Por: Luis Yntor
Todos los 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación y el día de ayer se conmemoró esa fecha, por ello he deseado expresar la realidad del hambre en nuestro país, pues es inconcebible que el Perú siendo una dispensa de alimentos únicos en calidad y sabor haya 3.1 millones de compatriotas (FAO 2016- 2018) que padecen hambre y mas del 43% (casi 1 millón) de niños menores de 3 años tienen anemia.
Cifras inquietantes.
Entre el 2013 y 2015 se registraron 2.8 millones de peruanos subalimentados (OPS, UNICEF, WPF) mientras en el trienio 2016- 2018, se eleva a 3.1 millones de personas (FAO) que sufrieron hambre por subalimentación y que representa el 9,7% de la población.
Según Alliance 2015, en su informe 2019 del Indice Global del Hambre (IGH) en el Perú, siete regiones: Huancavelica, Ayacucho, Huánuco, Apurímac, Pasco, Loreto y Cajamarca se encuentran en un estado serio de hambre, por encima de 20 puntos IGH. Mientras en Lambayeque, Ica, Moquegua y Tacna son las regiones con menor incidencia de hambre, teniendo entre 8.1y 9.6 puntos IGH. La incidencia del hambre en los siete primeros departamentos, es sorprendente, ya que es casi tres veces mayor que en las últimas regiones expuestas con menor índice. En el caso de Lima, ha pasado de 11.5 (2014) a 12.7 IGH (2017).
Pésimos resultados con millonarios presupuestos.
Las cifras expuestas significan un golpe para el Perú, pues de haber combatido el hambre y ser visto como referente en la región, las números revelan la clara tendencia, a partir del 2013, en el incremento de la subalimentación. Asimismo los datos demuestran que la costa es la región con mejor rostro frente al hambre, en tanto la sierra, se mantiene junto a la selva como las regiones más vulnerables y en riesgo, cotejando que el sector urbano posee ventaja frente al rural.
Observando el Programa Articulado Nutricional (PAN), se tuvo un presupuesto de S/1,052 millones en el 2008 y llegando a S/ 1,388 millones en el 2011, período que tuvo resultados positivos, cómo por ejemplo la anemia infantil que bajó de 50.4% a 41.6%. Sin embargo, los años siguientes el presupuesto se eleva escandalosamente llegando a S/ 1,956 millones en el 2018, pero la anemia lejos de bajar en sus índices aumenta a 43.5%.
No es posible que se eleven presupuestos y los resultados no sean alentadores, es necesario reformular la gestión, para que los millones de soles lleguen a combatir el hambre y no que sea pretexto para alimentar más hambre.
Preocupante expectativa.
Estos hechos nos debe llamar la atención, más aún sabiendo que la FAO, advierte que Latinoamérica se enfrenta a una crisis de hambre sin precedentes como consecuencia de la pandemia, la contracción de la economía y el aumento del desempleo.
En el Perú, según el Instituto Nacional de Estadística (INEI) había un 20% de la población (6.5 millones) en situación de pobreza, antes de la pandemia.
Solo en lima hay más de 1 millón de personas en una situación alimentaria muy grave, sus alimentos carecen de proteinas, han perdido empleo y la clase media ha sido muy afectada por lo que se estima en promedio un 20% de este grupo podría pasar a la condición de pobreza. Está persistencia de la pobreza es la principal causa del hambre.
La baja de la economía, es evidente que afectará la seguridad alimentaria y la nutrición de los peruanos que no contarán con la cantidad suficiente de alimentos para cubrir sus necesidades calóricas diarias. Quienes llevarán la peor parte serán los más pobres, pues sus bajísimos ingresos les resta su poder de compra de alimentos nutritivos optando por los más baratos.
Estado y propuestas.
El estado tiene una gran responsabilidad en ayudar a aquellos peruanos pobres que están padeciendo hambre. El estado tiene que liderar la transformación del sistema alimentario para asegurar una alimentación saludable y sostenible. Se tiene que dejar el espacio para la ciencia y tecnología, cómo el caso de conservación de alimentos frescos, la fortificación de cultivos desde la producción misma. Se debe ejecutar políticas alimentarias basadas en indicadores regionales para brindar alimentos que produce cada departamento y los cuales se pueden acceder. Es necesario las facilidades financieras para impulsar la producción interna de alimentos. Es de suma importancia el acceso a agua y saneamiento.
El hambre no espera, es necesario alimentar al pueblo.