Por Roberto Rendón Vásquez.
Estamos llegando a la Navidad que es concordia, armonía y unión familiar y se extiende fraternamente a la amistad, vecindad y toda la sociedad. Es una festividad cristiana que celebra el nacimiento de Jesucristo. Su origen reúne otros elementos. el término "Navidad" proviene del latín "nativitas" que significa "nacimiento". Su origen es que el 25 de diciembre se produjo la cristianización del dies solis invicti nati (día del nacimiento del sol invicto). La festividad ya era popular en el Imperio Romano que celebraba el solsticio de invierno (en el hemisferio norte) como símbolo del resurgimiento del sol, al mismo tiempo que marcaba el comienzo del invierno y el anuncio del renacimiento de la primavera y el verano. En Occidente, se considera que el 25 de diciembre es el día de Navidad que, según la religión cristiana, coincide con el nacimiento de Jesús de Nazaret en Belén. La fecha se vinculó con el nacimiento de Cristo alrededor del año 221 d.C., siendo difundida por Sextus Julius Africanus, un viajero e historiador cristiano de finales del siglo II y principios del III. Este hecho hizo que el día se volviera universalmente popular en los siglos siguientes. Se celebraba como liturgia cristiana en el siglo IX y ya desde el comienzo del siglo XX se generalizó como fiesta familiar de cristianos y no cristianos en que se hace regalos y presentes con fervor religioso y social.
Para los peruanos es una celebración generalizada. Todos en familia esperamos la “Noche Buena” con alegría, fe y esperanza. Nuestros hogares lucen adornados con motivos navideños, y llegado el 25 de diciembre tomaremos con los nuestros “el chocolate” caliente y la rica comida preparada por el ama de casa; y llegada la media noche rodeando el nacimiento recibiremos los regalos de padres e hijos, otros familiares y amigos; muchos asistirán a las iglesias para la “misa de gallo”. Los días siguientes estaremos unidos en familia y llegado el 6 de enero recordaremos a los reyes magos que completan la alegría familiar y social.
Con la alegría y esperanza navideña tratamos y esperamos que se superen los problemas en especial los que sufre la sociedad por las dificultades y complicaciones económicas y sociales devinientes del accionar de los políticos electos para los Poderes del Estado. Es imposible no tener en cuenta que atravesamos una crisis política que repercute en la economía del país hechos que afectan a la familia. No hay la estabilidad política y económica que los empresarios requieren para no huir con sus capitales del país y hasta se ahuyenta a los extranjeros porque no se les garantiza real y efectivamente que se respetaran sus inversiones; consecuencia de ello, no solamente hay cierre de centros de trabajo dejando sin empleo a peruanos, sino que por falta de nuevos capitales no se apertura centros de producción de bienes y servicios para los mercados nacionales y extranjeros. Si hubiera nuevas inversiones habría nuevos puestos de trabajo con racionales remuneraciones para los trabajadores y con lo que atenderán las necesidades hogareñas.
Hay un constante encarecimiento de los productos alimentarios y las remuneraciones que perciben los asalariados (empleados u obreros) están perdiendo su valor adquisitivo. A la vez crece la informalidad y la pobreza. Las familias pobres tratan de subsistir con la “olla común” que organizan las madres de familia. Hay deficiencia en los servicios de salud, transporte, educación, etc. y al mismo tiempo – ante ese panorama social – aumentan constantemente los delincuentes en calles, plazas, establecimientos, transportes y viviendas agraviando hasta ancianos y niños. No obstante, la ardua labor de la Policía y serenzazgo, cada vez aparecen nuevas modalidades y organizaciones delictivas. Lamentablemente los gobernantes no tienen mano dura contra la delincuencia.
Las próximas navidades deben incentivar a los políticos electos a los Poderes Ejecutivo y Legislativo que reflexionen y centren su trabajo en consolidar la economía del país y eviten la inflación, la recesión y la devaluación de nuestra moneda y no ahuyenten a los empresarios para que inviertan capitales y aperturen nuevos centros de trabajo. Igualmente invocar a los administradores de justicia que procesen las causas dentro de los plazos procesales legales.
¡Que estas navidades sean de esperanza para resolver los problemas nacionales!