Punto de Encuentro

Virtuales candidatos o ¿candidatos virtuales?

3 Septiembre, 2020

Nancy Arellano

Por @nancyarellano

La pandemia del COVID-19 ha cambiado la forma en la que hacemos todo. Y la política no es la excepción. Así como ahora hay “trabajo a distancia”, “reuniones a distancia”, “cumpleaños a distancia”… veremos desfilar “campañas a distancia”. La lógica de lo digital o la personalización última de lo digital está ocurriendo.

Hoy el ciberespacio, como nunca antes, se ha vuelto cercano. Miles de millones de ciudadanos del mundo interactúan sobre él con una intimidad inimaginable: familias que celebran eventos, entrevistas de trabajo, compras del hogar, correspondencia romántica o ni tan romántica… si me entienden… Hoy hasta la misa dominical se ha dado por internet. ¿Y la política? No escapa de esta “tendencia” obligatoria.

Hacer una campaña creíble será el reto.

En reputación digital una de las variables más importantes es la verosimilitud, la correspondencia entre lo que “se dice” en internet y lo que “ellos dicen”.  El mismo papel frente a la comunicación tradicional; por supuesto con una variable clara: el candidato tiene la posibilidad de tener “su propio medio” -y debe tenerlo-. A diferencia de las tradicionales campañas de Aire (ATL para los publicistas), las campañas en Cielo (OTL para las agencias) o digitales para el resto de los mortales, son campañas que deben combinar la comunicación de corta, media y larga distancia. 

Las posibilidades de interacción -comunicación corta distancia- son infinitas, y deben serlo. Las de difusión -comunicación larga distancia, como un afiche o panel- son espectaculares. Y las de interacción selectiva -vía influencers, que eqquivaldría a los líderes de opinión en segmentos televisivos - son radicales.  El tema es qué tan viable es que un candidato construya una campaña seria en el espacio digital.

En internet, no es más fácil.

Hoy todo se ha radicalizado y especializado. Los públicos en lo digital son más selectivos; abarcan de forma muy específica culturas y subculturas, así como grupos de interés. Estos se comportan digitalemente de manera diferenciada, con códigos y espacios digitales propios a los que penetrar, de manera verosímil, es todo un reto.

La atomización entonces de los grupos o bolsones electorales en el ciberespacio es una realidad, y responde a la propia dinámica de creación/creativa de la web: filtros, recomendaciones, formularios, apadrinamientos etc. que hacen que los espacios “reales” de estos ghettos virtuales sean “seguros”y que marquen dinámicas genuinas de comportamiento.  Algo así como lo que ocurre con los “grupos cerrados” de WhatsApp. Todos los que están, están porque conocen a alguien y se toma por real la interacción y personalidad de quienes lo conforman. No es mera publicitación. Lo cual sube la efectividad pero complica el ingreso en términos simplistas. Hablamos de que hay que tener “estrategia” para manejar una campaña digital.

No todo está perdido pero hay pérdidas.

En este sentido lograr una campaña verosímil en lo digital, responde a redes sociales, grupos en apps, paginas específicas y demás, pero sobre todo a desarrollar una estrategia para un espacio hipercomplejo como el mundo digital 3.0.  

Apuesto a que muchos tomarán el camino “fácil” de las RRSS pensando solo en la monetización por territorio (publicidad por geolocalización) y el uso simplón de twitter, facebook e instagram y, en ese mismo sentido, pelearán en una feria de centro comercial por los votos. En ese escenario todo puede pasar. Y muchas campañas regalarán dinero a los dueños de los portales, sin que eso se traduzca en votos.

 

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