En Lima Metropolitana se ha producido un hecho relevante con la elección de un partido histórico como Acción Popular.
Lima, que posee un tercio del electorado a nivel nacional ha vuelto a brindar su voto mayoritario a una institución política tradicional que, hace más de tres décadas (con excepción del gobierno interino de Valentín Paniagua 2000-2001) no gozaba de una clara victoria.
Acción Popular llegó a la alcaldía de Lima en 1966 (Luis Bedoya Reyes, AP-DC) y en 1980 (Eduardo Orrego, AP), pero no dejaba en claro para este año una nueva victoria. ¿Qué ha acontecido?
En primer orden, Lima favoreció a los participantes de los debates y sentenció tanto al ausente (Reggiardo), como al prepotente (Belmont). En segundo orden, los limeños estrecharon el vínculo entre un candidato diserto con su símbolo.
A este candidato, los medios de comunicación lo perfilaron como carismático ante uno brabucón y complicado con la ley como Daniel Urresti, de quien recién se supo sentencia absolutoria el 04 de Octubre, con fallo judicial a su favor.
Aquel carisma ha revalorado a la lampa y la lampa ha dado respaldo institucional a Jorge Muñoz, actual burgomaestre de nuestra ciudad capital.
¿Existe beneficio adicional para el partido de Fernando Belaúnde Terry?
Una posibilidad es que en medio de la cansina polarización entre Fuerza Popular (FP) y Peruanos Por el Kambio (PPK), Acción Popular se convierta en una tercera voz propositiva.
Jorge Muñoz ha prometido no ser un alcalde mudo. Tiene la gran oportunidad de decir y hacer; pisar la delgada línea del ejercicio municipal politizado.
Un partido como AP lo permite, siempre que se logre buen desempeño por parte de los regidores en los Consejos Municipales, como la participación vecino-militante en la aplicación de planes de gobierno en todas las jurisdicciones adquiridas.
Ciertamente, los antecedentes no son los más auspiciosos. Susana Villarán volcó angurria contra blancos políticos impropios como el Ejecutivo (2010-2011) o comerciantes y taxistas (2012-2014), mientras que Luis Castañeda Lossio ha llevado a un extremo pernicioso el tecnicismo frío y hermético (2014-2018) que tampoco ha motivado soluciones anheladas por diez millones de vecinos.
Aún así, los partidos FP y PPK han deslucido sus logos en estas últimas elecciones. Sus resultados son poco destacables o catastróficos, según sea el caso. El conflicto de ambas agrupaciones, entre Ejecutivo y Legislativo, se extenderá hasta el 2021, mientras que la alcaldía de Muñoz tiene camino despejado en casi la totalidad de su mandato, que se extiende hasta el 2022.
Dependerá de la organización interna y el buen entendimiento de los líderes de Acción Popular para que el relanzamiento no quede en simple expectativa, de igual manera que sobre los hombros de Muñoz yace mucha responsabilidad con respecto a su desempeño edil ante el Bicentenario.
Acción Popular puede remozar la actual plaza política nacional o convertirse en la tercera aguja de un tridente insoportable.