Por: Enrique Valderrama
No fue el fujimorismo dictatorial el principal elemento en la derrota del terrorismo. Ello es algo bastante lejano de la realidad.
Alberto Fujimori construyó una narrativa política muy importante y funcional a sus intereses –con la ayuda de los medios de comunicación a los que favorecía con prebendas- respecto a la derrota del terrorismo en el Perú. Ellos afirman que el proceso de pacificación fue posible al aplicar medidas duras en su mayoría viabilizadas gracias al cierre del Congreso y al cambio de la Constitución. Esto es un sentido común que muchos ciudadanos dan por cierto y repiten, pero no es la verdad, es más bien un argumento para justificar el quiebre del orden democrático e iniciar el proceso de implantación de una dictadura que proyectaba quedarse cuando menos 15 años.
Veamos, en cuánto al factor tiempo: se sabe que el cabecilla de la horda asesina que fue Sendero Luminoso fue capturado en Septiembre de 1992, apenas unos días más de transcurridos 5 meses del autogolpe y fue producto de un profundo trabajo de investigación policial, en el que cada vez se le respiraba más cerca a la nuca a Guzman Reynoso. Por tanto fue indiferente el cierre del Congreso y la concentración de poder que realizó Alberto Fujimori. Pareciera más bien que, sabiendo que se aproximaba el éxito de la estrategia policial, el ex Presidente adelantó el golpe, para que todo efecto posterior fuese atribuído a este hecho. Como vemos nada más lejano a la realidad. Mientras se realizó el operativo el Jefe de Estado estaba pescando, ignorando el asunto por completo.
Respecto al factor legal es igual de contundente: la policía bajo el marco normativo de la Carta del 79 y las leyes vigentes ya habían logrado importantes capturas, como la de Morote; no había necesidad de efectuar un golpe de estado para afirmar la lucha contra el senderismo. Dicho sea de paso, las facultades legislativas que el gobierno había pedido al parlamento iban a dárselas, evidenciando aún más lo injustificable del autogolpe. Se trata pues de nuevo de un pretexto para iniciar su proyecto reeleccionista.
El factor político era además favorable; es verdad que el parlamento no era de mayoría fujimorista, pero aun así no cumplía un rol obstruccionista ni menos cómplice de los terroristas; las fuerzas allí reunidas, todas eran contrarias a la insania senderista. Los únicos que tuvieron una actuación vergonzosa en la lucha contra el flagelo del terror fue la izquierda comunista, que estaba reducida políticamente y acusaba también el desprestigio de su indefinición en la sociedad civil y episodios de violencia en su contra por parte de los mismos terroristas, para los cuales era una izquierda traidora. En líneas generales las expresiones políticas más importantes todas estaban alineadas en el objetivo de pacificar el país. No había pues, nuevamente, la necesidad de cerrar el congreso.
Pues bien, si el mérito no es político, ni legal ni los tiempos se corresponden a la época en los que Fujimori implantó una dictadura en Perú, ¿Qué fue lo que derrotó al senderismo?
Pienso que aquí existe una multiplicidad de factores, entre los que destaco:
- Un aprendizaje gradual e importante de las Fuerzas Armadas y más aun de la Policía Nacional acerca del fenómeno, motivaciones y comportamiento del senderismo. Aprendizaje gradual también de los actores políticos al frente del Estado entre 1985 y 1990, el periodo de mayor resistencia y siembra de la estrategia contrasubversiva. En esto el aprismo fue claro protagonista, sirviendo su estructura nacional y presente en gremios de todo tipo para mapear los focos más importantes de la acción terrorista y ayudar a identificar a los principales líderes regionales del grupo de “Gonzalo”.
- El impulso y apoyo por parte del Ejecutivo, encabezado por el APRA, al GEIN, institución que logró finalmente capturar a Abimael Guzman en Septiembre de 1992; Alan García y el aprismo demostraron tener fe en la inteligencia policial y ello al poco tiempo terminó dando frutos.
- La respuesta del Perú popular y andino frente a la violencia y al orden que quería imponer Sendero en sus localidades. Los comités de autodefensa, las rondas campesinas fueron vitales para repeler al terror del campo y obligarlo a virar a la ciudad, donde estuvieron más expuestos. Esto fue posible gracias a la decisión política del gobierno aprista de darles armas. Algo que en aquel momento la izquierda comunista –y cierto sector conservador del Ejército- denunció como una acción del ejecutivo orientada a promover grupos paramilitares. Sin embargo las críticas no detuvieron la entrega de fusiles a las rondas. Iniciando con una histórica entrega de 100 fusiles del mismo presidente García a Huayhuaco, líder y “comandante” de las rondas. Son estos grupos los que le infringen la gran derrota antisubversiva al PCP-SL. Las órdenes de combatir al terrorismo con firmeza y dentro de los causes de la ley, impartidas por el Presidente Alan García a sus ministros del interior fueron el motor para el éxito, Abel Salinas, el Almirante Soria, José Barsallo y Armando Villanueva cumplieron esas directivas presidenciales, pero fue Agustín Mantilla quien más destacó en esta tarea.
- Mientras se avanzaba en el reconocimiento del adversario y en articular al Estado con el Perú popular y andino, hay que destacar que el Gobierno no colapsó quizás porque al frente tuvo un Partido político estructurado, que era el que lo combatía principalmente en el tejido social, en los sindicatos, en las organizaciones populares y el que le plantaba cara al frente de prefecturas, gobernaciones, alcaldías, regidurías y no se amilanaba por las amenazas. Pienso que si un partido popular y disciplinado, con una mística formada no hubiese sido el que hubiera estado al frente del Estado, quizás hubiéramos naufragado ante la agresividad senderista. El APRA entregó 1214 de sus hijos, asesinados vilmente, en esta lucha. Es que duda cabe la segunda etapa heroica y de martirologio del Partido de Haya de la Torre, luego de las luchas por la libertad frente a Sanchez Cerro y Benavides en la primera mitad del siglo XX, en donde también perecieron miles de peruanos unidos bajo la fe de la Justicia Social.
Por tanto considero que, en la perspectiva histórica fue más gravitante la reacción del Perú popular y la investigación policial, ambas soportadas políticamente por el aprismo y los cuadros que ésta última puso a disposición de la democracia en la lucha en las organizaciones de base y al frente del Estado -1214 de los cuales murieron en el proceso, convirtiéndose en mártires- lo que configuró la derrota de las huestes de Abimael Guzmán.
No fue pues un improvisado, hijo de la antipolítica, como Fujimori ni su corrupto asesor Montesinos los que pacificaron el país; a ellos les correspondió la última etapa de cosecha, de una siembra anterior, que se hizo en Democracia y con la sangre del pueblo. Usaron este tema para sus fines: intentar perpetuarse en el poder, robando miles de millones del Perú en el proceso.