Punto de Encuentro

¡Cambiar al Estado para acabar con la crisis estructural de Perú!

Por: Abraham Fudrini.

“… la petición de mayor democracia tan insistente en los últimos años, se manifiesta en la demanda de que la democracia representativa sea acompañada e incluso sustituida por la democracia directa”. (Norberto Bobbio)


El 28 de Julio de 2021 recordé lo que a mis amigos cercanos les decía: “El poder es como la silla alrededor de la que corren los niños en las fiestas de cumpleaños o celebraciones similares y semejantes, el último que quede sentado en la silla gana. Así llegó o se “eligió” Pedro Castillo.
En Perú, las circunstancias de vivir una crisis de largo tiempo o de estructura (la palabra “estructura” se repite mucho, pero muy poco se entiende) o las de tiempos cortos, aquellas que producen la aparición de múltiples, varias y diversas coyunturas nacidas de una “estructura” que se mantiene casi sin  cambiar durante largo tiempo y que la periodizo desde después de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy.
No se han resuelto grandes o graves problemas de Perú desde que comenzó este período que pronto cumplirá 80 años.
Para los demócratas el problema no se resuelve en la producción, no hay necesidad de coaccionar y expropiar los medios de producción sino en la distribución que realizan los gobiernos corruptos envueltos en coimas, chantajes, “favores” y otras anormalidades que son delitos contra el Estado.
Con la globalización han mejorado las economías de Perú, Chile y demás países globalizados de América Latina, no son hoy lo que eran tres décadas antes del siglo XXI. También mejoraron China, Rusia y otros países comunistas, gracias al fin de la Guerra Fría y al proceso de globalización, concepto que anuncia un tránsito libre de personas, mercancías y capitales.
El mundo está cambiado y cambiará más debido a la globalización que ayudó también a las economías de China, Rusia y de otros países semejantes, inyectando en ellas infinitas inversiones y coadyuvando a sus despegues.
Si no se hace una transformación de la estructura del Estado seguiremos caminando por la ruta del caos social, así continuará más deshumanizada la corrupción en casi todos los niveles de los gobiernos del Estado: municipalidades distritales y provinciales, regionales y nacional.
Es un deber crear consciencia que tenemos que dejar de ser un gobierno presidencialista porque es dañino para la democracia (ocurre lo mismo en otros países de América Latina).
Tenemos desde hace cerca de cuarenta años diez presidentes que en algún momento, después de ser gobernantes, estuvieron y están hasta hoy bajo la sombra de la corrupción
¿Quién duda de la corrupción de una cantidad grande de autoridades elegidas por votación?. Hay presos, enjuiciados, fugitivos (aparte de los que se hacen los muertitos o han sido beneficiados por un Poder Judicial corrupto), todos los presidentes desde 1990 hasta hoy están públicamente bajo la sombra de la corrupción en el Estado.
El pueblo, con su bajo nivel cultural que le indujo “elegir” a Pedro Castillo, no es responsable de la presencia de gente incapaz y corrupta a la presidencia de Perú, a él se le negó la participación política de su vida ciudadana, durante largas décadas de la historia de Perú después de la Segunda Guerra Mundial.
Caso diferente, que si ha dado vergüenza, es del Congreso de la República que ha cometido un grave error al nombrar a un Defensor del Pueblo incapaz y comprometido con los comunistas.
La insólita y nefasta tríada política compuesta por Fuerza Popular, Acción Popular y Perú Libre, organizaciones políticas que coinciden porque los dos primeros no tienen ideología y el tercero de esta tríada si la tiene pero no la conoce, han producido esta mezcla barrosa de la política criolla con ornamentas  falsas, que empieza a oler mal porque evidencia ambición de poder y apesta a caca. Esa alianza del mal o sorprendente tríada, ha hecho ganar a un abogado sin formación académica, sin espíritu jurídico, que cual farsante solo aparenta inteligencia y que ha trabajado como dependiente y cliente de Ollanta Humala y Vladimir Cerrón, respectivamente.
Un grande de la política nacional, me refiero al inteligente y consecuente político aprista Enrique Valderrama ha dicho: “Nos han puesto a otro “Pedro Castillo” en la Defensoría del Pueblo”. Muy acertada y popularmente pegajosa su afirmación porque en este caso se ha retrocedido gracias a la nefasta tríada política de los “no me importa nada ni nadie”.
Concluyo recordando que mi propuesta de un nuevo Estado es pública, he llamado a dialogar sobre ella a los experimentados politólogos apristas, que antes fueron autoridades del Estado y tienen conocimiento del tema, pero todos callan, no dicen nada sobre la imprescindible necesidad de transformar el Estado de Perú, realmente me preocupa porque pareciera que caminamos a ciegas.

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