Por Roberto Rendón Vásquez
Afrontamos los cambios climáticos y en nuestro país se vive las consecuencias del “fenómeno del niño”; también sufrimos los severos problemas nacionales en economía, servicios de salud, transporte, inseguridad ciudadana y trabajo.
Ha llegado la primavera; despiertan las plantas y comienza su actividad, iniciándose su período de crecimiento y floración. La primavera es la estación entre el invierno y el verano; tiempo de mayor vigor y desarrollo, belleza, hermosura y energía. Como humanos, la juventud es la primavera de la vida; culturalmente es el renacimiento y/o resurrección de la alegría. Se percibe en las artes, música, entretenimiento, deporte.
La esperanza es la confianza, optimismo y expectativa ferviente que se realice lo deseado y/o se necesita, de lograr el bienestar personal, familiar y la colectividad. Es una ilusión, supone expectativas positivas de obtener lo que nos es favorable y aspiramos. La esperanza es el combate al desaliento para no perder de vista lo que anhelamos alcanzar. Es la seguridad de que algo que todavía no ha ocurrido, va a ocurrir. Es de algo que aún no se ve.
La alegría es la sensación por estar contentos, con buen humor y sonreír, pasarlo bien y con bienestar, animados con entusiasmo y un estado de gozo para divertirnos y tener esparcimiento compartiendo con otros. Es una emoción positiva, un estado de ánimo que se manifiesta desde nuestro interior, el alma. Es en suma un amor profundo y conlleva al relacionamiento con las demás personas.
Igualmente, aún tenemos esperanza que podamos combatir y vencer todas las adversidades que nos ha tocado vivir y tenemos la esperanza de conquistar la alegría colectiva nacional.
También es tiempo para reflexión para enconar caminos y acciones personales, colectivas y nacionales para vencer nuestras adversidades. No perdamos la fe ni la esperanza que – si lo decidimos – en unidad lo vamos a lograr. Centrémonos todos, gobernantes y gobernados, en encontrar soluciones racionales para resolver positivamente cada problema local y nacional con la esperanza de dar bienestar a todos los peruanos, sin excepción. Lo lograremos si combatimos la pobreza.
Lo primero es fortalecer la economía nacional que se está agravando paulatinamente generando problemas a las personas, familias y el Estado. Es indispensable solucionarlo.
La informalidad y la pobreza se soluciona con mayores fuentes de trabajo estable que permitan a los trabajadores remuneraciones racionales para atender sus necesidades personales y familiares. Necesita el país que haya más empresarios nacionales y extranjeros que inviertan capitales para la extracción y/o cultivo de nuestras riquezas naturales (minería, pesca, agricultura, ganadería, etc.) y que establezcan fábricas para darles valor agregado y destinarlas a los mercados nacionales y extranjeros. Estas requerirán cada vez más de mano de obra – y si la capacitan, mejor – con garantía de estabilidad en el trabajo, lo que determinará ir paulatinamente desapareciendo la informalidad y disminuir la pobreza. Necesario que los aspirantes y los electos para los Poderes Ejecutivo y Legislativo, más allá de “sus pregones” garanticen a los empresarios que se respetará sus inversiones. Esto no significara que los candidatos y los electos renuncien a sus convicciones y doctrinas, sino que actúen con la mirada al fortalecimiento económico del país y de todo su pueblo.
El Estado, los gobiernos regionales y municipales, sin excepción, deben satisfacer los servicios de salud en ciudades y poblados rurales, con mantenimiento y equipamiento permanente de los actuales hospitales, postas sanitarias, centros asistenciales y dotarlos de profesionales médicos, enfermeros y especialistas que se dediquen a brindar con eficiencia los servicios de salud las 24 horas del día en dichos establecimientos.
Igualmente, en indispensable mejorar y fortalecer la educación de niños, adolescentes y jóvenes y atender el mantenimiento estable de locales escolares y universitarios y edificar nuevos donde no los haya. Mejorar permanentemente la capacidad docente de todos los maestros y dotar a todos los estudiantes del material educacional que sea necesario (libros, cuadernos, sistemas de cómputo, etc.). Atender la salud y desarrollo de cada estudiante. Ofrecer becas para secundaria y universidades (incluidos los de maestría y doctorado).
Combatir la delincuencia y la corrupción hasta desaparecerla. Promulgar nuevos códigos adjetivos y procesales y que los magistrados procesen las causas sin dilaciones, bajo responsabilidad personal.
Esta primavera que sea de reflexión.