Punto de Encuentro

Algunos comentarios sobre la elección del domingo

El próximo domingo 26, tendremos las Elecciones Congresales, cuya denominación oficial incluye el adjetivo calificativo de “extraordinarias”.

El diccionario indica que por “extraordinario” nos referimos a algo que es poco común,  que sale fuera del orden o regla general o sucede rara vez. Dicha denominación podría deberse a que al no ser éstas elecciones de calendario fijo, es decir, periódicas, no podrían ser calificadas, por oposición, como “ordinarias”; sin embargo, convengamos que en realidad ni uno u otro término figuran en nuestra legislación, pues esta se refiere a “Elecciones Generales” cuando se trata de elegir al Ejecutivo y Legislativo lo que se hace de forma simultánea o a “Elecciones Regionales y Municipales”, cuando se trata de elegir a autoridades locales. Nuestra legislación electoral no contempla elecciones ordinarias ni extraordinarias.

Sin embargo, esta distinción que podría pasar desapercibida, no puede ser calificada de menor, pues precisamente esta adjetivación sirvió de sustento para que cierto grupo de expertos electorales opinasen que siendo una elección de carácter extraordinario y no una elección general, no correspondía aplicar la valla electoral, la cual se aplica solo en elecciones generales.

En contraposición, otro sector doctrinario, apelando a la esencia y naturaleza de la valla electoral, que no es otra que acotar el número de partidos políticos que tienen escasa representación y exiguo caudal de votos, ha expresado que esta sí debería aplicarse en las elecciones del próximo domingo, pues la distinción entre una elección “general” y una “extraordinaria”, que repito no está contemplada en nuestra legislación, no puede traspasar las fronteras de la semántica. Esta discusión ha sido aparentemente zanjada por el máximo ente electoral que se ha decantado, estemos de acuerdo o no, por la primera opción, no obstante resta aún conocer los argumentos que le han llevado a dicha decisión.

Este tema será fundamental, pues de no aplicarse la valla electoral como habría sido anunciado, implicará la presencia, una vez más, de un alto número de partidos que contarían con la posibilidad, en tanto superen el mínimo de votos en las futuras elecciones primarias, de participar en las elecciones del bicentenario, número que podría incrementarse en la medida que nuevos partidos políticos puedan lograr su inscripción.

Pero más allá de la denominación, este proceso electoral sí tiene algunas características que lo diferencian de los anteriores, aunque las consecuencias no sean de orden jurídico. Así por ejemplo, la ausencia de la elección presidencial ha diluido el interés del elector en el proceso pues ya no existe la figura del candidato presidencial que asuma el liderazgo de la campaña y arrastre el voto favoreciendo a su lista parlamentaria, por el contrario, esta debe luchar ahora por sus propios medios, muchas veces escasos, lo que ha generado como resultado una campaña sosa y aburrida.

A ello, hay que agregarle el cada vez más significativo desinterés ciudadano y su desencanto para con los partidos políticos expresado en números significativos en las encuestas, lo que a su vez ha generado que abra una ventana en los medios, tan necesaria como informativa, respecto de las consecuencias del voto en blanco o nulo, algo inédito en nuestros últimos procesos democráticos.

Como fuere, el congreso que elegiremos este fin de semana tendrá la misión de completar la hasta ahora inconclusa reforma electoral y política, por tanto, nunca está demás invocar a los electores un voto informado y responsable.

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