Por: Luis Yntor.
Han pasado 3 años de la muerte del expresidente Alan García, como consecuencia de una brutal y sanguinaria persecución de un sistema de justicia politizado, dominado por la mafia caviar y que bajo intereses mezquinos le han inducido al suicidio, que es literalmente un asesinato.
Una justicia selectiva no es justicia y la han usado como maquinaria de destrucción y persecución política en contra de Alan García. Nadie puede estar preso sin pruebas y a tres años de la injusta orden de prisión preventiva no se le ha demostrado nada de lo que se le acusó, siendo esa orden arbitraria y abusiva, y solo evidencia que la falsa lucha contra la corrupción del lagarto Vizcarra, de sus peones fiscales Perez y Vela y de la prensa comprada con el presupuesto de todos los peruanos, solo fue para arrinconar a la oposición y desviar la atención sobre los beneficios que se le daban a Odebrecht con el cuento de "saber la verdad".
La figura inmarcesible de García supera a esa cloaca de enemigos políticos y trolls mercenarios pagados para difamar y que no aceptan que el líder aprista haya hecho un gobierno exitoso y admirado dentro y fuera del Perú. Solo exponen mediocridad y miseria moral de ellos y sus patrones, pues desearon verlo con chaleco de detenido, enmarrocado y humillado, pero con su muerte les arruinó el morbo, el show y la fiesta que iban a gozar en palacio de gobierno y en la plaza San Martin.
Cada año que pasa y cada vez más el pueblo siente y reclama la ausencia de Alan García en la política nacional, haciéndolo inmortal. La historia va reivindicar al expresidente y cuando haya una verdadera justicia, esta hará su trabajo contra sus verdugos que lo llevaron a escoger la muerte por encima de la ignominia carcelaria.