Por Roberto Rendón Vásquez.
¡Alerta! ¡Cuidémonos de nuevamente equivocarnos al elegir gobernantes, congresistas, gobernadores, alcaldes o autoridades! En los últimos lustros por “votar” por el candidato “considerado” “menos malo” salieron electos “políticos” que al llegar a sus cargos han sorprendido al país por sus ya inocultables actos de corrupción que han motivado investigaciones fiscales y procesos judiciales penales. Recibieron de personas naturales y/o jurídicas, peruanas y extranjeras (principalmente brasileñas) millones de dólares desde que eran candidatos a la Presidencia, Congreso y gobiernos locales a “cambio” de “favorecerlas como ganadores de licitaciones para costosas obras o servicios públicos”; y estando ya en la Presidencia y/o sus cargos – conjuntamente con los funcionarios y/o autoridades que “nombraban” – también recibían dádivas millonarias. A la fecha hay en prisión ex Presidentes de la República y autoridades de gobiernos anteriores; también simultáneamente los Presidentes sus funcionarios (y hasta familiares) aun libres, están procesados en el Ministerio Público y/o Poder Judicial acusados de diversos delitos derivados de la corrupción.
La corrupción política consiste en hacer abuso del poder, funciones y derechos que legalmente detentan como autoridad con lo que sacan (“ganan”) ilegítimamente un provecho económico o de otra índole. Utilizan su autoridad oficial y las oportunidades y conexiones con personas naturales y/o jurídicas de derecho privado para que a cambio de sobornos (dádivas y/u otras formas) “otorgue” a los corruptores “determinadas ventajas y/o beneficios contrarios a le ley, la moral y la honestidad. La corrupción de “políticos” gobernantes y funcionarios públicos ha motivado persistentes e innegables informaciones periodísticas nunca desmentidas.
Debe presumirse que los electos gobernantes y/o congresistas cuando han sido candidatos han competido con otros y todos se han presentado al electorado y la población general como honrados y honestos “políticos” solventes y capacitados para gobernar el país, la región o la ciudad. Han luchado entre ellos prometiendo resolver satisfactoriamente los problemas y los servicios públicos nacionales y locales. En las últimas elecciones – cuando ya era pública la corrupción de altas autoridades y funcionarios – los “nuevos candidatos” ofrecían “luchar contra la corrupción y sancionar a los corrompidos”, pero – ¡oh sorpresa! – cuando resultaron electos y asumieron sus cargos también se les descubrió actos de corrupción por los que el Ministerio Público los investigo y solicitó que en el Poder Judicial se les habrá procesos penales. Ahora hay entre los “últimos” electos y/o nombrados procesados en investigaciones fiscales para quienes se ha solicitado a jueces penales que les dicten orden de detención provisional y/o domiciliarias o medidas de previsión de fugas. La corrupción de los políticos es imparable.
Evidentemente quienes pretenden enriquecerse mediante el uso de la política, postulan para cargos en los Poderes Ejecutivo y Legislativo; para el efecto buscan partidos registrados electoralmente u “organizan” su propio partido buscando adherentes ofreciéndoles “cargos” públicos, realizan campañas electorales, gastan en propaganda y silenciosos “empresarios” auspiciadores económicos a cambio que si son electos “les devuelvan el favor”. Para “algunos” candidatos su objetivo es enriquecerse “silenciosamente”. En el fondo para algunos candidatos su sueño es que alguien les de dádivas a cambio de favores a corruptores. Esta conducta ya es inocultable en el Perú.
El problema es que los ciudadanos electores careceremos de preparación y/o conciencia política y un gran número de electores no saben por quién votar. Se dejan llevar por la propaganda o las promesas colectivas o personales o por su ceguera o falta de responsabilidad política y entre la cantidad de partidos que intervienen en un proceso electoral “votan” por el que se “anuncia” e induce mediante propaganda es “el mal menor”. Solamente para ver los procesos del siglo XXI, entre “los dos finalistas” para la Presidencia del país salió electo “el mal menor”. De todos los “electos” algunos ya están detenidos, otros con libertad con restricciones; están acusados de delitos derivados de la corrupción y hay hasta el que se suicidó para no ser detenido.
Debemos razonar: educar cívicamente desde la niñez y adolescencia en los centros educativos sin excepción para que cuando lleguen a ser electores sean responsables. No dejarse llevar por la “propaganda” o “regalos”; escoger entre los que personal y familiarmente son honestos y capacitados; pueden ser profesionales o trabajadores asalariados del campo o la ciudad, varones o mujeres.