Punto de Encuentro

Presiones y cooptación de la justicia.

El poder tiene una naturaleza expansiva. Quien lo posee, anhela en lo más profundo de su ser, tener el control total. Por eso, el político suele ser una persona ambiciosa y eso no es algo, per se, malo. Si la ambición se atempera con el respeto a la democracia y al estado de derecho, al control partidario, a la evidencia que en la vida política hay ciclos que empiezan y terminan, los países logran consolidar sistemas político sólidos con liderazgos fuertes.

En el Perú, la mayoría de gobiernos han actuado en sentido inverso. Se pretende avasallar la institucionalidad democrática, una vez en el poder los partidos (simples catapultas políticas) son dejados a un lado por el caudillo de turno. Los políticos se eternizan en el poder y no permiten un recambio generacional.

No hay corrupto sin corruptor. Es indudable que el Ministerio Público (MP) y el Poder Judicial (PJ) son organismos contaminados, sobre todo desde el régimen de Ollanta Humala. El afán de colocar a los familiares de Nadine Heredia en puestos importantes dentro del MP, la presión del nefasto Martín Vizcarra sobre el Tribunal Constitucional, el MP y el PJ, ahora los intentos del binomio Castillo-Cerrón de atacar a la fiscal Benavides, quien viene cumpliendo correctamente su función; nos llevan a la conclusión de que hay un sector importante de la política que considera una práctica “normal” presionar a jueces y fiscales hasta lograr su cooptación. Deploramos estas prácticas que envilecen la política y que solo contribuyen al deterioro del sistema democrático, que debe tener como fundamento la separación de poderes y, sobre todo, una justicia independiente y sin presiones.

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