Por Antero Flores-Araoz
Se está volviendo cotidiana la confrontación entre los Poderes del Estado y los organismos estatales autónomos, así como las mutuas críticas, denuncias y acusaciones.
Se está volviendo una costumbre inadecuada, que cada vez que algún altísimo funcionario del Estado agarra micro y pantalla, siendo entrevistado por la prensa, usa tal espacio para denostar a otros altos funcionarios pues se han percatado que lamentablemente para la prensa el escándalo es noticia, pero las buenas acciones, actitudes y propuestas pasan desapercibidas.
Lo antes señalado debe cambiar si es que queremos volver al Perú en el camino del desarrollo con respeto mutuo, buscando un clima adecuado para que exista confianza en el país, lo que sin lugar a dudas, es un requisito válido para que existan inversiones que son las que generan puestos de trabajo y bienestar.
Cierto es que el grito destemplado, la puñalada artera y el insulto, generan interés en la prensa, pero con ello no se construye y en vez de prestigiar al autor, con el tiempo sucede lo contrario y va perdiendo credibilidad.
Varios lugares públicos se han convertido en escenarios propicios para las actitudes hostiles, como son inauguraciones, conferencias de prensa, e incluso el llamado “Hall de los Pasos Perdidos” en el recinto parlamentario, es el lugar preferido en que los congresistas, ministros, otros altos funcionarios y personas que son citadas por cualquier motivación, aligeran y afilan la lengua, despachándose contra gil y mil.
Se supone que todos debemos cumplir con la Constitución y la Ley, así como ser respetuosos con los demás, incluso atender al imperativo moral de luchar contra la corrupción, crimen, delincuencia, narcotráfico, terrorismo y diversos otros azotes en el mundo en que nos ha tocado vivir, pero para ello hay canales y formas que no deben perderse, por simplemente captar el interés de alguna prensa errática, felizmente no toda.
En lo que se refiere a las más altas autoridades, incluyendo Poderes del Estado e instituciones autónomas, en toda Democracia tiene que haber balance y equilibrio de poderes, así como mutuos controles, pero ello debe hacerse guardando las formas que corresponden y sin escándalo, que lo único que genera es perder la confianza y respeto ciudadano.
No se pretende que las entidades del Estado incumplan con su cometido para el que fueron creadas y las disposiciones legales que norman sus atribuciones, pero que lo hagan sin el escándalo nocivo a todos y que incluso hay veces en que se atenta contra la presunción de inocencia.
Este clima al que se ha llegado en que todos utilizan los verbos denunciar y acusar en todas sus conjugaciones, no solo daña y perjudica a los emplazados sino también a los emplazantes. Hacer del ejercicio del poder una cloaca o un lodazal, es dañino al sistema que nos alberga.
Parecería que se dejó de enseñar el yo amo, tú amas, él ama, nosotros amamos, ustedes aman y ellos aman; sustituyéndolo el yo odio, tú odias, él odia, nosotros odiamos, ustedes odian y ellos odian. ¡De locos!