Punto de Encuentro

Moneda de una cara

El señor Pedro Castillo debe avergonzar al sindicalismo docente, a los ronderos y debe llenar de alegría a la "libertad de prensa" que defiende El Comercio y el inflamado pechito del padre de los cojudignos César Híldebrandt. Y por qué no a ODEBRECHT, que pone y saca presidentes, con sus títeres peruanos llamados fiscales y el gran negocio de los codinomes del que nunca más se habló.

El señor Pedro Castillo, ante los destapes de la lobista Karelyn López, ahora solo será el “casi” orgullo de Vladimiro Cerrón y el retrato hablado o identikit de los que negocian consultorías, puestos públicos y embajadas de la caviarada que lidera la chavista y castillista Verónika Mendoza. Estos no representan la política como sistema ni mucho menos pueden ser un referente. Son un grupete delincuencial llamándose de izquierda y navegando con bandera de piratas para llenar sus bolsillos. 

La "Confesión Sincera" es el mejor negocio de beneficios penitenciarios y el recordado Fernando Belaúnde y su gangrena congresal llamada Acción Popular, serán parte de aquella desmemoria en el corto plazo. Ahora "La Impunidad es su doctrina". 

El señor Pedro Castillo sabe que no hay cárcel para los corruptos, y eso lo tranquiliza. La mejor evidencia es el inicuo comentario existente hoy de los millones que recogía Vizcarra de la casa de un amigo íntimo en sobres, así como el final de telenovela de la "pareja conyugal" recibiendo dinero del chavismo desde el 2006 y de ODEBRECHT el 2011. Ya es periódico de ayer lo de Susana Villarán vendiendo los peajes ciudadanos a cambio de millones de dólares, y que podemos decir del “sagrado” Alejandro Toledo corrupto y su cómplice Fernando Olivera. Estamos ante la impunidad total.

El señor Pedro Castillo sabe de la memoria corta y la manipulación de los medios, de los gritos del silencio en Sarratea, el “Museo de la Corrupción”, porque en los seis meses de este desbande ya aprendió como se dirige una sociedad inflamada de conformismos y hechos consumados. 

La culpa no es de los que votaron por él, ni de los que no lo apoyaron, sino de los que prostituyeron la política en nombre de esa izquierda que trafica con los votos colgada del liberalismo. 

Y aquí radica una peligrosa victoria cercana y oportunista de la política tradicional, de la plutocracia y la prensa como negociado. La caída, la persecución y el encierro de Pedro Castillo, inyecta de placer a sus enemigos, les fluye la sangre de odio contra un "don nadie", sin percatarse que son lo mismo, su propio retrato, la misma cara de la moneda.

Cae el corrupto, el incapaz que entendió la política como negocio, pero no cae ante una propuesta de gestión alternativa y nuevos liderazgos generacionales. No se percibe una opción de gobierno mejor que corrija el caos. Es indefendible el Sr. Pedro Castillo, es culpable y nadie lo podrá negar. Quizás pronto sea defenestrado y estará saciada esa sed de victoria pírrica de sus enemigos.

El Perú seguirá al garete en educación y la salud, tratada como entretenimiento para desviar la atención pública. El tema agrario y los campesinos en estado semi feudal verán la segunda reforma agraria varada en la demagogia. 

Ahora, Pedro Castillo tiro su sombrero español en algún rincón, tanto como una Nueva Constitución y la pretensión de la salida al mar por territorio peruano que Bolivia nunca le solicitó. 

Solitaria seguirá la esperanza de un pueblo que espera una sincera opción de cambio y sana alternancia del poder. Esto último es lo que menos hay. 

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