Punto de Encuentro

Mentiras presidenciales:

Extraña forma de nacionalizar la del General Juan Velasco. Expropió el petróleo, pero pagó una indemnización a los norteamericanos, realizó la “Reforma Agraria” pero entregó bonos a los latifundistas. Parece que el lema “la tierra es para quien la trabaja” tuvo una finalidad retórica (la hipérbole según Aristóteles y la retórica clásica) pero ningún efecto práctico si lo contrastamos con la realidad. 

Ni trabajo, ni riqueza, ni nada. Solo pobreza y un éxodo migratorio del campo a la ciudad. Desde esa fecha, sin contar con algunos esfuerzos de gobiernos que decidieron apostar por el agro (el segundo gobierno aprista es un hito en el impulso agrario, como lo fue el primero con los grandes proyectos de ampliación agrícola), nuestro potencial no logra despegar hacia un crecimiento exponencial. Es más, estamos ad portas de una crisis mundial alimentaria. Es por ello que muchos líderes sacaron, nuevamente, del baúl de los recuerdos, el concepto “seguridad alimentaria”.

La demagógica “segunda reforma agraria” es una mentira descomunal. Casi del tamaño de la inflación del “paraíso” venezolano que creó el engendro chavista-bolivariano (ojo que en la hermana Bolivia, el modelo a seguir según Cerrón, está desmoronándose). En ambos lugares sus refundaciones constitucionales sólo han significado pérdida de autonomía alimentaria en el caso venezolano y nulas inversiones exploratorias de gas en Bolivia. Entre cientos de perlas nocivas más. 

La verdadera reforma que se requiere, más bien la "revolución agrícola" sería un paquete de medidas que van desde el relanzamiento del crédito, las pequeñas obras de infraestructura - sobre todo hídrica-, la planificación estratégica del desarrollo productivo mediante bolsas de exportación y promoción de la cultura de la asociatividad, la capacitación, el impulso de la mecanización y la tecnología, etc. 

Hay que reconocer que la agricultura tiene que ser vista a varios niveles: es la gran agroindustria, la del mediano agricultor y el pequeño agricultor. Ese globo de ensayo del Toledismo llamado Sierra Exportadora quería orientar toda la producción agraria hacia la exportación. Estos poco informados y usuarios casi inseparables de sus escritorios burócratas olvidan que el pequeño agricultor no quiere cambiar sus tradiciones, no quiere “aburguesarse”, solo desea trabajar y vivir del campo. Hay otros que si buscan cambiar los aires serranos o selváticos yéndose a vivir a la capital, pero no son la mayoría. Los burócratas del gobierno no deben soslayar el orgullo regional.

En un escenario mundial complejo, con una próxima crisis alimentaria encima, se requieren medidas ágiles y con sentido de Estado. Los populismos, en esta hora dramática, solo generaran una apariencia de solución que durará unas semanas. Pero luego, el problema, que en Perú es estructural, continuará. Se requiere - cómo planteó Enrique Valderrama hace poco en Diario Expreso- la decisión del Estado de garantizar vía BCR a la banca privada una cantidad importante para créditos para los productores del campo. Valderrama plantea 60 mil millones de soles para impulsar la siembra nacional a razón de, en promedio, 12 mil soles por hectárea, con lo cual estaríamos pensando en 5 millones de hectáreas de las 6 millones y medio cultivables. La solución es similar a "Reactiva Perú", pensada para las grandes corporaciones. Necesitamos ahora algo así, pero para el campo popular Lo demás es humo. 

Nos estamos jugando el alimento, cuidado con eso. El umbral de tolerancia de la ciudadanía está llegando a un límite. Pero señor Castillo, tenga en cuenta una frase coloquial en las cocinas peruanas “con la comida no se juega”.

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