaria este esquema. Finalmente la idea fuerza: "la culpa es de los que incumplen la cuarentena" viene impulsandonse, aunque las torpezas de Palacio de gobierno y las pocas luces de sus ministros son más notorias. Hoy un sector de la prensa ha empezado a señalar las deficiencias de la estrategia de salud del ejecutivo, en un giro que quizás pueda obedecer a alguna exigencia de partidas mayores para publicidad estatal en los medios de comunicación.

Una de las primeras decisiones que tomó el ingeniero Vizcarra fue cesar a la ex Ministra Hinostroza, en buena cuenta porque no había hecho gran cosa en el sector, pero también para proteger de la andanada de críticas de las que fue blanco Fiorella Molinelli, quien comanda Essalud, a quién Vizcarra parece blindar contra viento y marea, ya que a pesar de llevar 2 años en el cargo sin mayor avance, resulta inamovible de su posición; Hinostroza fue cesada para que Molinelli se mantenga en su puesto, que aún hoy detenta a pesar de que hasta el Colegio Médico del Perú ha pedido su salida. El reemplazo de Hinostroza - Victor Zamora- ha resultado en el elemento más nocivo para la estrategia anti COVID-19. Su poca asertividad para comunicar futuros escenarios, su fanatismo marxista, su desconocimiento del MINSA y sobre todo su soberbia de no reconocer sus errores y persistir en, por ejemplo, utilizar pruebas serológicas en lugar de test moleculares han terminado por hacer explotar cualquier estrategia sanitaria. Es un auténtico peligro para la salud pública y no parece muy activo impulsor de que los médicos, enfermeros y todos los trabajadores de salud cuenten con equipos de protección. El fallecimiento del ex parlamentario Ushñahua, un falso negativo de estas pruebas serológicas, es sólo el caso emblemático de un manejo deficiente y mortal. Quizás luego descubramos que también dicho manejo fue inmoral, habida cuenta de las denuncias y dudas sobre los sobre costos de mascarillas y ventiladores mecánicos destinados para el hospital de Ate. 

Lo que vivimos hoy es lo que señalan algunos comentaristas en otras latitudes: una cuarenta "cavernícola", un aislamiento social, casi imposible de cumplir por el amplio sector de peruanos que viven del día a día, sumidos en la pobreza y en la informalidad. Una medida huérfana de estrategia epidemiológica, ya que no hay test moleculares, una camisa de fuerza a la sociedad que no está sirviendo para contener el avance del Covid-19 - somos ya el segundo país de América Latina en número de casos, sólo detrás de Brasil que no ha tomado ninguna medida- pero si está dando martillazos crueles a los más pobres y a un sector que seguramente regresará de la clase media a la pobreza por la acción concatenada de torpezas de quienes nos gobiernan. Probable y lamentablemente quizás veamos en estos días algunos amagues de desborde social, puesto que en algunos hogares de escasos recursos la encrucijada entre: "hambre segura o virus probable" se pueda resolver a favor de salir a buscar recursos incumpliendo las normas y atentando contra la propiedad de terceros.

Gran parte de las dramáticas imágenes que hemos contemplado en redes sociales en donde se nota un sistema de salud al borde del colapso responden al infame abandono del sector salud por largos 9 años, los correspondientes a la triada Humala-Kuczynski-Vizcarra. Cabe recordar que entre 2006 a 2011, durante el gobierno de Alan García, se construyeron 42 nuevos hospitales, tanto MINSA como Essalud. Se edificaron 100 Unidades Básicas de Atención Pimaria (UBAP) y 68 establecimientos "Parssalud".Allí está el mismo Hospital de Ate, que hoy se usa, el INCOR, el Hospital del Niño, hasta las 140 mil operaciones de cataratas. De 2011 a 2020: abandono total, en esos 9 años no han levantado ni 5 hospitales, ni la octava parte de los que hizo García. Hasta las carpas que se están usando para centros de salud de campaña tienen el slogan: "El Perú avanza", es decir que fueron adquiridas en el gobierno aprista. Los demás no han comprado ni carpas. Vergonzoso. 

Lo mínimo que debe pasar en los próximos días es que se evalúe la permanencia del titular de Salud, Víctor Zamora al ser una amenaza para la estrategia del gobierno contra el COVID-19 en particular y para salud de los peruanos en general. Dar este paso es complicado puesto que sería admitir que se cometió un error, pero su permanencia será más nociva con los días y semanas para Vizcarra. Se debería colocar en ese puesto a algún profesional de la salud que conozca el Ministerio, con experiencia y amplio criterio para convocar a todos y sobre todo que sepa corregir el rumbo cuando la realidad lo pida a gritos.

Lo anterior es lo mínimo indispensable, pero lo que en realidad debiera hacer el inquilino de Palacio de Gobierno - y no hará - es reconocer la magnitud del problema y convocar a un Gabinete de unidad nacional que convoque a los mejores y más capacitados para lidiar con la emergencia. Nuevo PCM y nuevo equipo ministerial, ello apuntalaría ademas la posibilidad de consensuar un programa para el post COVID-19, en materia de reformas del sistema de salud y de un plan agresivo de reactivación económica. Un Gabinete tan liviano y poco trajinado como el actual sólo augura una catástrofe.

Finalmente una línea sobre el parlamento complementario y su rol fiscalizador: no existe, está sumido en el silencio por momentos cómplice y por otros lastrado por una desorientación y una mediocridad que suena a novelesca. Es sin duda el "Congreso de Vizcarra".

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