Punto de Encuentro

Fomentando el transfuguismo

Fernando Rodríguez Patrón

Los partidos políticos son organizaciones que nacen por la decisión y voluntad de sus fundadores y para lograr su inscripción en el Registro de Organizaciones Políticas, requieren entre otros requisitos, contar con un mínimo de respaldo popular, nos referimos a los afiliados, quienes sea por convicción o interés, deben expresar su voluntad de integrarlos y con ello participar en la vida democrática del país.

Puede parecerlo, pero la figura del afiliado no es un tema menor. Opacados quizás por el característico caudillismo partidario, en el fondo constituyen un elemento fundamental que permite el desarrollo la vida partidista, definen los destinos del partido al que pertenecen eligiendo a quienes regirán los destinos partidarios (directivos) y, salvo las excepciones legales, solo ellos podrán acceder a un cargo de elección popular a través de las elecciones que se convoquen.

Nuestra legislación determina que la afiliación debe ser voluntaria y de ello se deriva su carácter formal y no automático. Es formal, pues se requiere que el interesado presente una declaración jurada manifestando no pertenecer a otra organización política y debe suscribir una ficha de afiliación; no es automática pues requiere la aceptación de la organización política, sea tácita o expresa; además, para su validez, la afiliación está sometida a un proceso de verificación, debe ser presentada al ROP y luego remitida al RENIEC para la verificación de la firma del afiliado; de otro lado, la afiliación es de naturaleza única y excluyente, ya que ningún ciudadano puede estar simultáneamente afiliado a más de una organización política.

Vista la importancia del afiliado, resultaría congruente con su naturaleza que los partidos establezcan políticas de capacitación, que generen espacios que permitan expresar sus puntos de vista y los hagan partícipes en la toma de decisiones haciéndolas más democráticas, sin embargo, esto es solo un deseo, pues en la práctica, salvo contadas excepciones, ello no sucede, por el contrario, las cúpulas partidistas se reeligen casi permanentemente y las afiliaciones se prostituyen con un único afán electoral. Pareciera que solo importa ser candidato y el partido es lo de menos, es solo el medio. Las 58 mil renuncias a organizaciones políticas presentadas en los dos últimos años al ROP con vistas al proceso electoral del 2026 son clara evidencia de lo manifestado, más aún si las contrastamos con las poco más de mil presentadas normalmente en períodos no electorales.

Esta infeliz realidad viene alimentada por una incomprensible legislación electoral que lejos de fortalecer la figura del afiliado no hace otra cosa que permitir renuncias y afiliaciones con fines electorales al señalar que “No pueden inscribirse como candidatos en otros partidos políticos…los afiliados a un partido político inscrito, a menos que hubiesen renunciado con un (1) año de anticipación a la fecha del cierre de las inscripciones del proceso electoral que corresponda…”. Si de por sí la norma ya es negativa, resulta peor que con vistas a una elección nuestra legislación permita además afiliaciones de último momento, modificando inclusive las fechas límite afiliación constantemente tal como ocurrió para las Elecciones Generales del año 2021.

No pretendo sostener que una afiliación partidaria sea eterna. Pueden existir fundadas razones por las cuales un afiliado puede tener la necesidad de dejar su afiliación, pero permitir su inmediata incorporación a otra organización política, permitir a quien ocupa un cargo de elección popular que en una inmediata elección postule por otro partido (como puede ocurrir por los actuales congresistas), permitir que quien ocupe un cargo renuncie durante su gestión y se afilie a otro partido y autorizar legalmente afiliaciones de último momento que corresponden únicamente a oportunistas, nos colocan sin duda en las antípodas del fortalecimiento de una institución tan importante como la del afiliado y no abonan en el mejoramiento de nuestro cada vez más precario sistema de partidos.

Toda vez que no espero nada del actual Congreso, mucho menos que expida una norma que permita modificar la situación descrita, espero que los organismos electorales una vez concluido el proceso de Elecciones Generales del año 2026 pongan el tema en la agenda e insten a los futuros parlamentarios a modificar la situación en la que sus antecesores nos han colocado.

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