Punto de Encuentro

Chile: el plebiscito que se viene

                                                               Claire Viricel                                                                                                                                            

Chile ha entrado en un periodo de reflexión forzada de cara al plebiscito del 4 de setiembre mientras permanece la incertidumbre que afecta cada día más al bolsillo de la gente. El peso se ha desplomado como nunca, llegó a cotizar 1000 por un dólar americano y cerrar a 989 el lunes 11. El solo contexto internacional adverso no explicaría esa volatilidad: “luce como un ataque contra el peso” dijo el economista Felipe Alarcón de EuroAmerica, situación que suscitó un llamado del Ministro de Hacienda al Banco Central, un mal auguro para la oposición.

Resulta que el domingo 4 la Convención Constituyente entregó sin gloria su proyecto de Nueva Constitución al presidente Boric, y se disolvió. Hizo su pega, como dicen los chilenos, pero un trabajo “partisano”, eso le reprocha el expresidente Lagos. “Un fracaso” según editorial de La Tercera del sábado 3. “Nos entrega un país más debilitado y dividido que al inicio del proceso” (Brodsky, exembajador de Lagos, al Mercurio del 24 de junio). Si bien logró reducir su texto a 388 artículos en vez de 499, además de 57 transitorios, las deficiencias señaladas permanecen enteras. Además, el espíritu “revanchista” de la Convención que le prestan muchos observadores habría parido un texto tan difícil de reformar como la constitución vigente. “Yo no voy a estar del lado de la historia que nos va a llevar a una nueva dictadura” (convencional Fuad Chahin, Democracia Cristiana, centroizquierda).

¿Todo eso para tan poco? Tres meses atrás, las encuestas indicaban una preferencia por el ‘Rechazo’ que se ha instalado, pues el ‘Apruebo’ no ha logrado moverse mucho. Las encuestadoras pusieron unas variantes incorporando una ‘tercera vía’. Así el plebiscito no escrito sería ‘Rechazar para enmendar’ versus ‘Aprobar para mejorar’. El resultado, por los indecisos que son el 15% según la última encuesta Cadem, es incierto. En el mejor de los casos traerá de vuelta la política para recomponerla, será “el momento del gobierno, el Congreso y los partidos políticos” según La Tercera del 4 de julio, pues faltará “un gran acuerdo social, político y cultural” según Carlos Peña, rector y filósofo.

El ‘plan B’ se hace más visible. El gobierno de Boric, por mala fortuna del calendario, no escapa de ser evaluado en este sufragio. Así pasó con Chirac en Francia y el referéndum de 2005 sobre la Constitución Europea: castigaron antes que todo al Presidente, con un ‘No’. Ahora bien, la campaña por el ‘Apruebo’ recae en el gobierno que tiene solo un 33% de aprobación. Saben que la tienen difícil. Boric no está cerrado a un plan B. “Es algo que estamos discutiendo. Hay que anticiparse a los escenarios, pero eso no implica hacer públicas todas las alternativas”, declaración que molestó a sus aliados porque “favorecería la opción contraria”.

Por su lado, la derecha asume que la “actual constitución está muerta”. Así Chile Vamos (UDI, RN y Evópoli) firmó un compromiso sobre 10 temas en caso que gane el ‘Rechazo’: Estado social y democrático de derecho - Modernización y ampliación de los derechos fundamentales - Más democracia y participación para contribuir al bien común - Nuevo presidencialismo, defensa del Senado y fin al control preventivo del TC - Descentralización y desarrollo solidario de las regiones - Reconocimiento constitucional a los Pueblos Indígenas en el marco de un Estado unitario e multicultural - Protección decidida del medioambiente y biodiversidad - Igualdad ante la ley, protección de los derechos y fortalecimiento del Poder Judicial - Un Estado íntegro, transparente y profesional con mirada de futuro - Economía Social de mercado al servicio del desarrollo del crecimiento equitativo y del término de los abusos. Y  rebaja de quorums a 4/7 para modificar la actual Constitución.

Del lado del Congreso, la bancada de diputados RN, mayoritaria, se sumó al compromiso. Desde el Senado, la centroizquierda, preocupada por el nuevo diseño del sistema político, empezó a ver algún Plan B ante un posible ‘Rechazo’, evaluando modificar la actual constitución. Por ejemplo, que el actual Congreso “anticipe varios de los derechos sociales que el Pleno de la Convención ha aprobado”. O que se establezca “un comité de parlamentarios que sea mandatado a redactar un texto que parta de la base de lo producido por la Convención Constituyente y por otras fuentes, como el proyecto de Carta Magna que dejó listo Michelle Bachelet en 2018”, según el portal Pauta.cl.

Lamentablemente, las terceras vías son declarativas. No comprometen a nadie legalmente por ahora. El universitario Mauricio Morales, doctor en Ciencia Política, en un tuit así lo desearía: “En la derecha no se creen ni entre ellos. Por tanto, deben pasar por un test de credibilidad: fijar la fecha del nuevo plebiscito. Si quieren hacer todo vía reforma en el Congreso, están perdidos. Tuvieron 30 años y nada. Esto se debe plebiscitar y hacer las cosas en serio”.

Es inevitable observar la desconfianza en la clase política tradicional chilena. A la pregunta de El Mercurio del viernes 8, sobre qué piensa de la campaña que empieza, la ex primera Presidenta de la Convención, Elisa Loncón, respondió: “Ese discurso de rechazar para reformar no tiene sustento constitucional y aprobar para reformar tampoco. (…) No puede ser que hoy día aparezcan como lumbreras cuando tuvieron 30 años para hacer reformas. ¿Por qué no hicieron las reformas? Lagos hizo reformas, pero no pudo más con los derechos sociales. Cuando intentó hacer la reforma de salud, no pudo por el candado que tiene la constitución de Pinochet.”

Este proceso constituyente es emblemático y muy seguido en el extranjero. Hasta The Economist invita a votar  ‘Rechazo’ y “modificar la actual para facilitar la construcción de un fuerte Estado de bienestar”. El voto es obligatorio y la multa va de 27 mil a 160 mil pesos. Una alta participación no cambiaría las tendencias actuales hacia el ‘Rechazo’, dice Morales: “A mayor participación, mayor apoyo al ‘Rechazo’, más fuerte en el segmento popular”. En las familias del ‘Apruebo’, las discrepancias generacionales dividen el voto. La ética de la responsabilidad mueve a los mayores y la ética de la convicción a los jóvenes. ¿Es reversible?

Existe un rechazo fuerte al establishment, cualquiera sea su color, que mueve el voto de castigo. Entonces, ante el cisma de la centroizquierda cuyas grandes figuras como Lagos cierran filas con la derecha llamando al ‘Rechazo’, un voto de castigo multiforme podría alterar los pronósticos actuales: un rechazo a todos los que llaman al ‘Rechazo’ con un voto ‘Apruebo’. Acaso no se escucha frecuentemente, entre los que sudan para ganarse la vida, “Si es malo para ellos, es bueno para nosotros, ¡el Apruebo va a ganar, obvio!”. El eje polarizante ellos-nosotros sigue pertinente.

‘Rechazo’ por rechazo a Boric (muy amarillo –o sea centrista- para los decepcionados), o a su gobierno desaprobado por un balance “violencia más inflación”. Esto último es un temor del periodista Daniel Matamala en La Tercera del 3 de julio. Además, lamenta que los convencionales más radicales se ganaron el ‘Rechazo’ de un electorado antes favorable al comportarse soberbiamente, al “fachopobrear a quienes tienen aprensiones y dudas sobre el nuevo texto”. Así anticipa que “el voto de protesta, que ayudó a levantar la nueva constitución, bien podría ayudar a sepultarla”.

¿Qué ocurrirá? En política, nadie sabe para quien trabaja..

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