Punto de Encuentro

«El outsider» de Umberto Jara

                                                                           Claire Viricel

En agosto del 2018 Planeta publicó este libro ameno que anticipaba el improvisado Congreso 2020 y hoy nos pone en alerta ante los comicios de abril y las Regionales/Municipales del 2022. No existía cuando se le ocurrió al expresidente Vizcarra un plebiscito en cuatro preguntas, entre las cuales aceptarle la no reelección de congresistas, cosa que abre la puerta a más outsiders. ¿Qué son? «Oportunistas en busca del tesoro público como botín», «independientes», lo que implica «cero organización, cero militancia, cero técnicos, cero propuesta válida», dice el autor. Sin embargo, los outsiders no llegan por asalto sino con votos, o mejor dicho, con el famoso antivoto. Tanto es así que Jara señala cuatro que llegaron a ser Presidentes de la República: Fujimori, Toledo, Humala y PPK, este último así clasificado por su 'ineptitud política' por el politólogo Steven Levitsky, según nos reporta de pasadita. Pero  aquí Jara se ha limitado a alcaldes y gobernadores aventureros. Son 38 retratos con copioso prontuario que encumbran el libro, resultado, dicho sea de paso, de una mala regionalización durante el gobierno Toledo. Los también llamados «depredadores» que van por el canon regional.

El padre de todos, el molde fundador, es Ricardo Belmont Casinelli (RBC). Jara nos cuenta su vida a partir de la biografía que hiciera Guillermo Thorndike en 1994, El hermanón, y de sus propias pesquisas. Fue el primer outsider en ser elegido (1989). «Trazó un camino que persiste», «instituyó la banalización del quehacer político». La vida de RBC parece una novela picaresca. Nieto de un hábil hombre de negocios en medicamentos, tiene como progenitor a su hijo Augusto quien acaba con la prosperidad familiar cuando prefiere la imprenta y los medios de comunicación a los farmacos. Augusto fundó en 1967 el Canal 11 que, años más tarde, será expropiado por Velasco. El hijo de papá sanisidrino de entonces 26 años debe aprender a solventar su vida. De timbalero pasa a ser boxeador, y fracasa en varios oficios improvisados después. No salía de pobre pero tenía amigos hechos en el camino. En la radio. Entonces, movilizó lo único que tenía en cantidad infinita, la viveza criolla. E hizo lo único que sabía hacer bien, hablar ante un micro.

Tiene 30 años cuando lanza su programa radial Habla el pueblo. Luego América Televisión le ofrece un programa de entrevistas impertinentes, A Fondo. Se vuelve famoso y va por más. Vende la Teletón peruana a Genaro Delgado Parker de Panamericana Televisión y se gana con ella el calificativo de «bondadoso». Le ofrece después un programa de concurso, El cielo es el límite. Éxito total, un sabelotodo campechano que pasa por sabio ante los sectores populares. Entre los 30 y 36 años se ha ganado un público transgeneracional envidiable. Businessman ante todo, Delgado Parker —otro expropiado— soñaba con acercarse al poder: ¿por qué no inventaría a su propio político para convertirlo en autoridad? plantea Jara empatizando. Sus encuestas le confirmarían su intuición: «un hombre desprovisto de todo conocimiento de gestión pública recibía la confianza ciudadana por el simple hecho de ser famoso, parlanchín y compadrero». En ese entonces el broadcaster no logró convencerlo de candidatear. Alfonso Barrantes, izquierdista, salió elegido alcalde de Lima. Pero le tocaría a Belmont tomar su sitio años más tarde, emancipándose de Panamericana. En 1985, convence al partido del pueblo y su presidente García de darle la licencia para su propia estación de TV, Canal 11. Y funda un partido, Movimiento Obras. Lo que hizo a partir de ese momento es para ser leído, no contado, y vacunarnos contra «una de las mayores taras nacionales: la picardía criolla» (Jara dixit). Elegido en 1989, fue un alcalde incapaz: en su periodo «Lima fue una turbia postal con una muchedumbre de agobiados vendedores ambulantes, el hedor de la basura en las calles, el imposible caos en el transporte». Al incapaz, curiosamente lo van a reelegir en 1993. ¿Por qué? Otra vez el antivoto: el candidato que iba de puntero era el exalcalde de Juliaca, también exalcalde de Arequipa, apellidado Cáceres Velásquez. Asustaba media Lima con «sus aires de gamonal acostumbrado a dar órdenes» y su «tosco sentido del humor». Reeligieron al llamado "Colorado" (por blanco) inepto. Terminó su segundo mandato con «2364 procesos judiciales». Hoy, RBC, con su Movimiento Obras, sigue tras el poder. Belmont hizo alianza con el etnocacerismo de Antauro Humala (Unión Por el Perú) y sería pronto candidato a diputado, en tanto que invitado. Una regla que no aparece en el libro de Jara pero parece cumplirse, es que los outsiders, en un país sin cultura ni memoria, son reciclables al infinito, por la sola necesidad de escapar a la justicia o de repetir el plato.

Los perfiles avergonzantes de la parte final del libro son una muestra de esa «siniestra estirpe que fue degenerando»: alcaldes y gobernadores regionales procesados, condenados o prófugos en los últimos 20 años. Degeneración porque no es el 'floro' seductor —al menos eso puede ser una cualidad— sino la mente delincuencial disfrazada de honestidad y novedad que los caracteriza, como es el caso del alcalde provincial de Chiclayo 2011-2014, Roberto Torres Gonzales. Terminó en prisión por delito de colusión hasta hace poco (entre otros 5 cargos de inculpación), una sentencia que hace pocas semanas fue anulada por la Corte Superior de Lambayeque. Había postulado en vano en el 2002 y 2014 por el Movimiento Independiente Manos Limpias, pero con éxito en el 2006 y 2010. Su única experiencia profesional: «vendedor de boletos en la empresa de transportes de su padre»... Está también el emblemático caso de César Álvarez, el gobernador de Áncash 2007-2014, inculpaldo del asesinato de Ezequiel Nolasco, el consejero que intentó delatarlo por su pillaje organizado. El Poder Judicial acaba de condenarlo a 35 años de cárcel y 30 de inhabilitación para la función pública. Una condena contundente, vamos. Había buscando cargos desde los 90, intentado ser diputado por el Frente Independiente Moralizador. Fracasó 4 veces y finalmente, encontró la vía: formó el Movimiento Regional Independiente Cuenta Conmigo y fue elegido dos veces consecutivas. ¿Su oficio? «Reportero radial». Finalmente y más cerca, el caso de Carlos Burgos, alcalde de San Juan de Lurigancho 2007-2014, el mayor distrito de Lima (más de un millón de habitantes). ¿Su oficio? «Gerente de empresa de publicidad». Se postuló dos veces con una organización llamada Alianza Electoral Unidad Nacional. No le salió en el 2002 pero sí en el 2006. Intentó reciclarse en el 2014, postulando a alcalde por Solidaridad Nacional. Fue condenado el 22/03/2017 a 16 años de prisión efectiva por enriquecimiento ilícito por lavado de activos. Estuvo prófugo hasta el 27/09/19, lo capturaron en el distrito de Los Olivos. Estaba en la lista de Los Más Buscados. Un buen trabajo de la PNP y la ciudadanía.

Dentro de pocos meses, tendremos que elegir a quienes conformarán el nuevo Congreso, llevados de la mano por partidos políticos endebles, carentes de cuadros y militancia activa. Y al Presidente de la «República inconclusa» (Chanamé, 2012) o «república anómica» (Neira, 2019) del Perú. Lamentablemente, no faltan los outsiders en los partidores y no faltará el antivoto que tanto construye como destruye un país sin preparación para la democracia. El Outsider es un libro para hacer memoria y votar mucho mejor.

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