Sorprende y conmueve el último libro del escritor español sobre su experiencia del amor luego de enviudar de Sara Torres cinco años atrás. El padre de Amador nos había acostumbrado a los temas filosóficos que supo con maestría bajar al llano con, por ejemplo, Ética para Amador, un bestseller mundial. A sus posturas antinacionalistas, en sus numerosos artículos y ensayos, pues como vasco, sufría del «nacionalismo imbecilizador». Aquí tenemos un libro escrito en el 2018, tres años después de perderla, en el que nos abre su corazón: La peor parte. Memorias de amor (Planeta [Ariel], 2019). Savater fue tan feliz con Sara que su pérdida se volvió «un pesar invencible» y se le secó la pluma. Porque dice que él «escribía para ella», «para que lo quisiera más». Para su Amada, para llegar tal vez mejor al joven Amador... El sitio de Sara en su vida es una bellísima historia de amor compartida.
De amor solemos llenarnos la boca en época navideña y el día de los enamorados. En su ausencia, de lágrimas nos llenamos los ojos por las mismas fechas. Quizá esta Navidad sea mucho más dolorosa para quienes han perdido brutalmente al ser querido que se cruzó con el Covid-19. La señora de Savater no fue asaltada por un virus sino por un cáncer al cerebro, agresivo, a los 56 años: un gioblastoma múltiple. Las enfermedades degenerativas suman al dolor de la pérdida, el de la agonía, alargándolo. «Cuatro años después, no ha pasado ni un solo día sin derramar lágrimas por ella», nos dice sinceramente.
¿De qué era hecho el amor que les tocó durante 35 años? Savater quiere hablarnos «del calibre de su increíble amor». Su Pelo Cohete —nombre de pila que tenía cuando la conoció de estudiante y era medio punk— fue «el amor de su vida, la razón de su vida». Su «combustible existencial». Para él, «el amor siempre es zozobra y contradicción» y «si no duele no es amor». Pues «lo que llega como un flechazo, es el deseo (...) pero no es el amor. El amor se revela.» Mirando retrospectivamente puede afirmarlo: «Éramos cada uno el destino del otro.» «El amor no puede realmente ser descrito porque carece de exterior: es todo por dentro». Su relación la resume así: «En el fondo no fuimos amantes ni 'compañeros', fuimos novios, siempre novios, de los de toda la vida». De tal forma que cuando muere, Savater se pregunta si seguirá siendo optimista, si se puede ser «un optimista destrozado». Pues mutatis mutandi su muerte la reformula así: «la muerte del amor en mi vida, de mi amor a la vida». No pensó que partiera primero, era diez años menor. Desde entonces, «vive sin alegría», una experiencia «que es una ruptura con su yo anterior. No le pesa la soledad «sino la desolación». Le queda un «vicio deliciosamente solitario», la lectura, como recuerda. Pero «el paraíso para dos se volvió infierno de uno solo».
¿Qué paraíso? Resulta que Pelo Cohete, «la persona más genuinamente inteligente que haya conocido», «siempre estuvo hostigada por la miseria de la que provenía» y mantenía «un pudor casi obsesivo en lo tocante a su pasado». Cuando entró en un momento a ETA «por rebelión social», jamás comulgó con la ideología. Y tenía claro —precisa — «que cuando murió Franco, ya no tenía razón de ser». Fue un «error de su angustioso pasado». En materia de ideas, ella joven era Sí a Platón, No a Marx, y Prévert como poeta favorito. De amplia cultura literaria y cinematográfica entre otras, su talento sumaba «agilidad mental, imaginación y buena dosis de realismo». Llaneza de expresión y gusto por los «giros populares»; «buena profesora», «la mujer más femenina y menos afeminada que haya conocido». Valiente, «un carácter fuerte, nada diplomático y era muy orgullosa». Savater se siente un «héroe consorte», y por ello nos habla «a cuerpo descubierto» de ella: «para que nos contagie un poco, porque embelleció el mundo». Era un «fabricante de paraísos». Lo que ambos compartían en el goce era «el fondo infantil» —eso detrás del cual vamos en cada Navidad—. Los «toques de fantasía y de barroquismo eran su marca», los monstruos infantiles una pasión común. El cine fantástico era otra, al punto que ella inspiró La semana del cine fantástico y de Terror de Donostia donde murió. Llenaba sus cuartos de muñecos fantásticos, en plan friki, rindiendo homenajes a los directores de cine, un oficio al que aspiraba pero no fue suyo. Quizá para transformar esa realidad tan dura que le tocó vivir, mientras la sublimaba con la complicidad y el disfrute absoluto de Savater. «No me emocionaba lo que yo veía o volvía a ver sino verla a ella viendo las cosas y compartiendo conmigo lo que sentía al verlas. Ese gozo nunca me cansaba.» «Pelo Cohete me encontró a mí y me hizo suyo».
Pelo Cohete irrumpió en la vida de Savater con la «ternura brusca» pero «auténtica» que la caracterizaba y podía confundir. «Mantuvo siempre ocultos aspectos de su vida» y él «nunca pretendió saberlo todo». Si para Savater, filósofo y librepensador, vivir es «una experiencia poética», ella era la que tenía la mejor «consciencia política», por sus vivencias. Pese a que él tuvo una breve estancia en la cárcel bajo Franco (por desear la democracia para España, no por comunista, insiste) y fue expulsado de la universidad Autónoma de Madrid, el progresista que era sitúa el coraje político en ella. Fue «muy radical de joven» sin llegar jamás a hacer daño a nadie, y lúcida: «nada complaciente con los bandos enfrentados» que eran el PNV (Partido Nacionalista Vasco) y ETA. Nadie «menos localista que ella». «Forastera en todas partes, le salía de dentro la xenofilia, los que han llegado de fuera». Conocía bien la bestia por dentro, hablaba perfectamente el vasco (euskera), y así lograron hacer un «dream team» en contra del nacionalismo vasco. En febrero del año 2000, cuando ETA rompe la tregua y los falsos progresistas simpatizan con ellos, la indignación de Savater y Sara se vuelve acción: fundan con otros el movimiento BASTA YA, una reivindicación de la Constitución y del Estatuto de Autonomía. Nada de derechas o izquierdas. La institucionalidad. Tuvo un éxito inesperado mientras ETA seguía matando periodistas y ministros. Y ellos tenían que vivir escoltados. El movimiento fue creciendo y les permitió saber quiénes eran de verdad los progresistas. Hasta hoy: «La derecha difícilmente me puede ya decepcionar, en cambio la izquierda, sí», confiesa aquí Savater. El Premio Sajárov a la defensa de los derechos humanos que el Parlamento Europeo otorgó a BASTA YA era para este «dream team» que tanto hizo, a su manera, por mantener vertebrada a la España de los últimos decenios.
Savater, en un acto de amor póstumo, supo dejar una semblanza conmovedora de la ciudadana Torres Marrero cuya partida lo ha dejado bueno solo «para ir tirando ... de sí mismo.» Ojalá vuelva a escribir para ella, ahora que ha vuelto a nacer en el mundo de la literatura no ficción. O que su libro fomente una película autobiográfica de la «fabricante de paraísos». Es una lectura idónea para esos tiempos que nos recuerdan que la vida no tiene precio.