Punto de Encuentro

El existencialismo de Jean Paul Sartre

El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace (J.P. Sartre). Y parece que bajo ese corte nos hemos desnudado ante la pandemia.

El existencialismo no cree en las pasiones que obnubilan el criterio, como tampoco en los signos naturales que presuntamente impondrían al hombre un determinado actuar; aquí el hombre está condenado a inventar al hombre, es su provenir mismo. En ello, el hombre no debe tomar sus decisiones bajo valores son vagos ni demasiado vastos para el caso preciso y concreto que consideramos, ya que si no solo quedaría fiarnos de nuestros instintos (J.P.S).

No coincidimos con J.P.S al indicar que el desamparo implica que elijamos nosotros mismos nuestro ser (y que el desamparo va junto con la angustia), o que no podría contarse con la voluntad de otros hombres para el desarrollo ya que a los mismos no los conocemos; a nuestro ver, filosóficamente esta visión cumple un rol inicial y propositivo, pero para términos políticos y sociales resulta necesario negar su tesis a fin de hacer primar la colectivización, caso contrario podríamos ser víctimas del descontrol individualista que promueve; aunque ante dicha crítica refiere que todo proyecto, por más individual que sea, tiene un valor universal (cada hombre se realiza al realizar un tipo de humanidad).

En ese escenario J.P.S. menciona que lo que se reprocha al existencialismo no es su pesimismo sino la dureza optimista, ya que si describen en sus obras seres flojos, débiles, cobardes, lo hacen con la finalidad de indicar que los mismos son culpables de haber construido un hombre así, ya que nadie nace con dicho temperamento (dice: “lo que la gente siente oscuramente y le causa horror es que el cobarde que nosotros presentamos es culpable de ser cobarde”). El destino del mismo está en él mismo (por ello dice que su doctrina es optimista), ya que solo hay esperanza en su acción y que la única forma que permite vivir al hombre es el acto.   

Se puede juzgar a un hombre, y eso es porque este elige ante los demás hombres; pero, no se hace un juicio de valor sino un juicio lógico; en ese sentido se puede decir que es un hombre es de mala fe, cuando se refugia detrás de la excusa de sus pasiones o inventa un determinismo. En suma, no se podría juzgar moralmente, pero si definir su mala fe como un error, de esa forma se puede separar un juicio de verdad. Todo hombre busca la libertad, incluso los que se afilian a un sindicato (desean en un futuro la libertad abstracta), es por ello que el hombre al desearla no puede menos de querer la libertad de los demás.    

Sobre los valores menciona que una vez suprimido a Dios del análisis la vida a priori no tiene sentido, antes de que uno viva la vida no tiene sentido, y el valor es ese sentido que uno elige para la vida. Sobre la presunta burla del humanismo, indica que hay dos humanismos: primero: como fin y valor superior, el cual homogeniza el aporte del hombre pero el mismo es absurdo ya que tiene que existir otro ser para que analice dicho acto del hombre (no puede un hombre formular un juicio de valor sobre otro hombre), el existencialismo no tomará al hombre como fin, porque siempre está por realizarse – El culto de la humanidad conduce al humanismo cerrado sobre si, de Comte, y hay que decirlo, al fascismo –; segundo: el hombre está continuamente proyectándose (perdiéndose fuera de sí mismo como hace existir al hombre y persiguiendo fines tarscendentales como puede existir; siendo el hombre ese rebasamiento mismo, y no captando los objetos sino en relación a ese rebasamiento, está en el corazón y en el centro de ese rebasamiento). Dice J.P.S. “No hay otro universo que este universo humano, el de la subjetividad humana. Esta unión de la trascendencia, como constitutiva del hombre – no en el sentido en que dios es trascendente, sino en el sentido de rebasamiento – y de la subjetividad en el sentido de que el hombre no está encerrado en sí mismo sino presente siempre en un universo humano, es lo que llamamos humanismo existencialista; humanismo porque recordamos al hombre que no hay otro legislador que él mismo, y que es en el desamparo donde decidirá de sí mismo; y porque mostramos que no es volviendo hacia sí mismo, sino siempre buscando fuera de sí un fin que es tal o cual liberación, tal o cual realización particular, como el hombre se realizará precisamente como humano” (el existencialismo no busca hundir al hombre en la desesperación) – Aunque Dios exista, esto no cambiará, no es que creamos que Dios existe, sino que pensamos que el problema no es el de su existencia; es necesario que el hombre se encuentre a si mismo y se convenza de que nada pueda salvarlo de si mismo, así sea una prueba válida de la existencia de Dios; en este sentido el existencialismo es un optimismo, una doctrina de acción.

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