Punto de Encuentro

Chile 2025: una mirada preelectoral

                   Claire Viricel

Desde el 29 de junio, día de las primarias abiertas de la izquierda, el Pacto Unidad por Chile, más conocido como Alianza de Gobierno —Frente Amplio, las coaliciones de Socialismo Democrático (centroizquierda) y Chile Digno (Partido Comunista, Humanista, Verde, etc.) —, empezó a calentarse el ambiente electoral. Hablamos de las Presidenciales y Parlamentarias 2025 cuya primera vuelta se dará el 16 de noviembre. Resultó una total sorpresa que la señora Jeannette Jara, del Partido Comunista, fuera la más votada de los cuatro candidatos en disputa (60,48%), muy por delante de Carolina Tohá, veterana de la centroizquierda y exministra de Boric, que fue castigada con un 27,72%. Se prendieron enseguida todas las alarmas.

¿Qué resulta tan preocupante en dichas elecciones y cómo se llegó a tal situación? Un breve repaso.

Primero, el protagonismo del PC (descartado por la Carta Magna original de 1980), que empieza en el 2013, cuando la coalición de centroizquierda Concertación desaparece bajo el impulso de la precandidata Bachelet para volverse Nueva Mayoría. Una coalición de centro que se abría a la izquierda tras las revueltas estudiantiles del 2011-12 lideradas por Camila Vallejo (PC), Giorgio Jackson (Revolución Democrática) y Gabriel Boric. (Y los tres saldrán elegidos en el Congreso 2013.) Jeannette Jara fue inmediatamente considerada comunista antes que oficialista por la derecha que encontró en sus orígenes materia para radicalizar la campaña. En El Mercurio del 4/7, el filósofo Carlos Peña denuncia la irracionalidad del “fantasma del anticomunismo”. “La elección de Jara, escribe, ha desatado los más exagerados temores. Jara sería la punta de lanza, simpática y carismática, tras cuya personalidad está el partido que la usa como una máscara festiva.” Y recuerda que en democracia “a las ideas se les oponen otras ideas” y que “no se agita sin más frente a él el fantasma del miedo irracional”. De ganar, “no representaría el PC sino una compleja coalición”, argumenta.  Y el académico, Sebastián Edwards, economista, en El Mercurio del 20/7 sentencia que “hacer una campaña basada en el anticomunismo ramplón no hace sentido”.  Era sin contar con la ayudita misma del propio PC, unas declaraciones ideologizadas del exalcalde Daniel Jadue, que Peña calificó de “simplistas y gruesas”, para llevar la derecha a “adoptar una actitud anticomunista”. Un simplismo en ambos lados que aleja la campaña del centro donde se ubica el electorado, aquel que supo rechazar dos textos constitucionales cocinados en sus extremos.

Segundo, el perfil y la estrategia de Jeannette Jara. Tiene 51 años, buen sentido del humor, un respetable currículum vitae fruto de su esfuerzo personal. Es administradora pública por la Universidad de Chile, fue Ministra de Trabajo con Boric y Subsecretaria de Previsión Social en el segundo mandato de Bachelet. Empezó su militancia comunista a los 15 años. Hoy lidera las encuestas con un 33% (Black & White del 8/8), delante del republicano Antonio Kast (28%), Evelyn Matthei (coalición Chile Vamos) con 17%, el libertario Johann Kaiser (11%), el populista Franco Parisi (6%). Sobre Jara, recogemos la opinión de Sebastián Edwards: “Como candidata, es magnífica. La veo desentendiéndose del gobierno de Boric.  Sí, fui ministra, pero no represento al gobierno. Soy la que entiende al pueblo, la de las 40 horas, del salario mínimo, de la Pensión Garantizada Universal a 250 mil pesos. Hará ofertas que suenan bien como el salario mínimo de 750 mil pesos. Su llegada a La Moneda sería el resultado de dos eventos que ya se vislumbran, una excelente campaña de Jara y el suicidio de una derecha desunida y boba.”  Y la del sociólogo de la Universidad Andrés Bello, Mauro Basaure, que indica, en La Segunda del 18/7, que “cuenta con un piso sólido, pero tiene el techo más bajo de las candidaturas competitivas. Su fórmula se basa en el cuidado, la cercanía. Es política y al mismo tiempo no lo es, se presenta como cualquier persona de barrio, como la tía”. Señala también que “el clivaje pueblo/oligarquía de Octubre 2019 ha envejecido mal, el país ha girado del momento populista al momento institucional, la gente hoy pide policía eficaz, cuentas ordenadas y certezas de medio plazo”. Según la misma encuesta Black & White, en una segunda vuelta Kast versus Jara, ganaría Kast con un 62%.

Tercero, está en juego como nunca la gobernabilidad, la composición de las Cámaras. Comparten esta opinión el analista político y escritor, Ascanio Cavallo (La Tercera del 3/8), Luis Eugenio García-Huidobro, investigador y docente en Derecho de la Universidad Católica (EM del 20/7), Leonidas Montes, economista director del Centro de Estudios Públicos (EM del 7/8) y el empresario Nicolás Ibañez (LT del 3/8). Con la fragmentación, que resulta de una orfandad de ideas en las tiendas políticas y, también, de la reforma electoral del segundo gobierno de Bachelet, los partidos se volvieron “bolsas de empleos” (García-Huidobro). Así, “la gobernabilidad del próximo cuadrienio depende menos del presidente que del Congreso” (Cavallo). Lo que varios comentaristas llaman el “parlamentarismo de facto” (Cavallo, Montes) y la volatilidad de las mayorías, representa el riesgo de no llegar a acuerdos en lo fundamental. Y hay dos temas que realmente importan en esta campaña: el crecimiento (un 2% actualmente, lejos del 5,5% del 2013) y la seguridad (delincuencia y crimen organizado desatados).

Pero hay una novedad y de otro alcance, que resulta de las reformas constitucionales del 2022 y 2023: el Congreso saliente logró entonces rebajar las supramayorías de 2/3 a 4/7 para reformas constitucionales (eso antes del primer plebiscito) y leyes orgánicas constitucionales, acabando con un 'candado' decisivo de la C80. “Cualquier partido o coalición, si logra la mayoría absoluta en ambas cámaras, tiene un poder de rediseñar nuestra institucionalidad incluso en forma radical” (García-Huidobro). Nada menos. De ahí la necesidad de tener bancadas que defienden ideas programáticas y no intereses particulares, y de evitar un choque de coaliciones en las cámaras. Gente de diálogo, capaz de lograr acuerdos luego de aprender la lección de dos 'Rechazos' constitucionales. Nicolás Ibañez es optimista: “Con Boric se dio un intento costoso de refundar el país pero que le ha hecho bien, porque recordó qué es ser chileno, y se volvió a la Constitución de Lagos" (LT del 3/8).

Cuarto, la desunión de la derecha para formar, paralelamente, listas parlamentarias. Evelyn Matthei fue víctima de una campaña sucia de parte de los republicanos y estuvo a punto de judicializar el caso, haciendo tambalear de paso su coalición de centro. Argumentaron que tenía Alzheimer. “Una vileza —dijo el ponderado Peña—, una turbiedad que aleja la campaña de ese ideal regulativo que llamamos democracia”. (EM del 20/7)  “Ir unidos significa ganar en el Senado y en la Cámara. Ir separados significa perder la Cámara”, dijo el diputado UDI Juan Antonio Coloma (LT del 3/8). La unidad es más un asunto de fondo que de forma pues tiene que ver con el tipo de gobierno que plantean. Matthei y Kast serán adversarios reales en la primera vuelta. La polarización favorece a los republicanos de Kast que tienen claro que su adversario es el oficialismo. Pero, buscarían la hegemonía de la derecha, según voces de centro, cosa inadmisible pues acabaría con la centroderecha Chile Vamos, tal como la Nueva Mayoría acabó con la Concertación. 

¿Y qué democracia prospera sin diálogo, sin puentes, sin centro?

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