Punto de Encuentro

Miklos Lukacs y la disolución del hombre

Por Juan Antonio Bazán 

Miklos Lukacs sostiene que el hombre que se disuelve, que transiciona hacia un neo ente, constituye el centro del proyecto progresista y del debate político contemporáneo. Es verdad: Lukacs ha dado en el centro, y ha escrito el mayor contra ataque epistemológico al actual progresismo transhumanista. He aquí la ficha bibliográfica del libro: Miklos Lukacs de Pereny (2022): Neo entes. Tecnología y cambio antropolígico en el siglo 21. Sine locatio: Population Research Institute. La penúltima teoría política hegemónica que ubicó en el centro de sí a la antropología filosófica se produjo en el tiempo de los socialismos realmente existentes, y por la manía marxista de construir y reconstruir permanentemente una ideología epistémica, o concepción del hombre nuevo en un mundo nuevo. Pero, la gran diferencia respecto de la última, y actual, teoría política dominante que coloca en el centro de sí la reflexión sobre el hombre, es que ésta constituye un “ataque antropológico” realmente existente, cuya manía transhumanista consiste en que el ser humano deje de ser humano, y se convierta en un neo ente. El progresismo administra la cuarta revolución industrial, y cree que ésta implica la licuefacción del hombre en un nuevo ser conformado de biología, física y cibernética. Semejante nuevo ser, nueva entidad, sería un amasijo de sistemas de vida y procedimientos digitales: En suma, sería como un ciborg. En verdad, el transhumanismo es una teoría política y social inédita. Veamos la genealogía del pensamiento acerca de la disolución del hombre: Michel Foucualt recurre a Martin Heidegger para estar a la mira de la probable muerte del ente antropológico convertido en sujeto que contiene la realidad. Es decir, por el camino pro heideggeriano, entiende la muerte del hombre como una cuestión puramente gnoseológica, pues el sujeto solo se apropia de la realidad con su técnica. Foucault acude a René Descartes para revisar, e intentar superar, al “ego cogito, ergo sum”, y así lograr salir del sujeto epistémico y del sujeto de la historia. Es decir, por el camino anti descartesiano, se reafirma en el entendimiento de la muerte del hombre como una cuestión puramente epistémica, de lenguaje, pues el sujeto es descentrado y colocado solo como parte de la trama histórica. En suma, la muerte foucaultiana del hombre es una muerte epistémica, que se da únicamente en el lenguaje. Sin embargo, el progresismo transhumanista ha llegado más lejos, los ha superado a todos, pues persigue la muerte del hombre epistémico, y la muerte del hombre de verdad.

La transhumanización progresista constituye el más grande totalitarismo de todos los tiempos. Lukacs nos advierte de su conformación: Tiene de historicismo, pues es lineal y alberga la idea del progreso. Tiene de eticidad, pues es promesa hedonista y cobija los tres “super”: “super longevidad”, super inteligencia” y “super bienestar”. Tiene de metaética, pues ampara la creencia de que el progreso tecnológico nos hará definitivamente buenos, y mejores. Por supuesto, tiene sus herramientas, o mecanismos estratégicos, en la inteligencia artificial y la técnica de edición genética (conocida como Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats, o CRISPR). Algo más: Lukacs pone en evidencia a los principales teóricos de los cinco siglos de la genealogía, desde el transhumanismo moderno hasta el transhumanismo progresista: Desde Giovanni Pico della Mirandola, autor de Orati de hominis dignitate; y Francis Bacon, autor de Novum organum scientiarum; hasta Klaus Schwab, autor de La cuarta revolución industrial; y Yuval Noah Harari, autor de Sapiens. De animales a dioses; Homo deus: Breve historia del mañana; y 21 lecciones para el siglo XXI. Estos últimos, populares por ser el fundador del Foro de Davos, y el Karl Max del progresismo, respectivamente. La trahumanización progresista nos coloca ante el más grande asombro de la historia. Cabe preguntarnos, ¿Por qué existe este proyecto contra el hombre, y por qué sus mecanismos se convierten en política pública mundial? No sé de psiquiatría, de psicología, de etología. Pero, tal vez sé algo de política. Luckacs tiene razón: Cambiar la naturaleza del hombre es cambiar sus instituciones políticas y sociales. El neo ente no tendría patria, ni familia. No sería hombre, ni mujer. El autor del libro dice que el neo ente viviría en un “gran panal”. La verdad es que los hombres hemos evolucionado muy lentamente para llegar a ser lo que somos hoy. Se trata de lenguaje, ciencia y tecnología desplegados a través de aproximadamente cuatro millones de años. Por supuesto, debe destacarse al papel histórico de nuestros dedos pulgares, de nuestras manos, de nuestro cuerpo íntegro. Finalmente, si bien el primer Foucault nos advierte de que “el hombre se borraría, como en los límites del mar un rostro de arena”; el último Foucault, el espiritualista, nos enseña de que el hombre debe ocuparse del cuidado “de sí mismo” y “de los otros”. Todos debemos ser como Miklos Lukacs, y el hombre no se disolverá.

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