Punto de Encuentro

Convivencia, tolerancia y sostenibilidad

Lo que nos hace humanos, en primer lugar, es nuestra inteligencia. Luego, el lenguaje. De ahí se desprende que, seres inteligentes con lenguaje estructurado podrán articular acuerdos para organizarse en comunidades que logren producir una cultura y que, a través del establecimiento de vínculos más allá de la sangre, y de un orden en relaciones de producción y distribución del trabajo; crean civilización.

Entonces la convivencia se trata de la capacidad para generar acuerdos que nos permitan compartir la vida. Lograr pacíficamente vivir “con” en otro. Aquel que, sin ser familia, comparte nuestro espacio de desarrollo vital. Básicamente, con el auge de los derechos humanos, hemos establecido que ese “espacio” es el mundo. Compartimos el planeta y somos entonces  corresponsables. Ha quedado claro esto con día fenómenos puntuales: el calentamiento global y la pandemia.

Ahora bien. También es cierto que las culturas son diversas y que hay varias civilizaciones en ese mundo compartido. La civilización oriental, la occidental... y aún más podríamos hablar de Europa, de Oriente Medio, de Japón, de Estados Unidos... ¿Latinoamérica? ¿Podemos pensarnos y asumirnos como tal?

Quiero pensar que podemos hacerlo. Que podemos asumirnos como un producto de un sistema complejo y propio que combina elementos de interacción con otras civilizaciones y que tenemos elementos propios muy característicos. ¿Podemos asumirnos realmente como una unidad? Dejo abierta la pregunta.

El punto es que en la interacción, al menos, de la diversidad cultural dentro de los esquemas de civilización (poseedores de un complejo andamiaje jurídico-político y administrativo) hemos tenido que pactar sostener espacios de realización de la diferencia. Espacios donde el “otro” es capaz de hacer, crear y desenvolver su personalidad con plenitud; siempre y cuando no “amenace” el espacio o capacidades de hacer, crear y desenvolver del “otro”. Hablamos de tolerancia. ¿Un ejemplo? La religión. Es lo más fácil de ejemplificar. La Libertad de culto es tolerancia. Permitir que existan distintas religiones que convivan (no se maten) y que se toleren (tengan espacio de realizarse. 

A ello se añade que esto pueda ocurrir por tiempo indeterminado. Es decir que la generación actual no se “gaste” todo: dinero, recursos naturales y capacidades/talentos. Para que las generaciones del futuro tengan cómo sostener el modelo. Eso es parte de “pacto” de convivencia y realización. ¿Un ejemplo? Los bosques. Podemos usar la madera suficiente para convivir y realizarnos pero con los límites de no talar, o deforestar simplemente, como para que no quede nada para luego aprovechar. Entonces el compromiso es sostener la racionalidad (bajo el supuesto de inteligencia y acuerdo que nos define humanos) en el uso de los recursos y talentos. 

Ahora me pregunto ¿qué o quiénes -porque somos humanos- envilece a tal punto un esquema de acuerdos que ha costado tanto establecer? Yo, particularmente creo que es la ignorancia de muchos pequeños y grandes grupos de poder, de la comprensión de que hemos llegado a donde hemos llegado justamente porque hemos pactado en estos tres puntos: convivencia, tolerancia y sostenibilidad. 

Atentar contra ello es un suicidio.

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