Punto de Encuentro

El rey está desnudo

Editorial II 09-08-2021

Ya en el poder, Castillo “pensaba” que, para la administración del Estado, así como marcar la pauta de la “gran política” solo necesitaba emplear sus “habilidades” de negociador y de gestor de acuerdos aprendida como parte de su experiencia como “líder” sindical. Ese fue el relato que nos vendieron el binomio Castillo-Cerrón. La política de transformación la realizaría Castillo con el apoyo del partido (no olvidar que Cerrón es leninista y cree en el centralismo democrático).

A la fecha, el relato muestra que “el rey está desnudo”. Castillo no era el hábil negociador, fue un puntero más dentro del sindicato, un puntero que se fue haciendo de contactos, tomó protagonismo en su momento en el marco de la reforma educativa (obviamente se oponía a ella) y tuvo la gran suerte en encarnar el rechazo a la política que provocó el nauseabundo gobierno de corrupto Martín Vizcarra. El partido, quien apoyaría al presidente en esta línea de acción, intentó orientarlo, pero al final pusieron todos sus esfuerzos en controlar a Castillo y su ambiciosa familia. Es extraña la relación entre Castillo y Cerrón, es una relación que parece de amantes por la cercanía y el rechazo que se manifiestan de manera reciproca, día a día. Los mensajes de Castillo encuentran una respuesta ágil en el activo Twitter de Cerrón. También es probable que Cerrón actúe como patrón y Castillo sea solo un caballo “chúcaro”.

Consideramos que Castillo esta solo. La corrupción, incompetencia y otras perlas del chotano lo están llevando directamente al precipicio. El Congreso debería crear las condiciones para vacarlo y no pedir, ingenuamente, la renuncia. Es importante identificar que sectores contemporizan con el gobierno a cambio de prebendas (¿Acuña? ¿Luna? ¿Los niños?) sin perder de vista que hay algunos “actores” con agenda propia: Sagasti es el caballo de troya de un mal entendido progresismo, así como Vizcarra esconde oscuras intenciones y no podemos permitir soslayar lo que planifica. Vizcarra es tan culpable como Castillo del deterioro de nuestra democracia.

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