El domingo 05 de mayo, tres millones de panameños debían concurrir a las urnas para elegir al sucesor del presidente Laurentino Cortizo Cohen, líder del Partido Revolucionario Democrático, en medio de una crisis política marcada por la sequía provocada por el Fenómeno El Niño, los ataques contra los migrantes que buscan cruzar el Darién y el descontento generalizado con el desempeño del actual gobierno. Además, en este proceso electoral también se eligieron a 71 diputados a la Asamblea Nacional, 81 alcaldes, 701 representantes del corregimiento y 11 concejales, registrándose un nivel de participación electoral del 78%.
Los resultados
A las nueve de la noche del domingo, el Tribunal Electoral de Panamá, luego de escrutar el 98% de las mesas, anunció la victoria del derechista José Raúl Mulino, el sustituto del ex mandatario Raúl Martinelli, quien fuera condenado en febrero por corrupción (lavado de activos) y que se encuentra asilado en la embajada de Nicaragua para evitar ser apresado. Así, Mulino se convierte en el próximo presidente para el periodo constitucional 2024 - 2029.
En la retaguardia quedaron Ricardo Lombana, candidato del Movimiento Otro Camino (24%), líder antisistema que terminó siendo la gran sorpresa de la jornada, seguido por el ex presidente Martín Torrijos (16%), candidato del Partido Popular. Mucho más atrás, en la sexta posición, se ubicó José Gabriel Carrizo, candidato oficialista que representó a la coalición “Vamos Con Todo Panamá”, quien obtuvo el peor resultado en la historia del Partido Revolucionario Democrático (5%), confirmando una regla electoral latinoamericana que se viene consolidando en cada proceso: “es casi imposible que el candidato oficialista logre imponerse en una elección presidencial”.
La palabra de los candidatos
En esa línea, una vez conocidos los resultados, un Mulino emocionado dijo en su discurso de victoria lo siguiente: “Hemos llegado hasta aquí con el voto de la mayoría del pueblo panameño, le duela a quien le duela”. Luego, además de manifestar palabras de agradecimiento a su amigo “el loco” Martinelli, como popularmente llaman al ex presidente, señaló que lideraría un Gobierno de unidad nacional que favorecería a la inversión y empresa privada, pero sin olvidar a los sectores más vulnerables de la sociedad (sobre todo a los que padecen hambre y no cuentan con servicios básicos como el agua potable, precisó). Además, Mulino proclamó el fin de la persecución política, indicando que a pesar de todo lo que le habían hecho en esta campaña, no albergaba ni una gota de venganza contra nadie.
Por su parte, Lombana, quien en las Elecciones Presidenciales de 2019 había logrado un sorpresivo tercer puesto, luego de conocer que había llegado segundo en la carrera electoral, dijo lo siguiente: “somos la fuerza de oposición más importante que tiene la república de Panamá”. Luego, reconoció democráticamente el triunfo de Mulino, aunque recordó que casi el 65% de los panameños votaron por otras opciones (de izquierdas a derechas), advirtiéndole al futuro presidente que, si se atreve a usar métodos autoritarios para reprimir al pueblo o insiste en renegociar el contrato minero con la empresa canadiense First Quantum Minerals, entonces encontrará a la ciudadanía resistiendo en las calles.
El verdadero vencedor de la jornada
Ahora bien, más allá de los resultados oficiales de la jornada electoral, lo cierto es que el gran vencedor de la misma, fue el ex presidente Martinelli, un líder carismático y populista que pretendía regresar al Gobierno inscribiéndose como candidato para estas elecciones. Sin embargo, hace apenas unos meses, Martinelli fue condenado a más de diez años de prisión, luego de haber sido extraditado desde Estados Unidos, para luego, ingresar a la embajada de Nicaragua en Ciudad de Panamá, donde se encuentra asilado desde febrero de este año, para eludir la orden de captura en su contra, situación que le impidió continuar con su camino a la presidencia.
En ese contexto, Martinelli, a pesar de que la inhabilitación que pesa en su contra le impedía participar activamente en política, decidió apostar todas sus fichas a Mulino, y desde la sede diplomática de Nicaragua (también a través de sus redes sociales) hizo campaña a favor de quien fue su ministro de Seguridad y a quién originalmente eligió como compañero de fórmula en la vicepresidencia. Es más, uno de los lemas más populares que se pudieron ver en los polos y gorras que le dieron color a esta campaña fue el siguiente: “El loco con Mulino”.
Al margen de ello, lo cierto es que más de un tercio de la gente ha recordado positivamente el Gobierno de Martinelli, quien en el periodo constitucional 2009-2014, condujo el país en un momento de crecimiento económico promoviendo importantes inversiones en infraestructura. Ese recuerdo le ha permitido endosar su respaldo electoral a Mulino, a pesar de los problemas con la justicia que ha tenido que enfrentar y de ser señalado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos como un gobernante corrupto. Es más, consultados los electores por el desempeño de Martinelli varios se atrevieron a decir lo siguiente: “el presidente Martinelli robaba, pero hacía obra”.
La estrategia de Mulino
Dicho ello, no sorprende que durante la campaña Mulino haya basado su discurso en la promesa de regresar a los buenos tiempos de Martinelli. Es más, el propio Mulino señaló que era el voto y el recuerdo de Martinelli lo que lo había llevado a ser el favorito en las encuestas. Por ello, como ya hemos indicado, centró su discurso en hacerle saber a la gente que impulsaría grandes obras de infraestructura para generar miles de puestos de trabajo, como en su momento hizo la administración Martinelli, con grandes proyectos como la expansión del Canal de Panamá o la primera línea del Metro Capitalino, el primero en Centro América, que le permitieron a Panamá ser la economía de mayor crecimiento en Latinoamérica.
La justicia electoral
Asimismo, es importante recordar que la candidatura de Mulino fue impugnada por no haber sido elegido en primarias, ni tener compañero de fórmula presidencial (él, como ya dijimos, era el vicepresidente de Martinelli). Sin embargo, el pasado 04 de marzo el Tribunal Electoral declaró a Mulino como legítimo sustituto de Martinelli, decisión que recién el pasado viernes 03 de mayo -a escasas 48 horas de la jornada electoral- fue confirmada por la Corte Suprema al declarar que la decisión del organismo electoral no era inconstitucional y que Mulino podía competir legítimamente por la presidencia.
Sumado a ello, es necesario subrayar que su candidatura fue blanco de duras críticas. En principio, sus oponentes le recordaron que como ministro de Seguridad debía asumir la responsabilidad política por los 2 muertos y 100 heridos que dejó la represión policial durante una protesta de bananeros indígenas en 2010. Luego, también le hicieron recordar que entre 2015 y 2016, Mulino estuvo en prisión preventiva por corrupción, pero que fue liberado por errores procesales. Lastimosamente, al no aceptar ningún debate, Mulino no pudo aclarar estas imputaciones ante la ciudadanía.
El país que recibe
Más allá de lo antes señalado, lo cierto es que este 01 de julio, Mulino asumirá las riendas de un país que viene afrontando una de las sequías más graves de su historia, en un contexto de protestas masivas marcado por la desaceleración económica, problemas medioambientales, migratorios, fiscales y de lucha contra la corrupción, y que presentará un Congreso hiper fragmentado en el que Mulino deberá buscar el apoyo de las diferentes fuerzas políticas si quiere impulsar las reformas que Panamá necesita. De no hacerlo, el capital político de Mulino, herencia de Martinelli, terminará esfumándose más temprano que tarde por el mismísimo Canal de Panamá.
Confianza institucional y voto electrónico
Finalmente, debemos resaltar el talante democrático de los diferentes candidatos que, no solo han reconocido la victoria de Mulino, sino también el trabajo del Tribunal Electoral de Panamá. No obstante ello, y dado que siempre se habla de la necesidad de implementar el voto electrónico en la región, es importante señalar que el Tribunal Electoral (una semana antes de los comicios) haciendo eco de la preocupación mostrada en una sesión extraordinaria del Consejo Nacional de Partidos Políticos, decidió suspender el voto electrónico justamente para mantener la transparencia del sistema, eliminar causas de preocupación y contribuir a blindar el proceso electoral; razón por la cual en este proceso la votación y el escrutinio, se realizaron de forma manual en todo el país.