Punto de Encuentro

Ecuador, el “paradigma” de la izquierda latinoamericana

Durante las últimas semanas, los cuestionamientos a países de izquierda como Venezuela y Argentina, que enfrentan serios retos a causa de la implantación de modelos económicos estatistas, ha puesto sobre el debate el futuro de los países que forman parte de la nueva izquierda latinoamericana. Ante la incertidumbre de los cambios económicos en Europa y Estados Unidos, Ecuador ha surgido como un país que se ha convertido en un paradigma para la izquierda sudamericana, donde al parecer “La Revolución Ciudadana” ha traído una serie de cambios sustanciales a un país que durante los 90’s vivió serias coyunturas de inestabilidad política y económica.

Recientemente, LatinFinance, fuente principal de inteligencia de los mercados y economías de América Latina y el Caribe, eligió a Rafael Correa, presidente ecuatoriano, como Personaje del Año 2015. Esta distinción, que en el 2014 la recibió Enrique Peña Nieto y el 2013, Ollanta Humala, presidentes de países que conforman la “Alianza del Pacifico”, este año premió al pragmatismo económico que ha llevado a cabo Correa en Ecuador, país que forma parte del llamado “eje bolivariano”.

Sin duda, este premio responde a una receta peculiar en un gobierno que dista mucho de socialista: políticas de mayor redistribución sin alejar la inversión extranjera. Sin embargo, en cuestiones más internas, el presidente ecuatoriano registra pasivos como su constante enfrentamiento con los medios de comunicación y el haber establecido medidas arbitrarias contra ONGs que protegen el medio ambiente, vulnerando la defensa de los derechos de indígenas en el Oriente ecuatoriano.

Ante el escenario donde el precio del petróleo ha bajado, la economía ecuatoriana es más vulnerable, puesto que los principales ingresos del gobierno tiene como fuente las rentas petroleras. Ante esto, surgen las dudas que comprometen mega-proyectos de inversión que se han establecido culminar este 2015. Empero, no se puede negar que se ha avanzado en la reducción de la pobreza, así como una inversión notable en salud y educación, que se han convertido en los baluartes de la “Revolución Ciudadana”. Si bien la institucionalidad política ha permitido que Ecuador haya recuperado la confianza para los inversionistas privados y no perder el dinamismo de su economía, existen aún dudas sobre si las políticas de Estado serán sostenibles o no en los próximos años.

Siguiendo lo anterior, hay cuestiones que no debemos dejar de lado. La excesiva dependencia de las rentas petroleras y el sobreendeudamiento con China, ponen a la economía ecuatoriana en una posición no muy favorable frente a los cambios constantes del mercado internacional. Una economía dolarizada y la imposibilidad de un “shock económico” para volver a tener una moneda nacional, trae consigo que Ecuador dependa de las decisiones que se tomen en la Reserva Federal de Estados Unidos. Ante esto, el dólar se convierte en un problema y a la vez una necesidad para mantener el crecimiento económico.

Pragmatismo económico y estabilidad política describen la realidad ecuatoriana. La premiación otorgada a Rafael Correa, permite que Ecuador atraiga mayores capitales extranjeros y que sus sólidas políticas fiscales, hayan permitido al gobierno ecuatoriano enfrentar con mejores perspectivas la caída del precio del petróleo. Hoy Ecuador tiene mejores proyecciones de crecimiento, pero existen desafíos que el presidente ecuatoriano debe afrontar en el corto plazo. Tal vez es momento que la izquierda latinoamericana centre sus expectativas en el “milagro” ecuatoriano.   

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