Por: Dennis Falvy
El Profesor Jorge Baca, trata una serie de cosas que exigen una transformación estructural que redefina la relación entre el Estado, contribuyentes y la economía.
Lista en su reciente post, los déficits fiscales crónicos, la creciente informalidad laboral, las cada vez más frecuentes medidas tributarias populistas introducidas por el congreso y el ejecutivo, la volatilidad de los precios de los minerales, el antitécnico uso del canon minero, los cambios tecnológicos que dificultan gravar nuevas actividades económicas, la desigualdad persistente y el envejecimiento de la población.Por ello exige una reforma tributaria integral.
Señala nuevamente ,que el Marco Macroeconómico Multianual propuesto por el gobierno para el año 2026, proyecta reducir el déficit fiscal recortando el gasto corriente, pero sin tocar los ingresos.
Es una ilusión peligrosa en un país con rigideces en planillas públicas, presiones sociales crecientes y nuevas obligaciones de gasto, pensar que bastará solamente ajustar el gasto, sin necesidad de incrementar los ingresos.
La verdad incómoda es que sin más ingresos tributarios, no habrá sostenibilidad fiscal. Y sin ella , no habrá inversión pública en infraestructura, ni servicios de calidad, ni estabilidad macroeconómica. Y no se trata de elevar las tasas de los impuestos, sino más bien aumentar la base de contribuyentes y la eficacia de la SUNAT.
Dicho esto de manera tan clara, entonces Baca señala que durante décadas, el Perú ha dependido en exceso de la renta minera, potenciada por los ingresos extraordinarios derivados de los ciclos de precios internacionales. Cuando los precios del cobre o el oro suben, la recaudación mejora; cuando caen, el déficit se dispara, convirtiendo a la política fiscal en rehén de la volatilidad externa.
A ello se suma la informalidad laboral, que alcanza a más del 70% de la población económicamente activa. Millones de trabajadores y microempresarios quedan fuera del sistema tributario, lo que erosiona la base tributaria y limita la capacidad redistributiva del Estado. El resultado es un círculo vicioso: baja recaudación, servicios públicos deficientes y desconfianza ciudadana hacia el sistema.
El panorama se complica con la irrupción de la economía digital y los criptoactivos, actividades que escapan a los mecanismos tradicionales de fiscalización. Plataformas globales de comercio electrónico, servicios de streaming y transacciones en cripto monedas generan valor en el país, pero en muchos casos, no tributan localmente.
A nivel social, la desigualdad de ingresos se mantiene como una de las más altas de la región. Y el envejecimiento poblacional plantea un desafío adicional: financiar sistemas de salud y pensiones cada vez más costosos, con una base contributiva que se reduce cada vez más por el auge de los sistemas no contributivos. En este contexto, insistir en ajustes parciales equivale a prolongar la agonía. El país necesita una reforma tributaria integral que combine equidad, eficiencia y sostenibilidad.
Todo lo que he transcrito de la nota del profesor, es muy claro y todo lo que no lo contemple, son estupideces que se vienen haciendo por años y la cosa va de mal en peor.
Pero además se requiere una administración eficaz. La Sunat ha mostrado avances en digitalización y control, pero sigue siendo vulnerable a presiones políticas y a cambios de gobierno que afectan su continuidad institucional. Desde 2024 han habido 5 superintendentes, es decir un promedio de 3 por año.
Expertos proponen un cambio radical en su gobernanza: dotar a la SUNAT de autonomía constitucional, con un esquema similar al del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Esto implicaría la creación de un directorio mixto, integrado por representantes del Estado y del sector privado, con mandatos escalonados que garanticen estabilidad y visión de largo plazo.
La autonomía permitiría blindar a la SUNAT de interferencias coyunturales, asegurar la continuidad de políticas de fiscalización y profesionalizar aún más su gestión. Además, un directorio con participación privada aportaría experiencia técnica y credibilidad, reforzando la confianza de los contribuyentes en la institución.
A partir de aquí y lo señalado claramente por el Dr Baca ,me parece una condición sine qua nom para el tema urgente de los tributos, y Baca señala que la reforma tributaria integral no puede limitarse a un solo tributo. Requiere una revisión completa del sistema, incluyendo impuestos directos, indirectos y contribuciones sociales.
Lo que sigue sobre ello, está tan bien escrito, que aquí les doy el link a fin de que lean y analicen las propuestas que da el analista para los impuestos a la renta,IGV,contribuciones a pensiones y salud, canon y regalías mineras .
Ver : https://prediceperu.com/2025/10/04/linterna-de-popa-512/
Pero además señala que hay un talón de Aquiles: el Impuesto a la Renta de Personas Naturales, que es en teoría el tributo más progresivo. Sin embargo, en el Perú apenas recauda 2% del PBI, una cifra muy por debajo del promedio latinoamericano y aún más distante de los países de la OCDE . Adjuntamos por ello el Grafico N. 1.
La principal razóndel talón, es el alto umbral de exoneración. En términos absolutos, el Perú tiene un “threshold” de alrededor de 9,800 dólares anuales (ver Gráfico 1), comparable al de países desarrollados con ingresos per cápita tres o cuatro veces superiores. Esto significa que una gran proporción de trabajadores formales y de trabajadores independientes no paga impuesto a la renta, reduciendo drásticamente la base tributaria.
El resultado es un sistema regresivo que penaliza la creación de empleo formal
Quienes más aportan son las empresas y los consumidores vía IGV, mientras que la contribución directa de las personas naturales es mínima y para ello en el post hay un Gráfico N 2.
Corregir esta distorsión es indispensable para acercarnos a estándares internacionales de progresividad y equidad.
Finalmente el Profesor Baca escribe sobre el impuesto a la Renta Negativo: una propuesta para la formalización, ,lo que se sugiere se lea y se estudie y analice.
En el post ello es una propuesta inspirada en el economista Milton Friedman: el Impuesto a la Renta Negativo (IRN).
El esquema funciona así: todos los ciudadanos en edad de trabajar pagan un impuesto mínimo universal ,por ejemplo, S/ 60 mensuales, que los obliga a declarar sus ingresos. Quienes ganan por encima de un umbral definido, pagan impuestos adicionales; quienes ganan por debajo, reciben una transferencia del Estado, equivalente a un porcentaje de la diferencia entre su ingreso y el umbral y eso se muestra en un diagrama en el post. Y Baca menciona las ventajas. Y lo que el denomina la .” trazabilidad digital” . Y aclara que los pagos y devoluciones se canalizarían a través de billeteras electrónicas como Yape o Plin, o el sistema que viene implementando el BCRP de moneda digital del Banco Central (CBDC), integradas con RENIEC y MIDIS para verificar identidad y evitar duplicidades. La SUNAT, por su parte, utilizaría algoritmos de detección de evasión y cruces de datos con bancos, consumo eléctrico y registros de vivienda para validar ingresos y garantizar su universalidad.
El impuesto mínimo universal, aunque pueda generar resistencia política, sería reembolsable y progresivo, lo que lo convierte en una herramienta poderosa para ampliar la base tributaria y reducir la evasión.
Apostar por una reforma tributaria integral implica asumir costos políticos en el corto plazo, pero también abrir la puerta a un Estado más sólido, capaz de financiar servicios públicos de calidad y reducir desigualdades.
Todo lo planteado es sin duda piezas de un mismo rompecabezas. Ninguna de estas medidas funciona por sí sola; todas deben articularse bajo un enfoque sistémico. La pregunta no es si el Perú puede darse el lujo de una reforma tributaria integral. La verdadera pregunta es si puede darse el lujo de seguir postergándola. La respuesta es muy clara. No hay ninguna otra posibilidad que nos saque del entrampe que lleva años.