El Perú es el país del ají amarillo, los limones y el ceviche, diría Acurio. Mientras, suelo definirlo como: "un país de contrastes", y aunque nunca supe a ciencia cierta si esa frase era realmente propia, debo confesar que alguna vez me sentí incómodo cuando un amigo muy cercano la usó para título de uno de sus libros.
Si a un adolescente de hoy se le pregunta, qué es lo que más define al Perú, responderá de manera automática y orgullosa: "su gastronomía". Cuándo me hacían la misma pregunta hace cuatro décadas, respondía sin pensarlo dos veces: "su caos", ese caos delicioso que no se podría saborear en ninguna otra parte del planeta.
En términos generales, fuera de nuestras fronteras todo encajaba de manera racional, predecible y hasta aburrida. Pasados los años, esa maravillosa experiencia del caos ya no me resulta tan maravillosa, mientras que esos contrastes en extremo absurdos, hace rato perdieron su lado estético.
Será que la tolerancia a lo bizarro (en acepción francesa) se va perdiendo con los años, que la racionalidad siempre se abre paso con el tiempo, o que George Bernard Shaw tenía razón cuando afirmaba que la juventud es una enfermedad que se cura con los años.
En este mundo bizarro, el ¨recurseo¨, término y costumbre tan peruana, como cualquier elixir mágico es inmediatamente aplicable a la solución de toda necesidad. Se inventan procesos y productos, se inventan puestos de trabajo y hasta se inventan impuestos y tasas escondidas para generar ingresos a determinadas Instituciones, para así ayudar a pagar los gastos no cubiertos por el Estado.
Una definición en el diccionario de la RAE, diría a la letra: Recurseo… Dícese del uso creativo de los recursos con la finalidad de paliar una necesidad específica. Perú… creación imaginativa que permite el funcionamiento pseudo funcional de una sociedad disfuncional…
Cuando este ¨recurseo¨ no perjudica ni obliga a la sociedad, es verdaderamente plausible para el individuo, ya que pone de manifiesto gran creatividad para llevar un plato de comida a la mesa, si es que otras soluciones ortodoxas no funcionan.
El problema es cuando el ¨recurseo¨ es de origen oficial u obligatorio como sucede a menudo y lo que hace es desnudar el grado de improvisación de los funcionarios, políticos. y del Perú como sociedad.
Por qué no hacemos que cada pequeña cosa funcione de manera lógica y racional, un paso a la vez, una acción política inteligente cada día, solucionando estos absurdos para que nosotros y nuestros hijos podamos vivir en un país más coherente y predecible en lo que debe serlo.