Punto de Encuentro

Hernando de Soto

Por: Claire Viricel

Desde Lima, el Instituto Libertad y Democracia, el nombre de un peruano suena y es la gran expectativa de los marginados en el mundo: Hernando de Soto. Primero, por lo que logró en los 80 y 90: adentrarse en las causas de la economía informal, evidenciando un entramado de barreras burocráticas interminables, que conducen a los atajos que la sobrevivencia exige y que el estado de Derecho castiga. Luego, por poner a prueba su teoría —el brote capitalista mediante la titularización de los activos populares— al diseñar una estrategia exitosa de lucha conjunta contra SL. Finalmente, por ser uno de los arquitectos del retorno a la democracia después del golpe de Fujimori en 1992. Pero también suena porque el autor de El misterio del capital (reeditado en Lima este año, después de 12 años de veda) cosecha premio tras premio en el mundo, uno de ellos poniéndolo ad portas del Nobel: recibió en el 2017 el Global Award for Entrepreneurship Research en Suecia, el más prestigioso en investigación empresarial, sin ser un académico. 

Nacido en Arequipa, creció desde los 5 años en Suiza. La pregunta más impertinente que se le puede hacer es ¿de qué colegio eres?, esa misma que permite ubicar a los peruanos en el mapeo socioeconómico cultural. Tiene 17 años cuando su primo César de la Jara, también radicado en Suiza, escribe Las ojotas porfiadas, cuento que será publicado por Caretas en 1960. Un texto profético (las invasiones de tierra en el Cusco que le siguieron preceden la reforma agraria que pondrá fin al régimen oligárquico), ambientado en el Perú pero de alcance universal, «un canto de dolor» que denuncia la pesadilla que viven millones de seres humanos desatendidos en el mundo y que marchan hacia los poderosos, aterrados, que los querían invisibilizar por siempre. Este cuento le «cambió la vida» (sic). Terminará sus estudios en el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. Aún estudiante, cuenta su compañera Carla que una hepatitis lo llevó a guardar la cama meses, y que «de puro aburrimiento abrió el libro de Adam Smith que un tío de paso le había regalado». Fue una revelación, con esa lectura «nació su pasión por la economía» y por entender el mundo, ¿por qué hay países pobres —como el que lo vio nacer— y otros ricos?, como Suiza, donde llevó una próspera vida de hombre de negocios. Decide dejarla para averiguarlo.

Tiene entonces 38 años. Su aterrizaje en Lima coincide con un sueño tremendo (y reiterativo), que afirma en él su vocación por ocuparse de las poblaciones excluidas. La vocación se torna acción, y será constante. Monta en 1980 su centro de investigación, el Instituto Libertad y Democracia (ILD), desde donde se pone a escrutinar la economía dicotómica peruana. De ahí sale El otro sendero (1986), libro que expone la lista interminable de trabas legales que encuentran las nuevas fuerzas productivas que el régimen de Velasco liberó. Lo que evidencia es que el estado de Derecho, en el Perú, existía para servir como instrumento de dominación y no de inclusión. Una diferencia crucial con los países ricos de Occidente donde los Estados son racionales, serios, y su aparato cubre todo el territorio. Todo lo contrario de Latinoamérica: un estado de Derecho que excluye, una «mala formalidad» (sic). Para mis amigos, todo. Para mis enemigos, la ley. ¿Cómo impactaba en los pobres, que no escatiman esfuerzos para salir adelante por su cuenta? No podían legalizar nunca las casas que ellos mismos habían levantado mediante invasiones. Las temidas 'ojotas' del cuento habían desbordado la capital, creándose un inframundo en su periferia.

Vuelto un think tank, ILD asesora los gobiernos de García y Fujimori. Diseña nuevas disposiciones que se vuelven leyes para formalizar los activos de emergentes. Las viviendas se dotan de luz, agua, desagüe, constan de títulos que se pueden vender, heredar, hipotecar. Emerge el capitalismo popular. En el medio rural, que sufre de una cruel ausencia de Estado, se inicia la 'guerra popular' de SL. Sendero levanta un orden jurídico paralelo y ofrece defenderlo contra el estado de Derecho. Buscaba implantar el comunismo en ese país rural nuevo, que contaba con pequeños propietarios de tierras. Pero los campesinos defendían su derecho a la propiedad¡! Poniendo a prueba su teoría según la cual son los Estados mal diseñados que fabrican la ilegalidad y la informalidad que luego pretenden combatir, de Soto ofrece diseñar nuevas disposiciones para poder titular predios en zonas de guerra, y garantizar su defensa. Empoderaron líderes locales y nacieron los ronderos, campesinos armados y articulados con el estado de Derecho, para vencer a SL. Lo lograron. De ahí una idea-fuerza del pensamiento De Soto: el terrorismo es exitoso donde el Estado fracasa en otorgar y proteger títulos de propiedad.

HDS es un cosmopolita que su best seller llevó a recorrer el mundo emergente asesorando gobiernos. Sabe, sabe mucho. Y es sabio. Cuenta con un enorme capital simbólico en el mundo anglosajón y los organismos internacionales de los cuales ha sido parte. Año 2000, entrega El misterio del capital, otro best seller, originalmente publicado en inglés, una de las lenguas en las que piensa el mundo «desglobalizado» (sic). Sí pues, en los últimos 30 años, la economía liberal ha sacado millones de la pobreza pero el capitalismo se ha pervertido: la globalización trajo de vuelta el mercantilismo donde ya no lo había, y lo confortó donde siempre hubo capital ausente. Nuevas oligarquías internacionales aparecieron —«democracia de grupos de presión» (sic)—, y en todas partes despiertan desconfianza y rechazo. El «capital muerto» (activos sin papeles) de los pobres, según de Soto, vale más que los activos documentados que no valen nada (la crisis de las subprimes, 2007, es la mejor ilustración de ello). ¿Lo que quieren conseguir los informales y otros excluidos? Formar parte de la globalización. Apuestan por el capital, pero no se les deja entrar...

¿Qué propone hoy? «Destrabar», «desbloquear», «'securitizar' los derechos de los dueños de la superficie», «titulizar la propiedad de la tierra», mediante «blockchain», «smart contract». «Ha convertido sus ideas en un sistema y en un software», dice Alfonso Baella, y hace poco, ha creado DeSoto Inc., con los multimillonarios Warren Buffet y Patrick Byrne. Está en marcha entonces el gran registro de propiedad supranacional a partir de una blockchain que permitirá a los dueños registrados hacer valer su derecho a ser parte de los negocios del suelo y subsuelo, donde estén. Revolucionario el liberal de Soto, y es la esperanza de millones de personas en el mundo que quisieran ser parte de la economía de mercado que trae bienestar. Eso sí, los Estados nacionales deben garantizarles acceso a la luz y a internet... ¿Es mucho?

Es muy saludable que Antauro Humala pidiera encontrarse con él. El antisistema sí entiende que hay otro sendero, más que nunca. En cambio, el maniqueísmo de algunos periodistas, es deplorable. Que un sabio como de Soto, que tanto aporta al mundo y tan poco es solicitado en su patria, es sintomático de la pulsión de muerte que habita la sociedad peruana en esos años de grandes conflictos mineros y descomposición del estado de Derecho. De repente le reservan un Nobel de la Paz, no de Economía y, aquí, en la luna.

 

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