Por Roberto Rendón Vásquez.
Vivimos épocas angustiosas. Es consecuencia de falta de eficientes servicios públicos de salud, educación, economía, seguridad y trabajo que genera la informalidad, pobreza y miseria. Principalmente la niñez, adolescencia y la juventud sufre las consecuencias.
El niño es el ser humano que tiene pocos años de vida y aún no ha alcanzado la pubertad. También puede referirse a un ser humano por nacer. La definición legal de niño se refiere a una persona menor de la mayoría de edad. Abarca todas las edades del niño: desde que es un lactante recién nacido y el lapso de bebé y la niñez media hasta antes de la adolescencia. Merece el bienestar infantil como seres humanos dignos y con derechos entre ellos su aprendizaje de lenguaje, leer, escribir y conocimientos imprescindibles para su formación. El niño debe aprender los valores de su cultura y la concepción vigente de la moral y la ética.
La adolescencia es el periodo posterior a la niñez entre los 10 y 17 años; comenzando la pubertad en que desarrolla biológica, psicológica, sexual y socialmente. Es un lapso importante para hacernos adultos con valor y riquezas intelectuales, morales y sociales para el aprendizaje y el desarrollo de fortalezas. Es el tiempo que afrontamos desafíos ante los cambios de la persona y los interrogantes que vive el adolecente ante el mundo de su vida por venir. Socialmente es un período complicado que va desde el miedo, perjuicios y los riesgos que generan los hechos negativos y nefastos en la sociedad. Es preocupación y deber de los padres y la sociedad formarlos con principios morales, disciplina, respeto, estudio, trabajo.
La juventud abarca desde los 16 a los 25 años; realmente comienza en la infancia y termina al comenzar la adultez. Es una etapa de inquietudes y preocupaciones ante la realidad de la sociedad y su anhelo de vivir en un mundo de bienestar personal, familiar y la sociedad, sin angustias, dolores ni miseria. Es un período lleno de oportunidades y cambios que van desarrollando su capacidad y facultad crítica para aprender, experimentar desarrollando su anhelo de libertad y formar parte de procesos sociales y políticos reflejando su ansiedad por un mundo mejorado, equitativo y de bienestar, fruto del trabajo honesto y constructivo.
Lamentablemente la niñez, adolescencia y la juventud están viviendo problemas y riesgos de la salud sexual, reproductiva y psíquica porque en la sociedad actual se vive un mundo de riegos permanentes ante la drogadicción, el fumar y el alcoholismo, criminalidad juvenil, embarazo adolescente hechos que nuestra población adolescente y juvenil está afrontando por la falta de adecuada educación y protección de la sociedad y el Estado; ello se incrementa con la carencia de empleos o los ofertados no son debidamente remunerados para cubrir el presupuesto familiar, acarreando pobreza y hasta miseria.
Desde la niñez hasta la juventud debe garantizárseles el derecho a la vida con dignidad sin miseria en un mundo desarrollado, con familia unificada y solidaria, con igualdad sin discriminación social, económica y étnica, con formación educativa desde la primaria, garantizando la libertad y de pensamiento, conciencia, religión, cultura, asociación e intimidad con la debida seguridad jurídica. Todo ello es deber de la sociedad y el Estado.
Es tiempo de invocar al Ejecutivo y Legislativo que promuevan el desarrollo de la persona desde la niñez. Virtualmente han “desaparecido” los torneos de deportes, hay carencia de competiciones culturales, artísticas y creativas que ocupen su tiempo libre. Necesario volver a organizar lo que fueron los clásicos e imperdibles campeonatos distritales, provinciales, departamentales y nacionales de todas las actividades deportivas (atletismo, futbol, básquet, voleibol, ciclismo, etc.). También organizar concursos a nivel nacional de las clásicas y populares artes folclóricas y musicales, de poesía, cuentos hasta novelas, fomentar la creación tecnológica en las que participen a nivel nacional los alumnos de todos los niveles; propiciar la intervención de tales actividades en certámenes internacionales.
Para tales competiciones presupuestar en las municipalidades las premiaciones para los equipos y niños, adolescentes y jóvenes participantes, sin perjuicio de promover que empresas de la actividad privada aporten significativos premios a los ganadores. Los empresarios pueden lograr publicidad con sus donativos para auspicio de gastos y premociones a los concursantes.