Punto de Encuentro

La guerra de los caviares

La guerra de los caviares tiene como fin último la conformación de un nuevo orden político en el Perú. Nuestro proceso político está comprometido con una lógica de guerra total por el establecimiento de la era política post pandémica. Los caviares asisten a esta conflagración desde la posición de poder que les ha sido asignada en las últimas batallas: Desde arriba o en el gobierno, y, a la vez, desde abajo o en la oposición. Esta guerra, aunque no declarada o formalizada, es explícita. En ella, casi siempre con la ventaja que les otorga la posesión de territorios estratégicos del gobierno y del Estado, los caviares implementan principalmente dos mecanismos, pervertidos y fatales: el infowar, que es la política por medio de la guerra de la información; y el lawfare, que es la política a través de la guerra judicial.

Para Michel Foucault el orden político es necesariamente el orden de la posguerra. Por ello, pone al revés la famosa frase de Carl von Clausewitz. Se trata de una cierta defensa y ataque de fueros entre el teórico de la política y el teórico de la guerra. Mientras que para el general prusiano dieciochesco y decimonónico “La guerra es la política continuada por otros medios”, para nuestro filósofo francés vigesimonónico “La política es la guerra continuada por otros medios”. La versión foucaultiana de qué fue primero, la guerra o la política, significa: por un lado, que todo sistema político es el resultado de una guerra inmediatamente anterior; y, por otro lado, que las relaciones de poder e incluso las relaciones jurídicas, que organizan dicho sistema político, constituyen maneras de continuar la guerra. Los caviares, políticos de la guerra, lo saben.

El infowar es el mecanismo caviar que consiste en el empleo de la prensa para manipular a la opinión pública, aniquilar la legitimidad del opositor o competidor político e influir en las decisiones judiciales e incluso congresales. Esta política de Estado, encubierta como publicidad e incluso financiamiento público de los medios de comunicación privados, es característica definitoria de la guerra caviar. En verdad, por la magnitud, su único antecedente nacional se encuentra en la dictadura de Alberto Fujimori, y su antecedente universal más paradigmático se halla en el totalitarismo de la Alemania de Adolfo Hitler. Es así: En cuanto a la guerra por la manipulación de la información, los caviares son como los nazis y los demás políticos peruanos son como los judíos.

El lawfare es el otro mecanismo caviar que consiste en la instrumentalización del sistema de justicia para proscribir, perseguir, recluir e incluso provocar la muerte al opositor o competidor político. Esta es una política de Estado disfrazada, casi siempre como lucha contra la corrupción. La otrora normalización de la figura excepcional denominada prisión preventiva, las intervenciones de hecho y no de derecho del Poder Judicial, del Ministerio Público, de la Junta Nacional de Justicia, del Jurado Nacional de Elecciones, para convertirlos en panópticos jurisdiccionales son rasgos significadores de la guerra caviar. Es más, por la sobre dimensión, no tiene antecedente nacional, y su referente internacional más importante se halla en el proceder imperialista de Estados Unidos que hizo que invadiera militarmente países y que secuestrara gobernantes para juzgarlos y por supuesto condenarlos. Otra vez, es así: En cuanto a la guerra por la judicialización de la política, los caviares son imperialistas entre nosotros mismos, y los demás políticos peruanos son como los sacrificados Manuel Antonio Noriega y Sadam Husein.

La guerra caviar es constituyente de un nuevo orden político y, a la vez, es destituyente de la propia política. El nuevo orden es una curiosidad constitucional y socialista. Pero, la dialéctica de la guerra caviar es más radical que la ley de la “negación de la negación”. Ello, en razón de que la implementación sociópata de mecanismos, como el infowar y el lawfare, hace que la guerra interna descienda de la lógica de la hegemonía a la ilógica del exterminio. Foucaultianamente, los caviares siempre creen que asisten a la “última batalla”.

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