Punto de Encuentro

Lasso y el fantasma de la disolución

Consideramos que la disolución de la asamblea ecuatoriana realizada por el presidente Guillermo Lasso es legal. A diferencia de lo que pretendía realizar Castillo, Lasso se limitó a lo que la norma habilitante (tipificada en la constitución correísta, valga la precisión) establecía. No se fue “más allá” con la finalidad de avasallar los poderes del Estado como pretendía el actualmente procesado Pedro Castillo.

Sin embargo, legalidad no es igual a legitimidad. Por ello, levantamos nuestra voz de alarma ya que por el momento de la disolución, genera sospechas de un posible blindaje o impunidad, ya que el presidente Lasso se encontraba siendo investigado, en la parte final de un juicio político, que fue sometido por una supuesta malversación de fondos del Estado. En consecuencia, no es sano, saludable, oportuno, para la democracia ecuatoriana que su presidente disuelva el ente legislativo a días de su “sentencia”.

La cultura del autogolpe, que inicia en esta parte del mundo el ex dictador uruguayo Juan María Bordaberry (de ahí el apelativo de “bordaberización”) mediante la disolución del Parlamento y su sustitución por un consejo de estado (una protoalianza cívico-militar), es un recurso frecuente en nuestros sistemas presidencialistas. Ello es consecuencia de la doble naturaleza que posee el cargo de presidente de la república: es jefe de estado y jefe de gobierno. Cuando se presenta una crisis política en el ejecutivo, se produce una situación de inestabilidad de todo el sistema institucional. En Europa, las democracias parlamentarias, desdoblaron ambos cargos para darle “más aire” a sus democracias. Las crisis pueden tumbarse gobiernos, pero la estabilidad del régimen reside en el presidente de la república, casi un monarca (como calificaron a la quinta república francesa) que es el garante de la preservación del ordenamiento político.

Creemos importante que este hecho lamentable que mancilla los procesos democráticos en el hermano país del norte, nos permita en nuestro país, iniciar una reflexión sobre los necesarios cambios que deben plantearse en el régimen político. No estaremos libres del fantasma de la disolución o, peor aún, de formas blandas de golpe de estado si no sometemos a evaluación nuestro propio sistema político (el mismo  tiene como partida de nacimiento, la sombra nefasta de una dictadura con autogolpe incluído 05/04/1992).

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