Punto de Encuentro

Martín Vizcarra, o Edipo Rey

El ex presidente Martín Vizcarra es un pequeño Edipo Rey. La mirada de Michael Foucault sobre tal tragedia griega nos sugiere que Vizcarra posee un “ethos” centrado en la relación entre saber y poder, y, a la vez, un “pathos” centrado en su deseo de volver el poder. Como Edipo, que venció a la Esfinge, Vizcarra es conocedor de la naturaleza de los hombres; y como Edipo que no venció a la epidemia porque se centró en conservar su poder, Vizcarra ensaya una y otra vez volver al poder.  Este artículo se propone entender a Vizcarra a partir del Edipo político de Foucault. A diferencia de Sigmund Freud, que creyó encontrar en Edipo la inconsciencia del no saber y del olvido, el filósofo del mayo francés considera que Edipo sabía y podía mucho porque reunía su saber y su poder. Precisamente, la piedra de toque de esta personalidad política se halla en un cierto tipo de conocimiento solitario y en la experiencia. De modo que, el complejo de Edipo se debía a su condición de creerse rey y no escuchar a los otros, que sólo confiaba en sí mismo, y que, por tanto, pone en práctica las formas unilaterales de la producción de la verdad en el reino de Tebas. En Perú, como en Tebas: La genealogía política de Vizcarra es edípica. El Vizcarra vicepresidente despojó de la presidencia de la república a Pedro Pablo Kuczynski porque como el Edipo aspirante conocía del caminar vencido del hombre en la ancianidad. Preguntado por la Esfinge “¿Cuál es la criatura que en la mañana camina en cuatro patas, al medio día en dos y en la noche en tres?” Edipo supo responder, ayudado hasta por su nombre que representa su naturaleza de persona práctica: «El hombre. (Pues) en su infancia gatea con sus manos y rodillas, que es como tener cuatro pies. Cuando es un adulto camina en dos pies. Y en el anochecer de su vida, cuando es un anciano, usa un bastón, lo que equivale a caminar en tres pies».

Vizcarra tiene complejo de Edipo, por su relación con el poder. Nuevamente, en Perú como en Tebas: El Vizcarra presidente colocó la lucha política contra el congreso de la república por encima de la lucha contra la epidemia, pues lo único que lo aturdía realmente era la posibilidad de perder el poder.  A su vez, Edipo rey espantado pero compelido por la epidemia le dijo al pueblo “No sólo afecta a vosotros, sino a mi soberanía y mi realeza”. Es más, Edipo, el gobernante y político autista, se construye una oposición política: A Teresias, el anciano ciego de dotes metafísicas o adivinatorias, le increpa “Tú quieres mi poder y has levantado una conspiración contra mí para quitármelo”; y a Creonte, que por cierto lo llevó al poder, le mal agradece y zahiere con el epíteto “ladrón de mi realeza”. Acto seguido, tanto Vizcarra como Edipo optaron por el mecanismo de control del confinamiento. Vizcarra y Edipo son seres especiales, que devienen en especialistas del poder. Ambos tienen por demiurgo de su poder al azar: Ni al uno le causa desasosiego haber traicionado a su mentor Kuczynski y excluido a sus ex compañeros pepekausas, ni al otro le produce tribulación haber matado a su padre Layo y desterrado a su cuñado Creonte. Vizcarra, como Edipo, quiso tener demasiado de todo y dispuso un golpe de Estado civil y militar que terminó convirtiéndolo en un dictador puro. Finalmente, Edipo se convirtió en un monstruo y se autodestruyó, como la Esfinge que venció para llegar a rey, por la autonomía del procedimiento político y la corrupción. Asimismo, Martín Vizcarra es un pequeño Edipo Rey.

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