Urresti es un matón, un ignorante. Es una manifestación grotesca de la devaluación de un sector importante de la actual dirigencia política nacional, sector que aún no comprenden que la población exige un recambio, nuevos liderazgos y nuevas formas de hacer política. Hay un hartazgo de políticos que han perdido legitimidad. No entraremos, en este espacio, a discutir a profundidad todas las causas que nos conduce a esta terrible situación. Pero, sin dudas, una de ellas es la falta de una adecuada comunicación entre los líderes políticos y la ciudadanía.
Eso es lo que hace atractivo al mediocre Urresti: es el matón del barrio que le gusta “guapear” al rival político, olvidando que el debate democrático implica intercambio de ideas y moderación. Solo en determinados momentos de la historia surgieron lideres que hicieron del insulto y el ataque una forma de hacer política: Hitler, Mussolini, Franco. Pero, detengámonos un segundo. No pretendemos comparar a Urresti con estos personajes. Urresti no hubiera podido reorganizar ni la cocina del ejercito alemán, con Urresti la marcha sobre Roma terminaba en una juerga en la Fontana di Trevi. Su ignorancia limita sus niveles de perversidad.
Por ello es que nos atrevemos a lanzar lo que hemos denominado la ecuación Urresti:
2(MD + LA) + V + FAP = Urresti
MD: Mano dura
LA: Liderazgo autoritario
V: Vulgaridad
FAP: Falta de agenda política
La mano dura. A estas alturas todos sabemos sobre las causas que recaen en Urestí (caso Bustíos). Su teniente alcalde también es otra “joya” de la política peruana: José Luna Morales, hijo del dueño de la franquicia llamada Podemos Perú, se encuentra acusado de integrar la banda criminal “Los gánsters de la política”. Pero nosotros somos respetuosos de la presunción de inocencia, así que esperaremos la resolución de los jueces. El que debe estar preocupado es el supuesto “Capitán Arturo”, quien extrañamente se encuentra muy confiado en salir inocente de estos procesos (por ahí se puede sentir la mano hedionda de un falso profesor de Chota).
La situación es más grave. Como ya preguntó la periodista Josefina Towsend en el debate, ¿qué ocurría si ambos son condenados? ¿En que quedaría su “proyecto” para gobernar Lima?
El liderazgo autoritario es evidente: a Urresti no le importa responder preguntas sobre hechos que le resultan “incómodos”. No solo no respondió a la periodista en cuestión, tampoco lo hizo con la pregunta ciudadana. La matonería, en política, solamente puede ser calificada como un acto de vulgaridad: no es que Urresti sea honesto, sin pelos en la lengua. Urresti es un ser deleznable que violenta las formas en las cuales debe desarrollarse la política. Y lo más grave. Ese barco pirata llamado Podemos no tiene ideología, solo tiene intereses: Los de Luna Gálvez y sus herederos. Urresti tampoco tiene ideología e ideas, es solo un gorila mediocre que llama la atención por su chabacanería. A Urresti lo podíamos ver en un programa cómico (puede ser el nuevo “Petipan” de la banda del choclito), pero jamás en un cargo público de tanta trascendencia como es la alcaldía de Lima.