Punto de Encuentro

Por el Día del Abogado: Sobre la Justicia en el Perú.

La obra cumbre de mi padre, el escritor Ciro Alegría, fue “El Mundo es Ancho y Ajeno” (Premio Latinoamericano de Novela, Farrar & Reinhart de Nueva York, 1941). La novela entera, trata sobre un juicio injusto. Un juicio de linderos que le hace el hacendado Álvaro Amenábar a una Comunidad Andina del norte del Perú: Rumi. Se trata de una novela de personajes, una novela clásica donde el narrador describe y los personajes dialogan, conformando un gran fresco de peruanidad, ya que a media novela, el hacendado triunfa en un juicio plagado de trapacerías (incluso le roban sus papeles a la Comunidad de Rumi, encarcelan a su líder Rosendo Maqui, que poco después muere tristemente, etc.); y los miembros de la Comunidad se disgregan, de forma que gran parte de sus integrantes se reparten por todo el Perú. El novelista Alegría nos enseña, mediante esa caótica ruptura del orden andino, el resto del Perú a través de los miembros de la Comunidad que emigran a la Costa, la Sierra Sur o la Selva. Al final, Benito Castro (hijo de Rosendo Maqui) vuelve de Lima y organiza un levantamiento armado en que todos mueren. En ese ulterior capítulo, titulado “Adónde, adónde” sentimos todo el dolor de un Perú injusto, donde muchas veces, triunfa el mal, legalmente, oficialmente, teniendo a las propias autoridades de cancerberos del infierno de una realidad terriblemente injusta y cruel para la gran mayoría de los peruanos.

Más de una vez, a pedido del Gobierno de turno, las influencias lobbistas o, simplemente, las coimas; la ley se tuerce en el Perú, para darle la razón a la sinrazón, para hacer daño al más débil, para hacer “oficial” y “legal” lo que en el fondo y en la forma, la Ley condena.

De niño, fui una vez al Palacio de Justicia en Lima, y me maravillé con su imponente frontis y su Gran Salón de los “Pasos Perdidos”. En él, existe un vitral de la Justicia, cuya foto adjunto. Observen que en el Perú, la justicia “no es ciega”, no tiene vendados ambos ojos. Al contrario, observa con los dos ojos perfectamente… ¿Qué imparcialidad podemos esperar de una simbología tan descarada?  En el mundo entero a la Justicia la representan con los dos ojos vendados, porque se supone que ella es fiel a la balanza de la propia Ley, al juzgar a todos por igual, sin percatarse en la raza, el dinero o los intereses políticos que rodeen a los involucrados en cada caso. Pero en el Perú, está claro, por mucho tiempo, la justicia ha visto todas estas influencias a la hora de dictar sentencia. Por eso nos va tan mal. Por eso la gente no confía en el sistema.

 

De izquierda a derecha, Palacio de Justicia (Lima): frontis, salón de los “Pasos Perdidos” y “vitral” de la justicia peruana que NO es ciega (le falta la venda en los dos ojos).

Sorpréndanse, pero pese a que no comulgo con muchas de las cosas que representó el fujimontesinismo en el Perú, considero que la condena a Fujimori, al no existir pruebas suficientes en su contra, fue a partir de un ardid o argucia legal, y que por ende, fue y es, un hecho ilegítimo… Ni a tu enemigo debes condenar injustamente, porque la Ley y los Tribunales, están para garantizar los derechos de todos los peruanos, tanto amigos como enemigos…

Y no obstante, me declaro optimista porque soy un convencido de que las cosas SÍ pueden cambiar para bien en el Perú. Que no todo está perdido. Que hay muchos jueces, abogados y fiscales,  que “obran en justicia” con recta razón, ética y respeto a la ley y el sentido común, con solidaridad y humanidad hacia sus propios compatriotas.

Esta semana que viene, a la vuelta de la Semana Santa, espero se haga definitivamente justicia, para una región del Perú a la que quiero especialmente. Una región rica en minería, pesca, agricultura, ganadería… que no obstante, vive en la pobreza porque está hundida en la corrupción, la inoperancia y un falso caos, propiciado por políticos y funcionarios inescrupulosos que sólo velan por sus propios intereses (coimear y coimear). En este primer bimestre del 2015, la Inversión Pública en Ancash ha caído un 97.8% con respecto al mismo período del 2014, pese a que la pesca escasea (Fenómeno de El Niño), la minería anda de capa caída (bajos precios del cobre en el mercado internacional), etc., etc. Así, a las desgracias naturales, se han sumado, la maldad de estos malos peruanos, malos ancashinos, que lejos de solidarizarse con su Región y su gente, manipulan, intrigan y calumnian, para no soltar la ubre de un Estado corrupto, que los mantiene pese a no hacer nada por nadie, excepto por ellos mismos.

Pero la justicia peruana no puede, en connivencia con esas malas autoridades, hacer de cancerbera del infierno del pueblo ancashino. Porque existen abogados jóvenes y jueces bien nacidos, que obrarán como verdaderos patriotas peruanos, porque quieren lo mejor para el Perú y cada una de sus regiones. Confío que ahora, desde el Poder Judicial, nos van a demostrar que en el Perú, podemos volver a creer en la Justicia. Estoy convencido de ello. Ellos van a resolver pronto, en favor del pueblo de Ancash, respetando su voluntad en las urnas. Y su gesta, será ejemplo, de que sí se puede tener fe en el sistema judicial peruano, y lo que es más importante, que sí podemos tener fe en nosotros mismos como Nación. Porque el “auténtico” delito de Waldo Ríos fue crear la Ley del Canon en junio del 2001. Ley que le ha costado a las multinacionales en el Perú, cerca de 8000 millones de soles. Por eso quieren verlo políticamente muerto, a costa de falsos juicios y perversas acusaciones. Para que en el Perú construyamos un mañana de integración, que nos prospere y dignifique a todos, debemos empezar por tener un Poder Judicial realmente autónomo, independiente e “imparcial”, que juzgue y sentencie únicamente, el estricto cumplimiento de la Ley, más allá de “miramientos”, dimes y diretes, coimas o presiones lobistas y/o mediáticas.

Tomas Moro, el gran pensador y abogado británico, murió sin ceder a las presiones del Rey Enrique VIII, que quería que Moro -como Lord Canciller- torciera la Ley en favor suyo (del propio Rey). Moro hábilmente, se negó de mil y un formas, evitando darle la razón al Rey, lo que llegó a costarle su propia vida (el Rey lo hizo decapitar). Ahora, Tomás Moro es el Santo Patrono de los Abogados en todo el mundo. Y su gloria excede ampliamente, las falsas acusaciones que empleó el Rey para condenarlo. Que nuestros jóvenes profesionales y dignos jueces peruanos, que están intentando hacer justicia de verdad, triunfen sobre tanto mal y tanto daño, desoigan las presiones de tanto vendido y tanto politicastro mal nacido, y nos den la alegría a la vuelta de Semana Santa, de resucitar nuestra confianza en el Sistema Judicial peruano: ¡Feliz Día del Abogado!

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