Rafael Rodríguez Campos
El domingo 15 de octubre 14 millones de ecuatorianos concurrieron a las urnas para elegir al sucesor del presidente Guillermo Lasso, y así culminar el periodo constitucional 2021-2025, después de que el jefe de Estado aplicara el mecanismo de la “muerte cruzada” en mayo de este año. Recordemos que bajo esta figura Lasso deja el cargo antes de tiempo, previa disolución del Parlamento -que estaba dominado por la oposición que buscaba destituirlo- y anticipó la celebración de elecciones.
Los resultados
Así, con casi el 100% de las mesas escrutadas, Daniel Noboa, candidato de Alianza Democrática Nacional (agrupación cercana al oficialismo) con el 52% de las preferencias se impuso ante Claudia Gonzáles, candidata del Movimiento Revolución Ciudadana (agrupación correista), que obtuvo el 48% de los votos. Cabe precisar que en esta oportunidad el nivel de participación fue de 82% y el porcentaje de votos blancos y nulos alcanzó el 9%. Con ello, Daniel Noboa sumirá el cargo en diciembre y gobernará por un espacio de 16 meses hasta que en mayo de 2025 el país restablezca su calendario habitual de elecciones.
La palabra de los candidatos
La primera en aparecer, una vez conocidos los resultados oficiales transmitidos por el Consejo Nacional Electoral, fue Gonzáles, quien reconoció democráticamente su derrota ofreciéndole unidad al ganador. La candidata del correísmo señaló que el presidente electo cuenta con todo su apoyo para construir una patria digna porque Ecuador necesita unidad para salir de la crisis en la que se encuentra.
Previamente, y desde la sede de su partido en Quito, Gonzáles había iniciado su alocución señalando que como mujer cristiana y de fe le daba gracias a Dios y a los que confiaron en ella. Del mismo modo, reconoció la victoria de Noboa indicando que el pueblo ecuatoriano había escuchado con mayor atención sus propuestas, y que como demócrata lo que correspondía era abrazar a todos, incluso a los que no votaron por ella. Por ello, finalizó diciendo “basta de odios, de polarización. Ecuador necesita sanar, y para ello el presidente electo cuenta con nosotros”.
Luego, le tocó el turno al ganador de la jornada, quien había seguido el desarrollo de la elección desde su casa de la playa, ubicada a tres horas de Guayaquil. Así, el mandatario electo empezó diciendo que trabajaría desde el primer día por un nuevo Ecuador porque es necesario reconstruir un país que ha sido gravemente golpeado por la corrupción, la violencia y el odio.
El gran perdedor de la jornada
Ahora bien, y a pesar de que la cara visible de la derrota es la de Gonzáles lo cierto es que el gran perdedor de la jornada ha sido el ex presidente Rafael Correa. Decimos ello porque fue el ex presidente quien eligió a Gonzáles, a pesar de ser una política desconocida, sin mayores luces intelectuales y menos experiencia política nacional, sumado a su poco carisma y capacidad para conectar con el elector “no correísta”.
Gonzáles nunca pudo construir una imagen propia, no tuvo la capacidad para desligarse de la figura del ex presidente, más aún cuando gran parte de su discurso de campaña pasaba por recordar lo bien que le había ido a los ecuatorianos durante los años del correísmo cuando el país crecía de manera boyante gracias a la explotación petrolera logrando bajar los índices de pobreza como nunca antes en su historia.
De hecho, para gran parte del electorado -ese que justamente optó por Noboa- considera que el único mérito que tuvo Gonzáles fue ser la elegida de Correa para llegar a la presidencia y gobernar interpósita persona. Al parecer el ex presidente tuvo un exceso de confianza y sintiéndose el político más poderoso de Ecuador, luego de que, en febrero, en las elecciones subnacionales, Revolución Ciudadana (la coalición correísta) ganara en Quito, Guayaquil y otras ciudades, colocando 9 prefectos de las 24 provincias, pensó que cualquiera de sus “elegidos” ganaría la elección, olvidando que por su carácter autoritario y formas bravuconas de hacer política es una figura que polariza al electorado generando un anti voto que en un ballotage resulta determinante para cualquier candidato que decida tomar las banderas del correísmo.
El perfil del presidente electo
Noboa es un empresario de 35 años hijo del hombre más rico de Ecuador. Recordemos que su padre gracias a su fortuna pudo ser candidato a la presidencia en 5 ocasiones. No ganó ninguna, a pesar de presentarse como el “Mesías de los pobres”, pero durante esos años logró convertirse en uno de los rostros más visibles de la oposición al correísmo. El, como en su momento su padre, no proviene de ningún partido político ni se define ideológicamente con ninguna corriente política. Es más, durante la campaña evitó siempre tocar ese tema. Sin embargo, por sus propuestas de recudir impuestos, fomentar la inversión extranjera, achicar el aparato estatal, y militarizar la lucha contra el crimen, diversos analistas lo sitúan en el centro derecha.
Ahora bien, esta imagen de joven político con ideas liberales (al menos en el plano económico), contrasta con el ideario que trae consigo su vicepresidente, Verónica Abad, quien abiertamente se definió durante la campaña como una mujer de derecha, conservadora y provida. Por este contraste muchos consideran que el gobierno de Noboa no es otra cosa que una gran incógnita que durante 16 meses seguramente traerá consigo más de una sorpresa. En todo caso, lo que la propia derecha espera es que no comenta los errores de Lasso quien por querer manejar al país con una mirada empresarial terminó perdiendo las riendas del mismo viéndose obligado a recortar su mandato.
El país que recibe
Pero más allá de ello, lo cierto es que Noboa recibe un país con dos tareas muy importantes: la economía y la seguridad. Decimos ello porque la economía ecuatoriana pasa por su peor momento. El nuevo Gobierno se enfrentará a un déficit fiscal de 5 mil millones de dólares, con un crecimiento anual de apenas 0,8%. Además, debemos recordar que Noboa no podrá acudir al FMI para buscar un préstamo pues este organismo multilateral ya le ha prestado a Lasso 6 mil millones de dólares entre 2020 y 2022. Con lo cual, nuevamente los expertos, proponen acabar con el subsidio del combustible, en el que Ecuador invierte 4 mil millones, el mismo valor que destina al presupuesto del sector educación y salud, pero que es una medida absolutamente impopular “tumba presidentes”.
Al mismo tiempo, Ecuador pasa por una grave crisis de seguridad y orden público. Hoy, el poder del narcotráfico y del crimen organizado ha crecido exponencialmente. Es más, cada vez son más frecuentes los asesinatos a manos de los sicarios (incluso en Quito y Guayaquil) y los motines en las cárceles, lugares donde el poder de los cárteles se ha consolidado y desde donde se planean y ejecutan lo más sanguinarios crímenes.
Un mandato corto para medidas concretas
Frente a ello, los especialistas, tomando en cuenta que el mandato de Noboa será corto, consideran que al menos durante los primeros 30 días el nuevo presidente deberá hacer algún anuncio importante en materia económica y seguridad. Nadie espera que impulse la gran reforma tributaria/fiscal que todos los economistas consideran como prioritaria para el país y que seguramente será una tarea para el próximo presidente, pero sí consideran importante contar con propuestas concretas de lucha contra el crimen que lo reafirmen como un líder que no le teme a la delincuencia.
La victoria de Noboa
¿Noboa es un buen candidato? Yo creo que sí, al menos lo suficiente para vencer a Gonzáles, aprovechando tres factores claves: 1) Mostrarse como el candidato distinto a la partidocracia (su desempeño en el debate presidencial estuvo muy por encima del resto); 2) El asesinato del candidato Fernando Villavicencio, periodista que denunció la gran corrupción, logrando que los electores lo vieran como el candidato más confiable para asumir esa lucha; y 3) Movilizar a los sectores que sienten rechazo por el correísmo y hacerlo sin necesidad de confrontar directamente con su oponente.
En suma, fue por ello que el 52% de los ecuatorianos lo ha votado convirtiéndolo, a sus 35 años, en el presidente más joven de todos los tiempos, quitándole al correísmo la posibilidad de volver al poder de la mano de la primera mujer en la historia, y abriendo las puertas de Palacio de Carondelet, por fin, para que un Noboa cumpla el sueño de alcanzar la presidencia de la República.