Punto de Encuentro

«¡Emprende carajo!»

Claire Viricel

Así se titula el libro de Hernando (Nano) Guerra García publicado por Planeta cinco años atrás, con un tiraje prometedor de 7 mil ejemplares. En ese tiempo el autor que había dejado el socialismo por la promoción del emprendedurismo durante décadas, era también candidato presidencial 2016 por la alianza Solidaridad Nacional-UPP, pero ante los sondeos desfavorables fue llevado en marzo a declinar. Ni 1% y siendo 17 las organizaciones políticas inscritas. Éxito profesional y seriedad no hacen pues un buen candidato, máximo un buen voto-refugio. Sin embargo, su libro no era un programa político. A lo sumo, y citándolo, un «libro subversivo» por ser ideado como un «manual de un militante guerrero que se prepara para escabullirse y sobrevivir al ataque de las fuerzas de un tirano». Un «manual de supervivencia». Y es la continuación — advierte— de un debate que tuvo lugar en la prensa escrita con intelectuales e investigadores sociales, particularmente los que ven en los emprendedores unos «enemigos». Era el caso del hoy difunto Gonzalo Portocarrero, sociólogo, en su artículo «(Sin)sentido del arribismo» del 09/04/14, en El Comercio. Según éste, el emprendedor sería «un rebelde, pues no se resigna a aceptar su realidad». Y lamentaba que «no se hubiera vinculado lo suficiente la generalización de su figura con el agravamiento de la crisis moral que atraviesa nuestra sociedad». «La figura del emprendedor sin frenos éticos» que las emprende hasta en el campo político. A lo cual Nano Guerra le respondió en el mismo diario: «por no entenderlos, los descalifica, desde falsas premisas morales». Añadía: «Los que emprenden son lo mejor de un país; compararlos con caudillos y delincuentes, que son la expresión de valores retorcidos, es despistar moralmente a nuestra sociedad.»

¿Cómo llegó el espíritu emprendedor a escindir tan hondamente la sociedad peruana? ¿A la dicotomía "decentes" versus "achorados"?  ¿Miss Cupcakes versus mister R. Swing? ¿Cuestión de moral? ¿O cuestión de circunstancia? 

La controversia que se dio en El Comercio parece sugerir que el país alberga dos éticas, la kantiana del sociólogo de la Católica de Lima, y la post kantiana del coach limeño que reivindica un ethos individual, ensalza la actitud: emprender es una cuestión —dice Guerra— «de amor propio». Define el emprendedurismo como «una filosofía, apostar por uno mismo. Va más allá que el hacer negocios. Es una forma de enfrentar la existencia. Una actitud». «Emprendedor no es empresario, abarca mucho más. Es una forma de vivir y comportarse, no se circunscribe a un tipo de actividad.» El tipo de emprendedor al que su manual se dirige es «aquel que avanza por su cuenta empleando su productividad, libertad y razón, intercambiando valor por valor, pero sobre la base de una moral y sin esperar de otros sino la justa recompensa». «La gente emprende para tener algo, emprenden porque no tienen.» Y con «el uso de la razón, nuestro instrumento para sobrevivir y vivir mejor».

Pero la obra se va más bien por la circunstancia: «al frente no está 'el sistema del capital' sino un aparato que se convirtió en el gran opresor, explotador y en muchos casos el gran violador de derechos humanos en este siglo y el anterior: el Estado». Y nos precisa: «las barreras burocráticas de los gobiernos», «los impuestos abusivos, las autoridades corruptas que ponen trámites para cobrarle». «El Estado como vampiro tributarista», «los impuestos, una especie de castigo por su éxito». «Emprender en nuestro país es una odisea contra mucha gente a la que le fastidia su éxito, y los peores enemigos son los que deberían ayudarnos.» «Emprender en nuestro país es remar en contra, el principal enemigo será el Estado-gobierno». Y en términos más claros: «En nuestro país tendrá que poner costos de licencias, trabas y hasta coimas de todos los corruptos que se echarán sobre usted como hormigas tras la miel». Ese Estado corrupto en las más altas esferas del poder, tan bien descrito por la comisión Pari del Congreso. Y el Estado extorsionador que el exalcalde de La Victoria, Cubas y su pandilla, encarna.

La crítica se dirige al aparato que se hace llamar Estado, que en vez de servir a todos los ciudadanos por igual, los discrimina, excluye o los exprime. Un Estado que no está al servicio de la colectividad y del ciudadano es detestado. Una pandemia como la actual ha mostrado sin embargo que puede tener otro rostro y ayudar, de ahí quizá la popularidad del presidente. Tantos bonos y facilidades sorprenden. Pero no tanto como el Congreso del 2016: con su mayoría absoluta, Fuerza Popular que representaba supuestamente al emprendedor popular, no hizo nada para él... Dos derechas, Legislativo y Ejecutivo, no supieron entenderse para acompañar el capitalismo popular. Pero ¿habría de suceder de otra forma si antes que capitalismo lo que tenemos es mercantilismo? Nano Guerra extiende la crítica a la sociedad: «También hay familias que miran más bien con desprecio la actividad emprendedora, son las familias hidalgas y de abolengo, para las cuales esforzarse y labrar una fortuna por medio del comercio es poco elegante y aristocrático, una tarea indigna de un 'noble'». Por cierto, nos encontramos aún hoy con el hombre jerárquico, el tipo-ideal que Hugo Neira describiera en 1996 y sigue dominando. A tal punto que en El Comercio del 29/05/2016, se pregunta si el «ciclo económico nuevo, del negocio propio y los empleos precarios» no ha generado «una concepción distinta del bien común (...) No son ni quieren ser forzosamente empresarios estatales, lo que los diferencia de la izquierda clásica. Vienen de la migración, pero no todos. (...) Lo que está claro es que son gente del mundo del trabajo, del empoderamiento, de la dinámica del mercado al que han entrado tras medianas y pequeñas empresas. Nuevas capas sociales que buscan una representación política. ¿Y qué hacen sus rivales, en otras candidaturas? Los llenan de insultos.» Como si no bastara la anomia, concepto que él mismo recogió para explicar el desorden que traba el desarrollo y la construcción de la nación. Así explicó en ensayo en línea del 24/10/2019: «Hay vigente una ideología invisible, y desde los dominadores podemos suponer esta proposición: háganse ricos, pero nosotros los dominantes, no les damos leyes, ni un sistema de méritos y otras reglas, no vaya a ser que nos la vayan a aplicar. Seguiremos con el mismo sistema de jueces, colegios para ricos y con la deliberada mala educación fiscal. A la sociedad cámbienla ustedes, los emigrantes andinos, desde la informalidad, háganse un lugar desde el propio esfuerzo sin que nosotros modifiquemos las instituciones y nuestros propios comportamientos que son herencia y privilegio». Desde la sociología weberiana de Neira, la gran fractura societal apunta también a la circunstancia y no al orden moral vigente, muy cuestionable desde la ética.

Dentro de poco, las elecciones generales enfrentarán candidatos nuevos sin organización política a partidos muy debilitados para levantar el país de emprendedores populares deshecho por la pandemia. Probablemente con ella habrá aumentado el número de «rational cholos» del politólogo Carlos Meléndez, ese «elector materialista» venido de la migración y que no logra emerger pero sobrevive, volatil por calculador. La candidatura bienvenida de otro Hernando, De Soto, humanista, augura que no se dará esa guerra de estamentos que fue la campaña 2016 y sus consecuencias.

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