Punto de Encuentro

Macron versus Le Pen: un peligroso deja-vu

Claire Viricel

Las encuestas de la primavera 2021 no se habían equivocado*: el duelo presidencial 2022 enfrentaría a Marine Le Pen (23,41%) y Emmanuel Macron (27,6%), con gran incertidumbre respecto a la preferencia de los franceses. No es buena noticia aun si el entorno del presidente no lo ve así. Si bien las primerísimas encuestas dan ganador a Macron (54% versus 46%), dos variables preocupan mucho: la participación (26,31% del electorado no votó en primera vuelta) y el voto de los electores de LFI (Mélenchon, 21,95%) que perdieron amargamente la segunda vuelta por 421'308 votos. Nunca la izquierda radical había estado tan cerca de su meta, ni Marine Le Pen (RN) con tantos votos. Sin embargo, contrariamente al 2017, Mélenchon llamó «a cerrar filas en contra de Le Pen». El cómo es responsabilidad del elector ante la historia.

¿Tan mal está Francia para que dos populismos, en polos extremos, hayan crecido tanto? ¿Para que la alternancia izquierda/derecha que marcó la vida política de la Va república fuese enterrada desde el 2017? ¿Los grandes partidos de la alternancia —Les Républicains (Pécresse) y Parti Socialiste (Hidalgo)— con tan solo un 4,79% y 1,74% de sufragios respectivamente? ¿Francia con un voto extremoderechista del 32,53%? ¿Mélenchon y Le Pen, amigos del imperialista Putin —servidor, repetidor mediante Rusia Today TV, y prestamista del RN (destape del diario Mediapart)—, sacando el 45,61% del sufragio pese a su guerra contra la democracia y Occidente? Qué de interrogantes. Veamos qué pasó.

Primero, el eje político izquierda-derecha resulta insuficiente para entender las sociedades ante la «muerte de lo social» (Touraine) en el mundo post 2008. Según el profesor de Historia Política, Olivier Dard, las doctrinas hoy en pugna en el debate público atlantista son tres:  conservadurismo, populismo y progresismo. Ante lo cual los partidos clásicos se encuentran desubicados, desfasados. Tal es así que el PS, otrora partido del voto obrero, ha sido desplazado por RN y LFI. ¿Qué habrán sentido los obreros cuando el PS, desde el 2011, decide ocuparse ya no de las clases populares sino de las minorías (mujeres, inmigrantes, jóvenes) siguiendo la estrategia (suicida) del think tank francés progresista e independiente, Terra Nova? Se fueron obviamente a otras tiendas donde las temáticas hacen eco a su realidad. Faltó autocrítica y enmienda.

Segundo, la carrera entre los 12 candidatos demoró en definirse. El sistema electoral les exige un aval público de 500 elegidos —alcaldes o parlamentarios— que complicó las candidaturas de Zemmour, Le Pen y Mélenchon que no lo lograban. La prudencia de los elegidos, atrapados entre la defensa de la república —que no puede hacerse en los extremos— y la defensa de la democracia —que implica una oferta variada y representativa de candidaturas—, estaba lejos de condecirse con las encuestas donde los tres crecían más allá del 10%. Un motivo más para hacer crecer el voto antisistema. El socio de Macron, François Bayrou (Modem), candidato de centro que sacó un 18,57% de votos en el 2007 y 9,13% en el 2012, resolvió el impasse creando una plataforma especial de «padrinos democráticos», no políticos. Firmaron aliviados.

Tercero, entre 2002 y 2007, el partido de Bayrou que crecía abría una alternativa a los extremos. Pero la crisis del 2008 pasó por ahí, y los electores golpeados, indignados («¡No a la nacionalización de las pérdidas y privatización de las ganancias!») o empobrecidos encontraron su consuelo en los extremos, con Mélenchon y Le Pen viento en popa tres años después. Hollande le gana al presidente saliente Sarkozy pero la fatiga democrática se instala. Macron, exministro de Economía e Industría con Hollande, prepara su inesperada y fulgurante carrera al poder presentándose como candidato liberal de centro, centroizquierda y centroderecha a la vez, con un ambicioso programa de reformas, y gana ampliamente en el 2017. Lamentablemente para el bipartidismo, por su fino posicionamiento, su hábil programa y su personalidad audaz, se ganó los electores de las tiendas LR y PS, devastadas, ambas sin estrategia ni alternativa cinco años después.

Cuarto, surge un ultraderechista, Zemmour (Reconquête), que no logra alterar la profecía de la primavera. Menudo outsider, periodista, escritor y polemista de medios, su candidatura improvisada no descolocó a Le Pen que supo, como siempre, escuchar y recoger la cólera de la gente. El voto lepenista pasó de ser síntoma de malestar en los años 80 a voto rebelde en los 2000 y ahora, posibilidad real de gobierno. Pero, por su lado, la izquierda radical se había posicionado bien: «seré el candidato de la cuestión social y ecológica», había dicho Melénchon. Así Ségolène Royal, excandidata presidencial por el PS en el 2007, llamó a un «voto estratégico» por Mélenchon, uníco candidato capaz de sacar algo para la izquierda. Según numerosos observadores, en esa primera vuelta la tripartición del sufragio refleja el «voto estratégico», sugerido o espontáneo. Pues muchos jóvenes de 18-24 años se decidieron por Mélenchon, por la cuestión ecológica, así como gente que gana debajo de 1250€ mensuales y discrepa con Le Pen. Soñaron en vano con la segunda vuelta... «Voto estratégico» también de los electores de derecha: prefirieron Macron a Pécresse, ni Sarkozy la respaldó. «Nunca se ha creado tantas empresas como ahora», recuerda el actual ministro de Justicia, Dupond-Moretti.

Quinto. Para los analistas, el sistema tripolar resultante no significa la muerte de la cultura socialdemócrata pero es un sistema inestable. En la ampliación del centro con Macron encontramos progresistas tanto de derecha como de izquierda, y nacionalistas. El resultado evidencia la fractura territorial (aglomeraciones urbanas/zonas rurales) y sociológica que los chalecos amarillos en el 2018 volvieron un frente anti-Macron, por extrapolación frente antisistema. El voto lepenista ha ganado terreno en todo el país: Le Pen supo hacer campaña en torno al poder adquisitivo, la principal preocupación del electorado (58%), lejos de la inmigración (27%) o el medioambiente (26%). 20 mil de los 35 mil municipios la prefirieron, y 4453 le dieron más del 50% del sufragio total (contra 1135 en el 2017).

Sexto. Las libertades estuvieron en regresión en 60 países en el 2021, según un estudio de la ONG Freedom House que recordaba que el orden mundial está a punto de girar, el modelo autoritario de ganar si no hay unión de los defensores de la democracia para garantizar la libertad de todos. En mayo 2021, Jacques Attali, fino político y escritor, daba por ganadora a Le Pen si la elección hubiera sido en setiembre 2021. «Porque el aire del tiempo la propulsa, todo lo que acontece trae agua a su molino. Capitaliza las faltas de sus adversarios». «Pero se puede evitar, para eso sirve un mal pronóstico», añadía.

¿Cómo votará el elector de Mélenchon? Peligro hay. Según encuesta IFOP en caliente, un 33% votaría Macron, un 23% Le Pen y un 44% blanco, nulo o abstención. «¡Cualquiera salvo Macron, nos desprecia!», se escucha. «Le Pen la paramos con un legislativo en contra, una cohabitación». (En junio, se viene la elección del parlamento). ¿Un populismo para contrarrestar otro? Un salto al vacío más bien, por desconocer su programa. Gobernaría baipaseando el parlamento, de tú a tú con sus electores, mediante referéndum ad libitum. Corriendo Francia el riesgo de volverse un régimen iliberal, Macron se fue prestamente al llano hostil confiado en su poder de convicción y su buena estrella. 

*[http://www.puntodeencuentro.pe/columna.html?id=5584]

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