Punto de Encuentro

Vargas Llosa, y la erótica de la vejez

Mario Vargas Llosa ha hecho de los últimos años de su vida una obra de arte, una erótica de la vejez. De él, podemos decir que es un cuadro integral: Su vida y su obra son un solo arte, como eros y ascesis. Es así: Toda, o casi toda, su experiencia vital está resignificada en su literatura. Pero, parece que su ser octogenario ha asumido la maravillosa tarea de reconstruir el saber de la vejez, a partir de la erotización de sí mismo, de su vida y su obra. En cuanto a su vida, acaba de terminar su relación sentimental con Isabel Preysler; y, en cuanto a su obra, acaba de publicar un cuento que, entre líneas, podría ser autobiográfico. He aquí la ficha bibliográfica de la narrativa, o del goce estético: Mario Vargas Llosa (2023, aunque escrito en el 2020): Los vientos. Sine locatio: Editorial Leamos - Ebook. En el cuento, el yo narrador dice: “Fue un enamoramiento de la pichula, no del corazón”, “Ya me olvidé del nombre de aquella mujer por la que abandoné a Carmencita; volverá a mi memoria, sin duda, aunque, si no volviera, tampoco me importaría. Nunca la quise”. Michel Foucault, en El uso de los placeres, se consagra a estudiar la erótica. Encuentra un isomorfismo, una relación que determina, entre relación sexual y relación social. Así, por ejemplo, las mujeres y los esclavos resultaban ser pasivos en una relación sexual, pues ello concordaba con su relación social de dominados. En analogía, los viejos resultan ser asexuales, pues son socialmente excluidos del sexo, y del amor. Semejante imposición social y hasta auto imposición, pública e íntima, de austeridad sexual, debe ser revisada a partir de la pregunta sobre el ser del amor, y del amor como virtud.

Vargas Llosa, su vida y su yo narrador recientes, representan la erótica de la vejez. Es más, personifican la desproblematización ética y estética del amor en la vejez. Precisamente, Foucault sostiene que la erótica precisa el espacio de interrogación ética acerca del uso de los placeres: “Este dominio de problematización ética concierne al dominio de sí del amante, al dominio de sí del amado y a la relación entre estas dos formas de moderación”. El amor y sus formas, entre ellas el erotismo, no tiene edad. Se puede ser viejo y ser objeto de deseo. Incluso, es posible hacer concordar la erótica socrático-platónica que expone nuestro pensador francés a la erótica de la vejez. Intentémoslo: Él dice que la erótica corriente alcanza ciertas evoluciones en ambos filósofos: las preguntas sobre el ser del amor y el amor por la verdad, y los saltos cualitativos de la disimetría de la edad a la correspondencia en el amor y de la integridad del ser amado al amor por el viejo y su sabiduría. Algo más: Foucault revisa la idea del erotismo de Sigmund Freud, porque éste encuentra al eros, o la pulsión de vida, necesariamente unido al tanatos, o a la pulsión de muerte; y repasa la idea de Herbert Marcuse, porque éste pretende liberar al eros de cultura represiva y de la sexualidad genital y reproductiva. Foucault se dirige a los griegos para enaltecer el erotismo como una práctica, como un arte, de toda edad. Tal vez Vargas Llosa se disfraza ahora de viejo periodista para protestar por la clausura de unos cines en Madrid, que es también la clausura de un tiempo. Pero no se pierde, ni se ensucia, porque los vientos son filosofía cínica y tiene la erótica de la vejez.

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