Punto de Encuentro

El factor Milei

La periodista de apellido Vázquez de La Nación escribió un artículo titulado “De Maratea al Kun, la pelea que viene ganando Javier Milei”. Creo que el mismo es una lectura transversal de la percepción de los analistas sobre la posible candidatura de Javier Milei a partir de los hechos acontecidos en las últimas semanas. Sin embargo, su interesante reflexión amerita realizar una serie de puntualizaciones.

Considero que acierta cuando sostiene que existe una pérdida del sistema de creencias sobre el rol del Estado. El Estado se volvió un problema que se expresa en los distintos tipos de cambio, los derechos de importación, la pérdida de la capacidad adquisitiva, entre los más importantes. Problemas de raíz macroeconómica que impactan en el aparato productivo y que cuestionan el sistema de subsidios y planes sociales implementados en las últimas décadas (sin considerar el interregno macrista). Este es un problema para la izquierda kirchnerista y para la derecha macrista, en tanto se encuentra relacionado con el modelo de país (para los entendidos en la materia, esta discusión se remonta a la época fundacional de la república).

También acierta cuando sostiene: “Milei logra dar una narrativa a esa ciudadanía [crítica]. Y hace promesas fáciles y sin costo”. Es la vieja estrategia política de antagonizar, satanizando al enemigo y volviendo la pugna política una lucha contra el mal absoluto (parece un extraño influjo de ideas calvinistas). Y claro que no tiene costo: fabricar ideas (sobre todo las más estúpidas) no cuesta. Pero si habrá costo, y será social si es que Milei llega a ganar las elecciones, como pasó en el Perú con Fujimori. No estoy seguro de que la población argentina aguarde, pasiva, los ineludibles ajustes (los Fujishock) de un gobierno libertario y su programa económico ortodoxo.

Comparto su pronóstico de un posible apoyo de sectores provenientes del peronismo que rechazan el proyecto K. O incluso del mismo kirchnerismo, esa gran masa popular que mira al macrismo como la interrupción de los exitosos años de Néstor y Cristina y por el cual jamás votarían. Antes que el macrismo, el diluvio. Y si el iconoclasta economista puede ganar con los peronistas, no tendría empacho en gobernar con los macristas, sus aliados naturales. En ese sentido, Milei es el Macri que no pudo ser.

¿40 años de democracia, 20 años de kirchnerismo?

Pero no soslayemos algunos aspectos que permiten polemizar con la periodista Vázquez. Cuando mencionó los 20 años de gobiernos K, se le olvidaron selectivamente los años de Menem. Es decir, fueron 30 años de gobiernos peronistas. Pero ese olvido del riojano, repetimos, no es casual. Pretende ocultar que Menem representa el mismo modelo fracasado que, tercamente, quieren implementar Milei y sus aliados. El retorno al despilfarro, la Ferrari, Tinelli, la fantasía de la paridad uno a uno. Y paro para no mencionar las cuestionadas privatizaciones, la ilegal venta de armas, etc. Detrás de esta idea, se pretende polarizar el debate político entre dos posiciones irreductibles: “la autopercibida superioridad moral de la salida colectiva tutelada por un Estado ilusoriamente presente y se abre las puertas, cada vez más, a la legitimidad de la solución individual”. Esta frase la pudo escribir Hayek sin rubor.

Tampoco es posible negar que existe una importante cantidad de “jóvenes exkirchneristas desencantados”. Pero eso no es solo un fenómeno propio de la militancia K. En todo el mundo aparece la antipolítica y la seducción tanática por la salida autoritaria.

Esa línea difusa entre política y espectáculo.

Milei y sus asesores identificaron las nuevas formas de la política: el insulto, la incorrección política, el ataque a la política misma. Esto no es nuevo. Lo que olvidaron decir es que la antipolítica es el fascismo.

El belicoso economista capitaliza la desafección política y ofrece una narrativa. El modelo que se debe seguir es el del capitalista exitoso, el “self-made man” en versión gaucha. Más allá del daño que produce la irrupción del individualismo economicista en el cuerpo social, el gran problema es que fuera de determinadas áreas como las relacionadas a la innovación tecnológica, hacer empresa en Argentina se cada día más difícil. No solo basta un cambio normativo, es una cuestión de principios y valores prepolíticos que, como sostenía el mismo Adam Smith, son la base del éxito de una economía libre (si es que ese modelo existió en algún momento de la historia). Pero a falta de economistas de la talla de Smith, aparecen personajes como el Kun Agüero, nuevo gurú económico, recomendando dolarizar la economía. O Maratea, el chico de las colectas, la lavada de cara de la voracidad empresarial con el jabón de la responsabilidad social empresarial. Hoy se discute si lo de Maratea es amor “al chancho o al chicharrón”: el joven militante de la solidaridad social autogestionada recibe un 5% por colecta.

¿Transformación cultural?

De lo colectivo a la solución individual. Se pretende equiparar la changuita, el empleo de subsistencia (Vázquez lo denomina, eufemísticamente, “el trabajador pobre”), el “cachuelo”, con el modelo de emprendedor emergente. Sostiene que el trabajador Rappi mide su éxito (no bienestar) por “el crecimiento gradual de sus posesiones”. Algo así como “matarnos de hambre para comprar las Nike a fin de mes”. Propone que “la bici” es el punto de partida de la movilidad social. Es difícil identificar en que punto del análisis serio se pasa a la burla al sentido común. Continúa: el “voto Rappi es voto Milei por esa promesa: que la libertad conduce a un plan de vida de progresos módicos, pero progresos al fin”. No llueve, pero gotea. El mismo discurso que los peruanos venimos escuchando desde 1993.

Finalmente, y recordando a ese enorme intelectual español, Dalmacio Negro Pavón, compartimos la idea de que no existe en sentido estricto una política liberal. Lo que se presenta es una crítica liberal a la política y al Estado (como forma política). En ese sentido, Milei es una enorme burbuja de jabón que, ante la imposibilidad de hacer política (la de los acuerdos, la negociación, las concesiones estratégicas, etc.), estallará y nos salpicará a todos.

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